Hace unos días visité en Jimena de la Frontera la Casa de la Memoria La Sauceda. Allí estaban Andrés y Juan Manuel, que me recibieron, como siempre han hecho, con una gran amabilidad. Y en el transcurso de mi visita me enseñaron dos novedades del encomiable trabajado que está desarrollando: el acondicionamiento de los Patios de la Memoria. Dos, concretamente. Uno, dedicado a las matuteras y recoveras. Y el otro, el de la memoria poética de la II República.
Ahora me voy a centrar en el primero, esas mujeres "buhoneras de la supervivencia" que, como cuenta Juan José Téllez en las primeras líneas del catálogo que han editado,
"venían en los trenes del amanecer, traqueteando desde las Serranía del Ronda hasta la Estación de San Roque: desde allí, diez kilómetros hasta el Peñón, tan ilusionadas como temerosas. Otras llegaban desde Casares, por vericuetos y caminos que orillaban por la costa. Y aún había quienes portaban sus zurrones desde Tarifa por trochas, carreteras militares, arrecifes o bosques de niebla".
En los paneles que han situado sobre las paredes del patio pueden verse fotografías y leerse información acerca de la geografía y las rutas por las que transitaban esas mujeres, los rostros de algunas de ellas, la represión que sufrieron por sus andanzas de supervivencia, el papel auxiliar que jugaron los conocidos como perros mochileros, la relación que había con el contrabando desde Gibraltar o con la guerrilla que operaba por los montes, la presencia del hambre y el racionamiento en medio de la autarquía impuesta por el régimen...
Contemplando las imágenes, me vinieron a la memoria algunas barbateñas que se desplazaron a la zona para proveerse de pequeñas cantidades de azúcar, tabaco, café, jabón..., que vendían luego en el pueblo. Algunas, viudas de represaliados. De vez en cuando, multadas. Siempre, como un medio de supervivencia en medio de tanta miseria.
El catálogo que han editado, Somos porque ellas fueron. Patio de las matuteras, ha sido posible gracias a Andrés Rebolledo Barreno (coordinación), Juan Manuel Pizarro Sánchez (texto y documentación) y José M. Fernández (diseño gráfico), habiendo sido financiado por el Ayuntamiento de Jimena de la Frontera.





