La justicia británica, a través de un juez del Tribunal Superior de Justicia de Londres, ha decidido que Julian Assange sea extraditado a EEUU, donde está acusado de atentar contra su seguridad. El motivo está basado en que los millones de documentos que se han ido publicando desde 2006 a través de WikiLeaks, y reproducidos por numerosos medios de comunicación, se han considerado como material que debe se mantenido en secreto. Desde esos medios se ha denunciado que de esa manera se está atentando contra la libertad de información y la libertad de prensa, porque impide que la gente sea informada de las tropelías cometidas, en este caso, desde las instancias de poder del imperio más poderos existente y habido en la historia. De por medio se encontraba, entre tantas otras cosas, la violencia desatada por las tropas militares y los servicios de inteligencia de EEUU en Irak, Afganistán, etc.
Un duro calvario es lo que ha sufrido del periodista australiano, que, después de falsas acusaciones para detenerlo y condenarlo, a cuáles más estrambóticas, se vio obligado a tener que refugiarse en la embajada de Ecuador en Londres, donde fue acogido por el gobierno presidido por Rafael Correa. Luego, en 2019, su sucesor, Lenin Moreno, se doblegó a las presiones del gran imperio y permitió que fuera detenido por las autoridades británicas. Y ahora, después de diversas apelaciones, la justicia ha decidido extraditarlo.
Siguiendo la información facilitada por The Guardian, para Amnistía Internacional se ha tratado de "una parodia de juicio". Por su parte, para Reporteros sin Fronteras, se está ante "un hecho absolutamente vergonzoso que tiene implicaciones alarmantes no sólo para la salud mental de Assange, sino también para el periodismo y la libertad de prensa en todo el mundo". Y la propia mujer de Assange ha declarado que "¿Cómo puede ser justo, cómo puede ser correcto, cómo puede ser posible, extraditar a Julian al mismo país que conspiró para matarlo?".
El calvario, pues, va a continuar para Assange. Estamos ante caso de gran gravedad, por lo que supone de agresión contra un derecho fundamental. Por eso, denunciar esa situación resulta más que un acto de mera solidaridad.
(Imagen: The Guardian).