Hoy ha finalizado la huelga de los trabajadores y las trabajadoras del sector del Metal de la provincia de Cádiz. Después de que ayer sus representantes sindicales hubieran llegado a un preacuerdo, éste ha sido ratificado en las diferentes asambleas de fábrica. Han sido 9 días de paro, consecuencia de la actitud cerril mostrada por una patronal que ha pretendido imponer sus condiciones leoninas: bajos salarios, abusivos contratos temporales, precariedad...
Durante estos días hemos sido testigos desde fuera de varias formas de ver el conflicto: por parte de mucha gente se han dado muestras de solidaridad; pero no ha faltado tampoco la insensibilidad clasista, la indecente manipulación informativa, el oportunismo hipócrita... Pero lo importante es que se ha constatado, una vez más, que la lucha colectiva de la clase obrera es lo que puede hacer posible conseguir los objetivos y más cuando son justos.
El derecho de huelga es una reivindicación que viene del siglo XIX y a lo largo del siguiente fue haciéndose efectivo en los distintos países, tanto por la aprobación de leyes específicas como por su introducción en las respectivas constituciones. La Declaración de Derechos Humanos Humanos lo recogió en 1948, siendo ratificado en 1966 en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Y en nuestro país la Constitución de 1978 asumió la huelga como uno de los derechos fundamentales. Pues bien, todavía hay quienes no lo ven así o hacen lo posible para que no pueda hacerse efectivo ese derecho.
En el mundo de la literatura y, más concretamente, de la poesía ha habido autores y autoras que han dedicado poemas a la huelga y la lucha obrera. Ofrezco algunos y se los dedico de una manera especial a los trabajadores y las trabajadoras del sector del Metal gaditano. Se lo merecen.
Dos de los poemas pueden escucharse, a través de sendos enlaces, como canciones: el primero, "A la huelga, compañero", de Rolando Alarcón, fue la letra de una canción mítica de la lucha obrera contra la dictadura franquista, que además podemos escuchar interpretada por su propio autor; el segundo, "Vamos juntos", de Mario Benedetti, también fue una canción muy conocida en la lucha contra la dictadura y que popularizó Luis Pastor.
A
la huelga, compañero,
no
vayas a trabajar,
deja
quieta la herramienta
que
es la hora de luchar.
A
la huelga diez, a la huelga cien,
a
la huelga, madre, yo voy también,
a
la huelga cien, a la huelga mil,
yo
por ellos, madre, y ellos por mí.
Contra
el gobierno del hambre
nos
vamos a levantar
todos
los trabajadores
codo
a codo con el pan.
A
la huelga diez, a la huelga cien...
Desde
el pozo y el arado,
desde
el torno y el telar,
¡vivan
los hombres del pueblo,
a
la huelga federal!
A la huelga diez, a la huelga cien...
Todos
los pueblos del mundo
la
mano nos van a dar
para
devolver a España
su
perdida libertad.
A la huelga diez, a la huelga cien...
(Rolando
Alarcón).
Capitalismo
El
hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche
después
de follarse al universo viene a susurrarnos nanas
su
obsesión por nosotros no descansa nunca
en
nuestros sueños nos persigue
con
su disfraz de perro, de vendedor, de cura
de
espiga de trigo, de pistola en el bolsillo
su
disfraz de muerte, su disfraz de vida
sé
que tú le gustas con ojeras
yo
le pongo cachondo cuando estoy cansada
con
la voluntad suspensa
me
quiere flaca aunque me tienta con chucherías
y
a ti elegante aunque te duelan los huesos
me
empuja a emborracharme pero no por diversión
sino
para olvidar
que
mis horas de ocio se cierran siempre con balance negativo
cuando
estamos a punto de enfermar por agotamiento
nos
premia con unas vacaciones
y
nos tiende los billetes como el cazador
lanza
un hueso al galgo que ahorcará mañana
me
instiga a desear cosas que no necesito
aunque
él nunca tiene para mí un regalo
dice
que mis enemigos son aquellos
que
quieren lo mismo que yo
porque
no hay bastante
nunca
hay bastante para todos
y
nos cobra por lo que es nuestro
por
el agua de lluvia
por
el sol y la arena
por
los claros del bosque
y
los manantiales
secuestra
a mi amor durante 10 horas cada día
y
cada día me lo devuelve más viejo
con
sus brazos lascivos abraza a mi hija
y
yo grito ¡huye!
-he
visto los primeros signos de rendición
en
su rostro inocente-
pero
no sé mostrarle la puerta de salida
y
más que mi felicidad, lo que a él le preocupa
es
atisbar en mi cara un rastro de consuelo
que
me permita llegar hasta la próxima tregua
cada
día me pone café en los labios
para
que aguante, y luego una pastilla
que
me aplaque los nervios, para que descanse y duerma
mientras
él sigue haciendo conmigo lo que le viene en gana
(a
veces se tumba sobre mí y yo con los ojos abiertos
miro
al techo, y si se da cuenta me dice
que
ya va siendo hora de pintarlo)
envenena
la comida con que me alimenta
me
prohíbe fumar mientras engorda mi ansiedad
y
me quita los chupetes que podrían consolarme
provoca
mi llanto
y
después me obliga a maquillar las señales de la tristeza
si
me pongo rebelde, ríe paternalista
cuenta
que él también pasó por esa época
y
mi rebeldía la rebaja a moda
que
luce en camisetas los sábados por la mañana
cuando
sale a comprar los cruasanes y el periódico
él
me da detalle de cada asesinato, de todas las guerras
de
las violaciones y los golpes de estado
pero
tanta información me deja sorda y ya no escucho
los
crujidos ni los llantos en voz baja
las
señales del desmoronamiento
y
él calla que cada muerto, cada herido
las
mujeres violadas y los que sufren torturas
todos
recibieron su visita antes de convertirse en lo que son ahora
se
zafa de las culpas con promesas
pero
yo sé que una palabra suya
bastará
para condenarnos
y
si desaparece es para espiar a salvo y oculto
en
los bares, en los hoteles, en los baños, en las celdas
tengo
que darle las gracias porque
¡tú
eres una mujer moderna!, grita animoso
de
las que habla inglés, trabaja en casa y en la oficina
va
al gimnasio y aparenta menos edad de la que dice el dni
tienes
nociones de pedagogía aunque apenas veas a tus hijos
y
además fuiste bendecida con una vocación
para
que puedas sentirte mejor que otras
(y
yo callo que yo no quiero ser artista
si
eso va a convertirme en diferente
porque
ya me siento lo bastante sola
y
no quiero competir en más carreras)
si
muestro debilidad, susurra, todos querrán aprovecharse
(como
si él dejara algo para los otros)
mejor
será que despliegue arrogancia
(con
todos menos con él)
de
todo me habla pero no de quién recogerá los restos del naufragio
ni
en qué lugar nos reuniremos los náufragos para organizarnos
para
hacer un fuego, compartir la comida y quitarnos el frío
aunque
antes hay que hacer acopio de fuerzas
para
no abandonarse cada uno en su rincón
Un
día, no sé cuándo, yo le voy a cobrar
sus
cadáveres, las humillaciones
el
secuestro de la inocencia
el
expolio de los sueños
yo
le voy a cobrar, no sé cuándo
y
la primera puñalada que le voy a meter
va
a ser por las caricias que no nos dimos
por
los polvos que no echamos
tú
y yo
cada
vez que se cuela en nuestra cama
y
nos dice que mañana, mañana, mañana
mañana
el despertador sonará a las 6.30
y
veinte minutos de sueño
nos
harán mejores soldados a su servicio
Te
lo juro, mi amor. Una puñalada
por
cada polvo que nos robó
y
luego ya el resto, por los presos, por los indigentes
por
el dolor que no merecemos sufrir ni ver
por
los campos arrasados
por
los animales que se hacinan
por
los niños que trabajan
por
los ojos que se cierran por el cansancio y la muerte
por
el tiempo que no volverá
por
la vida que nos robaron
por
la vida
mi
amor
por
la vida.
(Ana
Pérez Cañamares).
Los invisibles de la huelga
Tened
presente el hambre.
Miguel Hernández
Yo,
Precario Sanz, sucesivamente despedido y contratado con menos derechos cada
vez, también he parado, contadme. El rotundo silencio de este amanecer se ha
hecho también con el mío, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Subcontratada Sánchez, peonza de todos los caminos de cuya nómina sorben todos
los pistoleros, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Itinerante Ruiz, nómada por doce horas subterráneas, electricista o profesor
por cuatro, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Temporera Pérez, que concentro en contratos de dos horas la tarea que debe
hacerse en ocho, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Autónomo Gutiérrez, dueño único de mi hambre, también he hecho este silencio,
pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Mínima Bermúdez, mínima seiscientas treinta y tres veces, con treinta céntimos,
trabajadora agrícola por todo el día, también he hecho este silencio, pero
nadie lo habrá contado.
Yo,
Subsidiario González, perceptor de una Beneficencia decimonónica de 420 euros,
también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Becaria Rodríguez, experta en todas las incertidumbres, también he hecho este
silencio, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Embargado Rupérez, aplastado por una hipoteca, imposibilitado para el descuento
de una jornada de huelga, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá
contado.
Yo,
Simpapeles García, asistenta que no consta en lugar alguno de trabajo, también
he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.
Yo,
Parcial Fernández, expulsado de toda protección social, supérstite humano
gracias a contribuciones en especie, también he hecho este silencio, pero nadie
lo habrá contado.
Contadme,
el sol, que sale para todos, hoy ha hablado más claro, gracias al rotundo
silencio de este amanecer, que también se ha hecho con el mío. Contadme hoy, 14
de noviembre de 2012.
(Mª
Ángeles Maeso).
El
poder del pueblo
Las
cadenas que en un pasado rompimos
quieren
ponernos otra vez,
más
ya aprendimos a desconfiar
de
aquellos que nos las quieren poner.
No
rebajarán más nuestros derechos,
no
nos subirán más los impuestos
porque
si lo hacen sin poder les dejaremos,
y
es que una cosa es clara,
el
poder lo tiene el pueblo
y
cuando se olvide este principio
les
tendremos que recordar
como
aquí lucharon los anarquistas,
o
como unos campesinos derrotaron al Zar.
Mucho
se ha luchado ya
por
los derechos de las clases bajas,
pero
actualmente
priorizan
bancos y cajas.
Gente
humilde es echada de sus casas
mientras
los ricos observan la situación con arrogancia.
Suficiente
hemos aguantado ya
y
no habrá mas solución que el naranjero
si
no nos dejan de ahogar,
pero
la lucha debe ser con la consciencia tranquila
pues
suya fue la ofensiva
y
lo nuestro una lucha a favor de la dignidad y la vida.
(Marc
Vallés Solé).
Huelga
Quiero
una huelga donde vayamos todos,
una
huelga de brazos, de piernas de cabellos,
una
huelga naciendo en cada cuerpo.
Quiero
una huelga
de
obreros de palomas
de
choferes de flores
de
técnicos de niños
de
médicos de mujeres.
Quiero
una huelga grande,
que
hasta el amor alcance.
Una
huelga donde todo se detenga,
el
reloj las fábricas
el
plantel los colegios
el
bus los hospitales
la
carretera los
puertos.
Una
huelga de ojos, de manos y de besos,
una
huelga donde respirar no sea permitido,
una
huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos
del tirano que se marcha.
(Gioconda
Belli).
Huelga
general
Es
un espacio, un tiempo, dos palabras,
pero
también una puerta, un río, un martillo.
Es
una lluvia horizontal, el mañana
en
cada glóbulo rojo de la sangre.
¿Qué
se puede gritar que sea más hermoso?
Hoy
los brazos son para sostener el puño,
para
rodear el cuerpo de los otros,
para
levantar lo caído, para acunar futuros.
Hoy
los brazos hacen lo que quieren,
es
la huelga general.
Mercaderes
de muerte, ¡hoy no haréis negocio!
Todo
se ha parado para denotar vuestra mentira.
Decrecer
para ser más,
y
comer satisfechos el pan duro
porque
no hubo nadie que hiciera el pan
y
bajar a pie felices a la plaza
porque
el autobús no tiene quien conduzca
y
mirar hacia adentro para encontrar el cosmos.
Porque
hoy nada se compra y se vende
como
un ensayo general de pastores-recolectores.
Apagar
para ver, cerrar para ser libres,
no
ir para ser, decir no para pensar el sí,
romper
para reconstruir,
parar
para cambiar el rumbo
y
sobre todo, apagar, cerrar, no ir, decir no,
romper
y parar todos juntos, todas juntas,
porque
somos nosotros los dueños del mundo.
Latir
más lento para hacerlo a la vez.
Es
el día de la melancolía de los talleres,
los
invernaderos, las oficinas y los barcos de pesca.
Cuando
los tornos y los ordenadores
sueñan
sin amos, cuando el cemento
quiere
ser pradera y el dinero
se
convierte en agua.
¡Que
apaguen las centrales nucleares!
¡que
cierren la bolsa!
¡que
den vacaciones a la policía!
Hoy
es la huelga general y no las necesitamos.
Mañana
tampoco.
(Bernardo
Santos).
La
belleza de la huelga general
Con
independencia de todos los valores ético-políticos que pueda tener una huelga
en una situación determinada, en ella hay algo valioso en cuanto tal, más allá
de las circunstancias concretas que la enmarcan: su carácter de interrupción
del curso maquinal de las cosas.
Es
un corte potencialmente capaz de romper el desastre hacia el que se encamina el
mundo. En el universo del tardocapitalismo, lo maquinal es el principio de
muerte, y tenemos que saludar la discontinuidad como una afirmación de vida.
Frente
a la dictadura del “tiempo real”, la demora.
Frente
a la brutal coacción de lo inmediato, la articulada delicadeza de las
mediaciones.
Frente
al abaratamiento de la palabra (condicionado por las mejoras técnicas en el
campo de las telecomunicaciones), el valor de la reticencia y el silencio.
Frente
a la falsa autoridad de la imagen, la dignidad del hueco.
Frente
a la tiranía del trabajo muerto, frente a la demagogia de la normalidad, la
restallante belleza de la huelga general.
(Jorge
Riechman).
XIII.
La huelga
Extraña
era la fábrica inactiva.
Un
silencio en la planta, una distancia
entre
máquina y hombre, como un hilo
cortado
entre planetas, un vacío
de
las manos del hombre que consumen
el
tiempo construyendo, y las nudas
estancias
sin trabajo y sin sonido.
Cuando
el hombre dejó las madrigueras
de
la turbina, cuando desprendió
los
brazos de la hoguera y decayeron
las
entrañas del horno, cuando sacó los ojos
de
la rueda y la luz vertiginosa
se
detuvo en su cerco invisible,
de
todos los poderes poderosos,
de
los círculos puros de potencia,
de
la energía sobrecogedora,
quedó
un montón de inútiles aceros
y
en las salas sin hombre, el aire viudo,
el
solitario aroma del aceite.
Nada
existía sin ese fragmento
golpeando,
sin Ramírez,
sin
el hombre de ropa desgarrada.
Allí
estaba la piel de los motores,
acumulada
en muerte poderío,
como
negros cetáceos en el fondo
pestilente
de un mar sin oleaje,
o
montañas hundidas de repente
bajo
la soledad de los planetas.
(Pablo
Neruda).
No
importa
No
importa,
no
importa.
Si
el yunque paraliza su martillo,
si
la polea detiene su rodaje,
si
el brocal no desciende al pozo,
si
carece de agua y brea
el
torno movedizo
de
nuestra alfarería.
Si
el fulgor
debilitado
no
halla abierto,
el
tosco portón de las sombras
y
rehúsa atravesarlo.
Es
la senda,
el
juego inefable de contrarios,
el
herido contraluz
de
fútiles paraísos,
la
agridulce marea humana
que
restaña
pese
a todo,
a
la entraña fugaz, compacta,
improductiva
de la noche.
Alumbrando
una
alborada insospechada.
(Ana
María Santaella).
Nova
oració del Parenostre
Pare
nostre que esteu en el cel,
sia
augmentat sovint el nostre sou,
vingui
a nosaltres la jornada de set hores,
faci’s
un xic la nostra voluntat
així
com la d’aquells que sempre manen.
El
nostre pa de cada dia
doneu-nos-el
més fàcil que no pas el d’avui,
perdoneu
els nostres pecats
així
com nosaltres perdonem
els
dels nostres encarregats
i
no ens deixeu caure a les mans del director,
ans
advertiu-nos si s’apropa,
amén.
[Nueva
oración del Padrenuestro
Padre
nuestro que estás en el cielo,
sea
aumentado a menudo nuestro sueldo,
venga
a nosotros la jornada de siete horas,
hágase
un poco nuestra voluntad
así
como la de aquellos que siempre mandan.
Nuestro
pan de cada día,
dánoslo
más fácil que el de hoy,
perdona
nuestros pecados
así
como nosotros perdonamos
los
de nuestros encargados,
y
no nos dejes caer en manos del director,
sino
adviértenos si se acerca,
amén].
(Miquel
Martí i Pol).
Con
tu puedo y con mi quiero
vamos
juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con
tu puedo y con mi quiero
vamos
juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con
tu puedo y con mi quiero
vamos
juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con
tu puedo y con mi quiero
vamos
juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con
tu puedo y con mi quiero
vamos
juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con
tu puedo y con mi quiero
vamos
juntos compañero.
(Mario Benedetti).
(Procedencia de los poemas: Gioconda Belli, El ojo de la muer, Poesía reunida (Madrid, Visor, 2004); Mario Benedetti, Inventario. Poesía 1948-1980 (Madrid, Visor, 1981); Pablo Neruda, Canto General (Barcelona, Bruguera, 1980); http://estudios.cnt.es/poesia-y-huelga/; https://blogs.elpais.com/letra-pequena/2012/03/el-poema-de-la-huelga-general.html; https://albokari2.wordpress.com/2008/07/01/nova-oracio-del-pare-nostre/).
(Imágenes: "La huelga", de Honoré Daumier; y “Obreros” de Tarsila do Amaral).