Donald Trump ha anunciado hace unos días el reconocimiento de la ocupación por Marruecos del Sáhara Occidental. Si hasta ahora los distintos gobiernos de EEUU lo estaban haciendo de hecho, mostrando su apoyo al gobierno marroquí en las instancias internacionales y suministrándole armamento, la decisión del presidente de EEUU supone dar una vuelta de tuerca más. Y de paso, claro está, se ha acordado la venta de armamento para seguir garantizando la ocupación.
La maniobra del presidente estadounidense conlleva una contrapartida: el reconocimiento por el gobierno marroquí del estado de Israel y establecimiento de relaciones diplomáticas, que se inscribe dentro de una de las prioridades que Trump se ha marcado en la política internacional, cual es el reforzamiento de las relaciones con Israel y la ampliación de los acuerdos con ese estado desde algunos estados árabes amigos.
Conviene recordar que Trump promovió en enero pasado junto con Benjamin Netanyahu, sin contar con la parte palestina, lo que se ha denominado como "acuerdo del siglo", mediante el cual se reconoció la expansión israelí en los territorios palestinos a través de los enclaves coloniales y, a la vez, se hizo lo propio con Jerusalem como capital de Israel. Hace unos meses también los Emiratos Árabes establecieron relaciones diplomáticas con Israel. Y de paso, como se acaba de hacer con Marruecos, se siguen firmando los consiguientes acuerdos para la venta de armamento.
Como está ocurriendo con el pueblo palestino, en el caso que nos ocupa el pueblo saharaui y su legítimo representante, el Polisario, una vez más, han quedado al margen. Se han vuelto a violar sus derechos y con ellos el mandato de la ONU para que se lleve a cabo el referéndum de autodeterminación, pendiente desde hace tres décadas y boicoteado tanto por el gobierno marroquí como por EEUU.