jueves, 22 de octubre de 2020

Pese a la estrepitosa derrota parlamentaria de Vox, no hay que bajar la guardia

 

Vox ha sufrido un duro varapalo en el Congreso. Se ha quedado solo en su moción de censura contra el gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos, y, además, se ha visto sorprendido por la reacción de un PP, por boca de Pablo Casado, que lo ha ninguneado inmisericordemente. El discurso inicial de Santiago Abascal estuvo falto de un programa concreto, pero, junto a sus diferentes réplicas y las intervenciones de otros dos miembros del partido, dejó constancia clara de lo que Vox representa: clasismo social, neoliberalismo económico, mezcla de euroescepticismo y antieuropeísmo, autoritarismo e intolerancia, idea de una España cerrada, nostalgia del pasado franquista... Fascismo de nuevo tipo.

La dureza con la que se empleó Casado para negar el apoyo a la moción de censura, empapada de una intervención brillante -que no puede negarse-, ha respondido a una necesidad imperiosa: de no haberlo negado, habría dejado en manos de Vox la primacía de la derecha. Pero no sólo. También ha habido un distanciamiento de lo que hasta ahora él y su partido han dicho y hecho, como una puesta en escena ante sus aliados europeos. Los partidos de la derecha europeísta, bien sean democristianos (con Merkel y la CDU al frente) o bien lo sean liberales (con Macron como referente principal), no admitirían la condescendencia del PP hacia un grupo de extrema derecha, que encima, por boca de Abascal, ha hecho un alarde del antieuropeísmo propio de gente como la  francesa Lepen, el primer ministro húngaro Orbán o el presidente polaco Duda. 

Por eso no conviene llevarnos a engaño: el peligro que representa la derecha española y españolista reside en que está crecida, a lo que hay que añadir que se siente con fuerzas y ganas para dar un paso adelante con el fin de acabar con el gobierno y lo que representa. En la actualidad esa derecha se encuentra fragmentada en tres partidos, pero en el seno de PP y Ciudadanos hay amplios sectores de sus votantes que comulgan con buena parte del discurso de Vox.

Que este partido haya sido derrotado con estrépito en el Congreso, por más que nos haya alegrado, no debe llevarnos a la euforia. Queda mucho por hacer y eso supone la ampliación de la democracia en todos sus órdenes, uno de los cuales se encuentra en los derechos sociales y la redistribución de la riqueza. Y de la crisis derivada de la pandemia sólo saldremos si se avanza por ese camino.