martes, 25 de junio de 2019

Ángel Viñas y los mitos del franquismo sobre la Guerra Española


Acabo de terminar la lectura de Las armas y el oro. Palancas de la guerra, mitos del franquismo (Barcelona, Pasado y Presente, 2013), uno de tantos libros escritos por Ángel Viñas. Un historiador de relieve e investigador en los archivos más insospechados de España y el extranjero. Meticuloso y erudito, quizás sea quien haya llegado más lejos en el conocimiento y análisis global de la Guerra Española, y de una manera más profunda tanto en los aspectos económicos como en los internacionales, con un especial énfasis en el asunto del oro de Moscú. 


A finales de los 70 ya leí un artículo suyo publicado en la revista Historia 16 sobre este último tema, al que le siguieron otros a mediados de los 80 en la misma revista (dentro de la colección La Guerra Civil), en el diario El País (y su colección La Guerra de España. 1936-1939) o en la obra colectiva La guerra civil española. 50 años después (Barcelona, Labor, 1985). Ya más recientemente he podido consultar la trilogía dedicada a la Segunda República Española y leer de ella el tercero de los volúmenes: El honor de la República. Entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin (Barcelona, Crítica, 2008). Además de la lectura de nuevos artículos suyos (algunos, en Hispania Nova y Studia Historica), en 2014 apareció un libro firmado por Mario Amorós y titulado 75 años después. Las claves de la guerra civil española. Conversación con Ángel Viñas (Barcelona, Ediciones B), donde hace un repaso pormenorizado y sintético del estado de la cuestión del conflicto, sin que en ningún momento le falte interés.

Accedí a la obra que nos ocupa, aun cuando fue publicada hace unos años, con el fin de aclararme más detalladamente sobre la financiación de la guerra y las diferencias existentes en los dos bandos enfrentados. Un tema que a Viñas, tal como ha contado en diversas ocasiones y vuelve a hacerlo en el mismo libro, le viene de lejos, concretamente de finales de los años 60. Sin entrar en detalles del proceso que ha seguido en su aventura investigadora (los primeros años, en lo relativo al oro de Moscú, los relata en el segundo de los capítulos), lo cierto es que en cada ocasión que ha publicado un trabajo, ha ido aportando nuevos datos desde la indagación en los numerosos archivos consultados.


El libro está dividido en cuatro partes, cada una de las cuales se corresponde con un mito, que, a su vez, va desmontando con rigor y siempre acompañado de la documentación que lo prueba. Así, desmonta lo relativo a que Stalin ayudó más a la República de lo que hicieron Hitler Y Mussolini a los sublevados. Las falsedades vertidas desde el primer momento sobre el oro de Moscú, de un lado, y el ocultamiento de los costes de la financiación de los sublevados, siempre superiores, de otro. La alusión a la ayuda divina y de la religión, más allá de una realidad en la que confluyeron factores decisivos que jugaron en contra de la República, como la superioridad de la ayuda fascista, sobre todo en los primeros momentos, o el boicot de las democracias, además de otros factores como las disensiones internas o los errores militares. Y, por último, los problemas financieros que surgieron tras la guerra, derivados del supuesto saqueo del oro por parte de las autoridades republicanas. 


No falta a lo largo del libro la permanente alusión a la historiografía que ha ido apareciendo, incluidas las memorias de protagonistas. Sobre la historiografía profranquista hace una crítica mordaz y demoledora, dado el empleo arbitrario de los datos, el sesgo interpretativo y las falsedades tan abundantes lanzadas. Y dentro de ésta, de la que corresponde a autores actuales no duda en calificarla de historietagrafía, dada la debilidad intelectual que contiene, basada en lo que se escribió durante la dictadura o los primeros años de la Transición, y con ausencia de fuentes primarias.


El libro acaba con un epílogo donde, entre otras cosas, deja escrito lo siguiente: 


el 'Glorioso Alzamiento Nacional' ni fue glorioso ni fue nacional; se hizo bajo pretextos espurios con un apoyo material italiano que habían negociado los conspiradores calvosotelistas y que ningún historiador español o extranjero ha documentado (lo cual no es sorprendente, visto cómo algunos contemplan el pasado); consiguió la victoria gracias a Hitler y Mussolini, y a la retracción de las democracias en apoyar a un Gobierno acosado desde el interior y desde el exterior; los dictadores fascistas dirigieron hacia Franco un chorro constante de armamento (con frecuencia muy moderno, aunque a veces un tanto superado) y de personal; el respaldo de figuras tan poco recomendables como Hitler y sobre todo Mussolini, expresado en términos financieros, superó al total de las reservas del Banco de España que la República invirtió en hacer frente a los gastos bélicos y no bélicos exteriores; Franco gozó de los frutos de tal respaldo desde el primer momento e ininterrumpidamente; él y sus acólitos mintieron en la guerra y continuaron mintiendo a lo largo de la interminable dictadura; fueron incapaces de diseñar una estrategia verosímil para aclarar las cuestiones pendientes con la Unión Soviética y el simpar Caudillo engañó como a un chino a un viejo compañero de armas, primo y ayudante, conocedor de sus más oscuros secretos, que por su parte se dejó engañar.