Salvó la vida milagrosamente, pese a que, como dijo en alguna ocasión, "los policías me dejaron muerto". Lo ocurrido no evitó que fuera juzgado por un consejo de guerra, que le condenó a 20 de años de cárcel. En 1976 fue liberado, pero su hígado acabó sufriendo unas secuelas graves de por vida. Los protagonistas de la agresión fueron los policías Atilano del Valle Oter y Francisco Rodríguez Álvarez, el primero de los cuales, ya fallecido, fue incluido por la juez argentina María Servini dentro de la causa abierta contra torturadores franquistas.
Miguel fue siempre un humilde trabajador, originario del barrio del Cerro del Águila, que nunca perdió la perspectiva de la acción colectiva para cambiar el sistema capitalista. Tras la disolución de su partido en 1980, no volvió a la militancia partidaria, pero estuvo vinculado a CCOO, del que fue delegado en su empresa, y trabajó en diversos colectivos sociales, como la asociación vecinal de su barrio, el movimiento por la paz o el ecologismo.
(Fotografía publicada en la página de la Asociación por la Memoria Histórica del PTE y la JGE; desde este enlace puede escucharse una entrevista realizada en 2007).