Se cumplen estos días el 40 aniversario de la Marcha Verde, que el nombre que recibió la movilización de miles de marroquíes que el gobierno de Marruecos, con su rey Hassan II a la cabeza, organizó con destino al Sáhara Occidental, por entonces todavía colonia española, utilizada como medio de presión contra el gobierno español. En enero de 1999, en su número 33, salió un breve artículo mío en Debate Ciudadano donde me refería a lo ocurrido. Para el pueblo saharaui todo sigue igual.
El otoño del 75, testigo de
la muerte de Franco, también fue el de la entrega del Sáhara Occidental a
Marruecos y Mauritania. Desde que en 1884 España colonizara la parte occidental
del vasto desierto africano, casi un siglo después se vivió otro de los
capítulos vergonzosos de nuestra historia. Lejos de asumir las
responsabilidades como potencia colonizadora, que exigía el respeto de las decisiones
de la ONU y a la
población que habitaba el territorio colonizado, el gobierno español culminó
con los acuerdos de Madrid (12-14 de noviembre) la representación de una farsa,
cuyo guión se fue escribiendo desde años atrás. En una época donde los restos
de los antiguos imperios coloniales estaban a punto de liquidarse, le tocaba el
turno a la provincia española del Sáhara Occidental, que había conocido el
nacimiento del Frente Polisario, movimiento nacionalista saharaui que luchaba
por la independencia. Siguiendo las instrucciones de la ONU , el ministerio de
Exteriores español había anunciado en agosto de 1974 la celebración de un
referéndum entre la población saharaui para los primeros meses de 1975 con el
fin de que decidiera su futuro. La intención del rey de Marruecos, Hassan II,
era, por el contrario, la anexión. Inició así una carrera contrarreloj que le
permitiera retrasar el referéndum y ganar tiempo y aliados. La apelación ante
el Tribunal de Justicia de La
Haya tuvo como fin encontrar un resquicio legal que
justificara sus pretensiones,
convenciendo a su vez a Mauritania para que hiciera lo propio a cambio
de una parte del botín. Es así como se llegó al otoño del 75, cuando el
dictamen del Tribunal de La Haya
(16 de octubre), fue tergiversado por Hassan II, que anunció a la población la
existencia de derechos históricos y convocó la marcha de 350.000 personas para
ocupar el Sahara, iniciada el día 21 y finalizada el 9 de noviembre. ¿Pero qué
había ocurrido en realidad? En algunos círculos de poder españoles ya se había
gestado la decisión de entregar al vecino del sur (Alto Estado Mayor, varios
ministros, etc.) y personas con intereses económicos en Marruecos (el ministro Solís era el más
relevante). El gobierno francés estaba interesado en consolidar la posición de
su país en la zona. Y, sobre todo, EEUU quería fortalecer a su principal aliado
en el flanco suroccidental atlántico frente a Argelia y Libia y evitar la
aparición de un estado nuevo que, por la ideología del Frente Polisario, le podía
crear problemas. Los sucesos ocurridos en los meses de octubre y noviembre
fueron una farsa porque estaba todo decidido con antelación: en el mes de abril
el Alto Estado Mayor y la
Presidencia del Gobierno ya habían decidido la entrega a
cambio de compensaciones (bases militares, acuerdos económicos, Ceuta y
Melilla); el 17 de octubre (el mismo día que Franco cayó definitivamente
enfermo y un día después del anuncio de Hassan II de convocar la Marcha Verde) el
gobierno aprobó la decisión y al día siguiente se dio la orden de evacuación de
la población española ("operación golondrina"); desde meses atrás se
estaba preparando la
Marcha Verde , donde intervino, entre otros, el departamento
de Estado de EEUU; la marcha, lejos de ser una operación de ocupación, fue la
excusa perfecta que Hassan II utilizó para forzar las resistencias existentes
entre los círculos de poder españoles, sobre todo en el ministerio de
Exteriores. Ridículo fue el papel de los embajadores españoles ante la ONU defendiendo el referéndum
y los derechos de la población saharaui, mientras sus ministros y jefes
militares negociaban lo contrario. Fue ridículo lo que hicieron los gobernantes
españoles siguientes, que consintieron el incumplimiento por Marruecos de lo
acordado en noviembre. Pero, sobre todo, indigno fue el comportamiento de
quienes abandonaron a un pueblo valeroso que no dudó en defender su dignidad a
costa de una guerra que dura hasta nuestros días. Responsabilidad extensible a
quienes, en los años sucesivos y hasta nuestros días, permitieron que todo
siguiera igual.
(La imagen es una reproducción mía a mediados de los años setenta de un conocido cartel de solidaridad con la causa saharaui).