Hace unos años -casi veinte ya- escribí para Debate Ciudadano una breve reseña de Fermín Salvochea, una de tantas que dediqué a largo de varios a diversos personajes que eran referentes de la tradición revolucionaria y popular. En esa ocasión conté con la colaboración del amigo, artista y entonces compañero de trabajo Joaquín "Tato" Cort, que realizó en dibujo a tinta un excelente retrato de Salvochea. Y lo de la tradición popular a que me refería le iba al pelo, pues se sabe que su entierro, allá por el año 1907, fue una -si no la primera- de las congregaciones de gente más numerosas habidas en la capital gaditana. Huelga decir por ello que fue una persona muy querida y su recuerdo se ha mantenido vivo en la memoria de bastante gente. Incluso en 2004 una comparsa utilizó el nombre de "El batallón de Salvochea" para participar en el carnaval y no han sido pocas las agrupaciones que en alguna ocasión le han dedicado algunas letras.
Maldito para quienes no entienden eso de luchar por una vida mejor para todas las personas sin excepción, dejo aquí la reseña que escribí en 1996, breve, pero creo que ilustrativa de lo que fue la vida y obra del bendito -¿por qué no calificarlo así?- Fermín Salvochea:
Nacido en Cádiz en 1842, en una familia de ricos comerciantes, se integró desde joven en proyectos sociales alternativos y participó en acontecimientos políticos como la revolución de 1868 o la revolución cantonalista de 1873. Republicano federal, fue elegido alcalde de Cádiz en marzo de 1873 y presidente del cantón de la ciudad en el verano, razón por la cual fue condenado a cadena perpetua cuando el general Pavía acabó con
(Debate Ciudadano, n. 10, julio-agosto de 1996).
(Dibujo realizado por Joaquín "Tato" Cort)
Post scriptum
Acabo de leer un artículo del conocido comparsista gaditano Juan Carlos Aragón -compañero mío de trabajo en el instituto, una vez más, este curso que acaba- que ha titulado "El Kichi Ése". Hace una crítica mordaz y sagaz de quienes, entre otras cosas, utilizan la figura de Salvochea para meterse con el alcalde de Cádiz. Genial -una vez más- es lo menos que puede decirse de Juan Carlos, cuya pluma se ha posado como una colleja sobre la cabeza de ese facherío rabioso que no deja de ser expresión de lo más rancio del mundo en que vivimos.