El siglo XX
ha sido el más convulso de la historia. En él han convergido el colonialismo, numerosas guerras –dos de ellas
mundiales-, revoluciones, dictaduras, miseria, hambre…, presentes de una forma
permanente. A la vez ha sido un siglo de grandes esperanzas, de manera que el
reconocimiento de los derechos humanos y la mejora de las condiciones de vida
de la gente han movilizado a millones de personas. El mundo del arte no ha sido
ajeno a todo ello. Los conflictos y las transformaciones económicas, sociales y
políticas habidas han incidido en su mundo, dando lugar a una nueva etapa en su
evolución en Europa, el mundo occidental y el resto del mundo.
Se ha
producido una clara ruptura clara con los cánones de otras épocas, expresada a
través de una gran diversidad de formas y visiones que se han sucedido y
coexistido: los “ismos”. Creación y experimentación han ido más unidas que
nunca, en la búsqueda de nuevas formas, materiales, técnicas, valores, temas,
significados... Los y las artistas se han sentido más libres que en ningún otro
momento de la historia, lo que ha conllevado una mayor difusión y conocimiento
de sus obras, facilitado por las crecientes demandas políticas y culturales de
la sociedad.
Kandinsky es
uno de lo exponentes de los cambios que
se sucedieron desde los primeros momentos. Su atracción por el mundo del arte
fue la causa del abandono de su carrera como jurista. Según él fue el encuentro
con la obra de Monet en una exposición en Moscú lo que llevó a trasladarse a
Alemania, donde inició, a modo de vocación tardía, su formación académica.
Pronto descubrió que el formalismo académico no llenaba sus pretensiones, lo
que le fue acercando al fauvismo, tan en boga en el país vecino del suroeste.
Los colores llamativos y las formas libres esparcidas con la espátula se
acomodaban mejor a su modo de concebir el arte. Si su estilo apuntaba al
atrevimiento, sus preferencias temáticas, sin embargo, se inspiraban en las
tradiciones rusas y alemanas. Casi de una forma natural, su pintura se fue
integrando dentro del movimiento expresionista que estaba desarrollándose en
los países nórdicos y especialmente en la propia Alemania. Fue uno de los integrantes
del grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), algo más tardío en su nacimiento
que el otro grupo expresionista alemán, Die Brucke, más crítico en sus
planteamientos y en su mensaje.
En medio de
su formación/creación artística Kandinsky vivió en 1908 un nuevo episodio entre
vital y anecdótico, esta vez como consecuencia de la percepción que tuvo de una
de sus obras, colocada lateralmente y vista de improviso entre la penumbra. Dos
años más tarde pintó su primera “improvisación”, la primera obra abstracta moderna,
donde se despojó de toda atadura formal. Dio rienda suelta no tanto a su
imaginación, como a la exteriorización de su mundo interior a modo de estímulos
para que quienes observaran sus obras sintieran la emoción y la belleza.
Influido por
el pensamiento filosófico de Bergson y los historiadores del arte Worringer y, luego, de Strzigowsky, quiso
romper con los cánones occidentales surgidos en el Renacimiento y desarrollados
en occidente, defendiendo un arte irracional que irradiara la fuerza espiritual.
Partiendo del misticismo ruso, buscó aunar lo que consideraba el fondo común de
todas las religiones. En su opúsculo De
lo espiritual del arte, de 1912, escribió lo siguiente: “El artista,
comparado con el que no lo es, tiene tres responsabilidades: 1° ha de restituir
el talento que le ha sido dado; 2° sus actos, pensamientos y sentimientos, como
los de los otros hombres, conforman la atmósfera espiritual, la aclaran o la envenenan;
3° sus actos, pensamientos y sentimientos, que son el material de sus creaciones,
contribuyen a su vez a esa atmósfera espiritual”.
En 1914
regresó a Rusia y con el triunfo de la revolución bolchevique intentó sumarse a
los cambios políticos. Pero su concepción del arte no fue capaz de adaptarse.
Su espiritualidad resultaba excesiva en un momento en que las vanguardias
artísticas rusas se mostraban tan activas y creativas. No concordó ni con el constructivismo,
más extremo en la asociación entre forma y funcionalidad, y ni siquiera con el suprematismo,
pese a ser más permeable a acoger la sensibilidad espiritual. Estas tendencias
pujaban por la inmediatez de los mensajes políticos y el geometrismo de las
formas, todo ello imbuido de una materialidad y una racionalidad que le
resultaba si no antagónica, al menos muy lejana.
Después de
impartir la docencia durante un tiempo, en 1921 acabó regresando a Alemania, invitado
por Walter Gropius para integrarse en al escuela de la Bauhaus. Los años
siguientes fueron de cierta placidez, desarrollando su concepción artística, a
la vez que intentaba transmitir desde la docencia la sensibilidad del manejo
del color y la necesidad de la expresión de lo que consideraba más profundo del
alma humana. Empezó a acercarse a las formas geométricas simples de círculos,
triángulos, espirales o líneas rectas, como si quisiera participar de la explosión de geometrismo
dominante del arte europeo presente en la abstracción de los Mondrian, Malevich, Delaunay,
Rodchenko y tantos otros, y hasta el cubismo
de Picasso, Bracke o Gris. Profundizó en sus planteamientos teóricos en una nueva obra: Punto y línea sobre el plano. Desde esos tres elementos geométricos fue aplicando nuevas interrelaciones entre la forma y el color. Pese a ello, en lo que empezó a denominar ya como composiciones, siguió fiel en su tarea de provocar
estímulos y mantuvo la distancia de lo
que para él era un arte frío y racional, como apóstol de su
abstracción irracional cargada de espiritualidad, a la que también se ha calificado de lírica.
Kandinsky ha sido un artista importante. Portador de un atrevimiento sin parangón a la hora de expresar las formas teñidas de colores, pero miedoso para hacerlas rompedoras de ciertas ataduras del pasado. Bendita contradicción, pese a todo.
Bibliografía de referencia
Argan, Giulio Carlo (1977). El arte moderno. La época del funcionalismo. La crisis del arte como "ciencia europea". Fernando Torres Editor, Valencia.
Düchting, Hajo (2007). Vassily Kandinsky (1876-1944). Una revolución pictórica. Taschen/El País, Madrid.
Düchting, Hajo (2007). Vassily Kandinsky (1876-1944). Una revolución pictórica. Taschen/El País, Madrid.
Kandinsky, Vassily (1989). De lo espiritual en el arte. Premia Editora S.A., México D.F. En http://fundamentos1.bellasartesupr.org/Lecturas_files/Kandinsky-de-lo-espiritual-en-el-arte.pdf (consultado el 12-07-2014).
Vicens, Francesc (1975). Arte abstracto y arte figurativo. Salvat, Barcelona.
(Fotografía: Vassily Kandinsky, La primera acuarela abstracta)
(Fotografía: Vassily Kandinsky, La primera acuarela abstracta)