Ya llegó. La
noticia fue el titular principal de los medios de comunicación desde el primer
momento que se anunció por oficialmente el rescate financiero a España. Era esperada. Se llevaba varios días
rumiando cómo iba a concretarse la cosa. Ayer el gobierno y cada medio trataron
e interpretaron lo sucedido a su manera. El gobierno, en boca del ministro
Economía, De Guindos, en todo momento ha
evitado pronunciar la palabra rescate. Algunos medios -de la derecha, por
supuesto- reprodujeron en sus titulares las palabras del ministro: “Es un apoyo financiero”. Otros han sido más críticos. En general
los diarios conservadores o evitaron la palabra o la camuflaron matizando que
era un rescate a los bancos. Esto último fue lo que hizo Público, aunque me imagino que más como una fórmula técnica. Algo
parecido hizo Le Monde, el único de
los diarios extranjeros que consulté que publicó la noticia en el primer
momento. Muy contundente ha sido El País,
el que más, que a gran tamaño y en mayúsculas publicó “RESCATE A ESPAÑA”. Con ironía El Periódico de Catalunya se refirió a
un “rescate a la española”. El muy psocialista El Plural utilizó el término ridículo hecho de nuevo por De Guindos. El único que ha señalado, que ni pintado, la dimensión de lo que va a ocurrir ha sido Gara, que se
refiere al rescate bancario y sus consecuencias, esto es, “aumentará la deuda y
traerá más recortes”.
Repito, son
los titulares, no el contenido de los editoriales, artículos y opiniones que se
están publicando. Pero es que los titulares marcan, en principio, por dónde van
los tiros del tratamiento. En general se busca tranquilizar a la gente, casi siempre
desde la matización de que son los bancos los protagonistas de las ayudas y/o
el rescate. Se dedican más espacios a hablar de los ahorros y los impuestos. El País y El Mundo, por poner dos ejemplos representativos, están haciendo mucho
hincapié en ello. Escriben también tímidamente sobre el descenso de los
dividendos en las acciones o el recorte en las prebendas de los directivos (sueldos, indemnizaciones...). Sin
embargo, se diga lo que se diga, la devolución de los 100.000 millones de euros
no se va a hacer a expensas de quienes han provocado el enorme agujero
financiero y, además, se han llevado pingües beneficios. Eso está claro mientras sigan en el gobierno los partidos que lo han
gestionado o lo gestionan. Son la voz de su amo, cuando no su expresión.
Las
consecuencias no son sólo los ahorros, los dividendos o los ingresos de los
directivos. Porque cualquiera que tenga dos dedos de frente debe saber que el
grupo económico tradicionalmente más poderoso de nuestro país no va a ceder un ápice
en status de poder y riqueza. Las
ayudas a la banca se pagarán en forma de subida del IVA –que lo paga todo el
mundo por igual-, de más bajada de los sueldos del personal de la administración
pública –que, como acaba de decir Esperanza Aguirre, no le vota-, de más
despidos entre el personal público –primero, quienes están en la interinidad, y
luego…-, de más recortes en la sanidad y la educación -con el consiguiente deterioro
en derechos sociales y el bienestar general-, de más horas de trabajo –nominales
y reales, por norma o encubiertas-, de más años de trabajo antes de la jubilación,
de más restricciones en las prestaciones de desempleo, de más recortes en las ayudas
a los sectores más vulnerables y, por qué no, de hasta bajada nominal –no sólo
real- de las pensiones.
Llevamos dos
años de recortes y reformas legales que están limitando los derechos sociales y
laborales conquistados. La respuesta social, que existe, es tímida y no está
generalizada. La respuesta ante las huelgas generales ha servido de barómetro.
Mucha gente sigue creyendo que la salida de la crisis debe ser individual o
yerra en el pronóstico, buscando culpables donde no los hay, y minimizando o exonerando
incluso a quienes lo son realmente. Esto explica que la respuesta política apenas
se haya expresado en una pequeña desviación hacia la izquierda- IU, más
concretamente-, castigando duramente al PSOE y dando mayores apoyos al PP.
Es la acción colectiva
y solidaria la única manera de salir mejor del pozo donde cada vez nos hunden más.
La única. Y eso requiere más esfuerzo para lanzar la energía hacia quienes nos
han metido en él. Requiere un cambio metal, romper con la ideología dominante.
La misma que lleva a creer que lo principal es enriquecerse, que todo vale, que
cada cual va antes que el resto, que los problemas sociales son sólo responsabilidad
de quienes los tienen…
Hace años se
oía mucho la tonadilla de una canción: “que se vayan, se vayan, se vayan…”. A ver cuándo hacemos
que se cumpla.