viernes, 25 de mayo de 2012

La sanguijuela neoliberal


"Es como si hubiera una sanguijuela que chupa la sangre del cuerpo y que, como resultado de ello, la persona estuviera a punto de morir y le inyectaran sangre para que pudiera continuar viviendo y así la sanguijuela pudiera continuar chupándole la sangre". Con estas palabras Vincenç Navarro ahonda en las claves de la situación que está viviendo Europa, la política económica que se está aplicando y quiénes se están beneficiando de la situación. Plantea que dos son los pilares sobre los que se sustenta dicha política económica: los planes de estabilización y la actuación del Banco Central Europeo. De lo primero, como tantas veces se ha repetido, parten las duras medidas de ajuste que los estados están aplicando, lo que está conllevando, entre otras cosas, la rebaja de los salarios y el recorte de servicios sociales. De lo segundo señala un hecho que es altamente significativo: el Banco Central Europeo no actúa como tal, en la medida que el papel que le han asignado no se corresponde con lo debería hacer. Esto es, ayudar a conjugar los deficits de los estados y protegerlos de las agresiones que los mercados financieros lanzan sucesivamente. Por eso Navarro utiliza el símil de la sanguijuela. La cosa consiste en prestar dinero muy barato (1%) a los bancos privados para que compren deuda pública a intereses superiores (por ejemplo, el 6%). Así resulta imposible que se pueda salir de la situación crítica por muchas medidas de ajuste que se tomen. 

También así se entiende que las dos principales potencias europeas, Alemania y Francia, insistan en forzar la actual orientación económica. Los bancos de estos países, especialmente los alemanes, junto con bancos de otros países (británicos, holandeses...), son los que se están beneficiando de ese negocio. En consonancia con lo que llaman mercados financieros, se ha creado una estrategia de lanzarse contra las economías europeas más débiles (griega, irlandesa, portuguesa, española, italiana...) que les está resultando muy rentable. Ya en la etapa anterior los principales bancos se beneficiaron prestando dinero a los bancos de los países menores, que hacían lo propio, a diestro y siniestro, sobre la gente y empresas, mientras crecía la burbuja de la especulación financiera e inmobiliaria. Ahora, cuando ha estallado y con la ayuda del Banco Central Europeo, lo que se ha hecho es reorientar el negocio hacia la compra de deuda pública de los países con economía más débil, creando, cuando resulta necesario, alarmas artificiales para que las inversiones especulativas se muevan según interese. Todo un juego perverso del latrocinio más feroz.

Los medios de comunicación del sistema, que se sostienen con los fondos de las grandes corporaciones o son portavoces de los gobiernos, se encargan de airear números y palabras sin que casi nadie sepa qué significa, y que se asocian con lo negativo, con los peligros más inusitados. Sólo oír esa cantinela pone en guardia a la gente, como cuando en la infancia de otro tiempo se oía lo del hombre del saco. Bastaba que alguien lo dijera, para que saliéramos corriendo. 

En toda esta estrategia no todo está saliendo según lo previsto. El primer obstáculo lo han encontrado en Islandia, donde la gente dijo no a las medidas que, a través de su gobierno, querían imponer. Y también donde se ha encarcelado a responsables del desaguisado. Varios banqueros –algunos huidos- y algún exministro aguardan a los juicios correspondientes. El segundo obstáculo lo están encontrando en Grecia, donde la resistencia popular está haciendo difícil que se siga llevando a cabo la política criminal que aplican sus gobiernos, obedientes de sus superiores foráneos. Las últimas elecciones, además, han hecho saltar las alarmas y más aún cuando las previsiones de las convocadas para junio pueden dar como ganadora a una fuerza política de izquierda opuesta a dichas medidas. Está por ver lo que pueda salir de Francia, teniendo en cuenta que la elección de Hollande ha supuesto, de partida, una fisura en el tándem que antes formaban Merkel y Sarkozy. Y sin olvidar tampoco la cita electoral de junio, donde los resultados pueden condicionar aún más el futuro.

La confrontación política no está generalizada, pero sí se perciben atisbos de que puedan aparecer nuevas situaciones. De un signo y otro. Y aquí puede jugar un papel importante el factor nacional, como ya ocurrió en otras épocas. Una muestra es el apoyo reciente que el SPD alemán acaba de dar a Merkel en su política europea, priorizando así la hegemonía política y económica alemana en Europa. Una apuesta arriesgada, que puede tener sus réditos políticos a corto plazo en ese país, pero que puede verse cortada por el grado de sumisión o resistencia, según sea el caso, que muestren las gentes  de los otros países, sobre todo los que peor lo están pasando.   

Por lo que podemos ver, en los tiempos que corren no es necesario llevar los ejércitos más allá de las fronteras para conseguir los objetivos económicos. De momento son otro tipo de armas las que se utilizan. Más sutiles, eso sí, pero creadoras también de víctimas. En Europa, por ahora, en forma de paro, recortes sociales, pobreza, desesperación, suicidios... Y en el otro lado de la frontera quienes dominan el mundo continúan con sus guerras para controlar los recursos estratégicos. Así está el mundo.