Vivimos en mundo "globalizado". Para los gurús del neoliberalismo y quienes están a su servicio en cualquiera de las formas, globalización es sinónimo de libertad de movimiento de bienes, servicios y capitales, pero no de las personas. A éstas sí se les pone límites mediante leyes, patrulleras armadas, muros o lo que impida que puedan circular libremente, casi siempre para poder subsistir o ayudar a sus familias. Se trata de una libertad relativa, por no decir tramposa, y, por supuesto, interesada. Los bienes, los servicios y los capitales, que controlan las grandes corporaciones multinacionales de los países ricos con la aquiescencia de las oligarquías locales de los países más pobres, sí pueden entrar y salir sin problemas, aunque ello suponga el saqueo de sus recursos naturales, la apropiación de los recursos básicos para su desenvolvimiento o la exportación de alimentos a los países ricos mientras parte de su población, a veces la mayoría, está malnutrida o simplemente se muere (así, literalmente, sin exagerar) de hambre.
Los medios de comunicación, en su inmensa mayoría, reproducen este mundo idealizado donde parece que la pobreza es culpa de quienes la padecen y la riqueza es mérito de quienes la tienen. Una pobreza que, de vez en cuando, se solapa con una hipócrita solidaridad, que no es más que una asquerosa y raquítica caridad, mediante algunos programas, algunas campañas o cualquier otra tontería por el estilo.
En este cuaderno voy poniendo diversos enlaces de la red alternativos con el fin de que se pueda acceder a ellos, si se quiere, por supuesto. Hoy he decidido incluir Cubainformacióntv, donde se pueden ver y escuchar noticias no sólo de este país, sino del mundo latinoamericano. Merece la pena conectarse, al menos de vez en cuando. Aclara muchas cosas, muchas falsedades que se lanzan contra Cuba. Cuando Juan Pablo II visitó ese país en 1998, Fidel Castro, entonces presidente del Consejo de Estado, le dijo sobre la preocupación que mostraba el pontífice (qué bien me queda) por los niños y las niñas que morían de hambre en el mundo, que en Cuba ninguno perecía por ello, sino todo lo contrario. Es cierto que este país es pobre si lo comparamos con los niveles de los países ricos, pero hay un dato inapelable: su esperanza de vida es similar a los de los países ricos e incluso superior a la de EEUU. ¿Qué significa eso? Que se reparten los alimentos, que la sanidad es gratuita y está extendida para toda la población. Además reciben cada año a decenas de miles de pacientes de países pobres para tratarse de enfermedades o "exportan" profesionales de la medicina a otros países para desarrollar programas de salud en los lugares más pobres y degradados. En educación los niños y las niñas están estudiando hasta los 15 años, disponen de ordenadores en todos los centros (uno por cada dos), tienen una población universitaria numerosa y preparada para atender las necesidades del país y de otros países (medicina y educación, sobre todo). ¿Es que acaso eso no vale más que tener móviles, televisores con pantallas ultraplanas y coches contaminantes, por ejemplo? Y no me he referido al bloqueo que EEUU lleva ejerciendo contra la isla desde el principio de la revolución. En fin, Cuba da mucho para escribir. Por hoy, ya está bien. Ciao.
Post scriptum
Acabo de leer en la revista El viejo topo (número 262, noviembre 2009) que la conocida como "Operación milagro", que tiene como objetivo el tratamiento de gente con afecciones oculares (cataratas, glaucomas y pterigium), ya ha superado el número de 1,6 millones de personas beneficiadas, pertenecientes a 35 países de América latina, África y Asia. He contrastado la noticia a través de internet y se corrobora esa información por varias fuentes. Sin profundizar en el tema, se trata de un programa desarrollado por los gobiernos cubano y venezolano, pero aplicado por profesionales de la medicina de Cuba tanto en su país como en los países beneficiados. Según El viejo topo, el gobierno boliviano ha calculado que su país se ha ahorrado mediante este programa más de 210 millones de dólares, sin contar, añado yo, que sin él no se habría podido curar a unas 400.000 personas. ¿No es una muestra de solidaridad entre gobiernos y pueblos?