miércoles, 22 de julio de 2009

Metáfora de nuestra sociedad


"(...) ¿Sabéis quién lo puede todo? Lo voy a explicar: cuando uno nace se encuentra con algo independiente de uno mismo hasta ese momento; desde que nace ya es parte de una realidad. Y esa realidad, compleja por muchas cosas, tiene dos partes. Unos lo tienen todo, lo dirigen todo, hacen lo que quieren. En el otro lado la cosa ya se complica un poco, porque lo poco que tienen que repartirse se lo quitan unos a otros. De esta manera siempre hay quien se queda sin nada. Nos imaginemos un portal con ascensor y unas escaleras. Los que tienen todo son dueños del ascensor, tienen ese poder y ese privilegio, suben y bajan a su antojo. Entre los otros, cada uno es dueño de un escalón y abajo siempre quedan muchos descolgados. Luchan entre sí, pero siempre con esta consigna: mirar hacia arriba, nunca hacia abajo. De esta manera vemos cómo la realidad dividida en dos partes (los del ascensor y los de la escalera) se hace más compleja desde el momento en que se admite, se respeta, se asume; y, sin embargo, la mitad de esa realidad, la de los más, la de los que tienen menos en todo, se configura a sí misma como un cuerpo estratificado. Pero hay más. No es que esa realidad estratificada intente suplantar (y lo consiga) a la realidad total, sino que dentro de aquélla hay gente que intenta dos cosas: a) demostrar que lo principal es hacer desaparecer las dos partes antagónicas; b) abogar por la igualdad de todos. Esa tarea es difícil, dura y peligrosa. Hay de todo. Y sigo con más cosas: hay multitud de portales, con escaleras y ascensores. Unos portales son más grandes que otros; unos tiene más escaleras y otros, menos; unos tienen ascensores y otros, no; unos tienen escaleras de mármol y ascensores de oro, otros son más modestos..."


(Salamanca, mayo de 1983)