Ayer me acerqué a Conil y estuve en la concentración organizada para denunciar los atropellos permanentes contra los Derechos Humanos y el Derecho Internacional que está ejerciendo Israel. Si alzar la voz contra el genocidio que sufre el pueblo palestino es un deber ético, porque sobrepasa en grado sumo el respeto de los Derechos Humanos, ayer sumamos lo ocurrido con la conocida como Flotilla Internacional de Solidaridad.
El brazo armado de Israel, al dictado de su gobierno, sigue destruyendo edificios e infraestructuras, asesinando a personas e impidiendo la llegada de ayuda. Entre ayer y anteayer sumó a sus desmanes el apresamiento de un buen número de las personas que componían la Flotilla. Saltándose todas las normas del Derecho Internacional, con la complicidad de EEUU y ante la pasividad, si no también complicidad, de buena parte de los gobiernos europeos.
Por numerosas ciudades del país y del mundo se han realizado concentraciones, manifestaciones y diferentes actos de protesta, y entre ellas ha estado Conil. Me ha sorprendido la asistencia numerosa, de varios centenares de personas, quizás cercana al medio millar. Mayores, jóvenes, niños y niñas hicieron sentir su grito solidario. Un pueblo combativo.