(Bertold
Brecht).
Por qué cantamos
Si cada
hora viene con su muerte
si el
tiempo es una cueva de ladrones
los aires
ya no son los buenos aires
la vida es
nada más que un blanco móvil
usted
preguntará por qué cantamos
si nuestros
bravos quedan sin abrazo
la patria
se nos muere de tristeza
y el
corazón del hombre se hace añicos
antes aún
que explote la vergüenza
usted
preguntará por qué cantamos
si estamos
lejos como un horizonte
si allá
quedaron árboles y cielo
si cada
noche es siempre alguna ausencia
y cada
despertar un desencuentro
usted
preguntará por qué cantamos
cantamos
porque el río está sonando
y cuando
suena el río / suena el río
cantamos
porque el cruel no tiene nombre
y en cambio
tiene nombre su destino
cantamos
por el niño y porque todo
y porque
algún futuro y porque el pueblo
cantamos
porque los sobrevivientes
y nuestros
muertos quieren que cantemos
cantamos
porque el grito no es bastante
y no es
bastante el llanto ni la bronca
cantamos
porque creemos en la gente
y porque
venceremos la derrota
cantamos
porque el sol nos reconoce
y porque el
campo huele a primavera
y porque en
este tallo en aquel fruto
cada
pregunta tiene su respuesta
cantamos
porque llueve sobre el surco
y somos
militantes de la vida
y porque no
podemos ni queremos
dejar que
la canción se haga ceniza
(Mario
Benedetti)
Herencia
Los
nacionales entraron en el pueblo.
Ella le
invadió un miedo atroz al entrar en casa
y ver cómo
el perro se abalanzaba sobre ella.
Se
sucedieron volantes, fotos antiguas, años de resistencia,
su padre
muerto, vestidos de lunares, otros
perros más
grandes,
un
madrecita, que me quede como estoy.
A su
hermano lo arrastró de la oreja a casa.
Después
vino a buscarme a mí,
porque
creyó que me llevaba el hombre del saco.
Quizás fue
eso la guerra civil
y no lo que
contaban en las noticias.
Ahora sé
que las fobias son hereditarias.
(Ana Castro)
1936
Recuérdalo
tú y recuérdalo a otros,
cuando
asqueados de la bajeza humana,
cuando
iracundos de la dureza humana:
este hombre
solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo
tú y recuérdalo a otros.
En 1961 y
en ciudad extraña,
más de un
cuarto de siglo
después.
Trivial la circunstancia,
forzado tú
a pública lectura,
por ella
con aquel hombre conversaste:
un antiguo
soldado
en la
Brigada Lincoln.
Veinticinco
años hace, este hombre,
sin conocer
tu tierra, para él lejana
y extraña
toda, escogió ir a ella
y en ella,
si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida,
juzgando
que la causa allá puerta al tablero
entonces,
digna era
de luchar
por la fe que su vida llenaba.
Que aquella
causa aparezca perdida,
nada
importa;
que tantos
otros, pretendiendo fe en ella,
sólo
atendieran a ellos mismos,
importa
menos.
Lo que
importa y nos basta es la fe de uno.
Por eso
otra vez hoy la causa te aparece
como en
aquellos días:
noble y tan
digna de luchar por ella.
Y su fe, la
fe aquella, él la ha mantenido
a través de
los años, la derrota,
cuando todo
parece traicionarla.
Mas esa fe,
te dices, es lo que sólo importa.
Gracias,
compañero, gracias
por el
ejemplo. Gracias por que me dices
que el
hombre es noble.
Nada
importa que tan pocos lo sean:
no, uno
tan sólo basta
como
testigo irrefutable
de toda la
nobleza humana.
(Luis Cernuda)
Ayúdame
Ayúdame a
no arrastrar el pasado,
a vaciar mi
equipaje
en este
ligero peregrinaje.
Enséñame
que la vida
no es sólo
blanco y negro
y que el
cielo no siempre está gris.
Ayúdame a
quitar la venda que cubre mis ojos
y que no me
deja percibir la belleza de la naturaleza.
Enséñame a
no sentirme inferior ni superior,
sólo
pretendo ser una más
formando
parte de este universo.
Ayúdame a
ver el camino de la verdad,
a creer en
mi destino y a tener
paz, fuerza
y alegría.
(Fatma
Galia)
El herido II
Para la
libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la
libertad, mis ojos y mis manos,
como un
árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los
cirujanos.
Para la
libertad siento más corazones
que arenas
en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en
los hospitales, y entro en los algodones
como en las
azucenas.
Para la
libertad me desprendo a balazos
de los que
han revolcado su estatua por el lodo.
Y me
desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa,
de todo.
Porque
donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá
dos piedras de futura mirada
y hará que
nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne
talada.
Retoñarán
aladas de savia sin otoño
reliquias
de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy
como el árbol talado, que retoño:
porque aún
tengo la vida.
(Miguel
Hernández)
Esto aún no ha terminado…
Esto aún no
ha terminado,
aún no
hemos vencido,
pero
seguiremos avanzando,
con
nuestros temores,
nuestros
recuerdos
y lo no
dicho ni escrito.
Porque
nuestro nuevo mundo,
es distinto
al anterior conocido,
porque un
abrazo
es un regalo
prohibido,
que espera
ser recibido y permitido.
Algunas
lágrimas seguirán cayendo
por
aquellos que se fueron
sin ser
despedidos.
Balcones
fantasmas
con plantas
abandonadas,
imágenes no
enseñadas,
soldados
verdes sin armas,
que
sujetaban las manos
de los que
cayeron en la batalla.
Gracias
a los que
entregaron
su alma por
esta causa.
Gracias
a los que
trabajaban
mientras
los demás
nos
quedábamos en casa.
Gracias
a los más
pequeños
por
mantener la calma.
Gracias, a
todos,
muchas
gracias.
(María Beatriz
Muñoz Ruiz)
A mi Partido
Me has dado
la fraternidad hacia el que no conozco
Me has
agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has
vuelto a dar la patria como en un nacimiento.
Me has dado
la libertad que no tiene el solitario.
Me
enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me diste la
rectitud que necesita el árbol.
Me
enseñaste a ver la unidad y la diferencia de los hombres.
Me
mostraste como el dolor de un ser ha muerto en la victoria de todos.
Me
enseñaste a dormir en las camas duras de mis hermanos.
Me hiciste
construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste
adversario del malvado y muro del frenético.
Me has
hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
Me has hecho
indestructible porque contigo no termino en mí mismo.
(Pablo
Neruda)
Trenzo mi pelo, cae un rayo
En este
pueblo no había espejos
ni ventanas
nos
mirábamos en las paredes
sucias de
los desastres sin origen
con raíces
enredadas en látigos
aprendimos:
cada
movimiento puede ser el último
respirar,
tajearnos la espalda
vimos
nuestra cara en las telarañas
nos
balanceamos con cuidado
entre los
nudos
apretamos
la boca
el aire
justo que deja entrar
insectos
raquíticos
una mínima
luz de proteína,
crecimos
como espigas encorvadas
por el
verano de los ojos dentados
sanguijuelas
succionando
nuestra
marcha arrancadas en lo más tierno
por manos
limpias
de sangre
hasta las muñecas, así
nos
enseñaron el gesto de la margarita
lánguida,
blanca, se abre, da
se abre, se
desnuca: se queda calva
el cuello
disecado en las yemas
de los
predadores.
Fuimos
enviadas al desierto
a amamantar
a las hienas
a pescar
anguilas con hachas
ahí nos
vimos, en el filo
los ojos
brillantes
nuestras
lenguas rojas
uñas
perforando el eco del estanque
nos
reconocimos,
ya habíamos
besado tantas veces
con los
labios curtidos
de otras,
que éramos nosotras
observándonos
a ciegas
en las
fallas del muro.
-Todas
fuimos nuestro espejo-
Una mujer
grita en una fiesta
una mujer
cosecha en la montaña
una mujer
canta al pie de un abismo
una mujer
se cubre la boca y la nariz
con un
pañuelo
una mujer
acaricia un colibrí
una mujer
prende fuego las cruces
que le
colgaron
una mujer
cabalga de espaldas
saluda a un
puma detrás del monte
una mujer
hace un círculo de sal
y mira las
estrellas
una mujer
arroja al agua un manojo de células
que no
tienen el nombre de su deseo
una mujer
astilla mil pantallas
una mujer
abre una ventana
una mujer
cierra una puerta
una mujer
baila desnuda
una mujer
entra en el río
una mujer
conjura las mareas
una mujer
abraza el peso de su cuerpo
una mujer
trenza su pelo, cae un rayo.
Hermana,
la tormenta
que se aproxima
somos
nosotras centelleantes,
estamos en
camino.
(Gabriela
Clara Pignataro)
Hay quien…
Hay quien
no escucha,
hay quien
no oye,
hay quien
cierra los ojos,
a quien no
siente,
hay quien
olvida.
Existen
esas personas,
existen.
No
extienden la mano,
no dan
palmadas de amistad,
no sonríen,
no apoyan.
Existen
esas personas,
existen,
las
conozco,
las desconozco,
las nombro,
las
maldigo.
Existen
esas personas,
existen.
(Diego
Sánchez)
El fascismo…
EL FASCISMO
RELLENA los huesos con baúles cerrados,
huesos que
han enmarcado el miedo;
baúles
cebados con úlceras de deseos.
Ante la
pendiente,
ofrece
mirar hacia arriba
mientras el
caminante se precipita.
Amortigua
con clavos los huecos
que el
abrazo no cubre.
Apuntala
con engranajes el cuerpo hambriento
y lagunado
de mapas agujereados.
Su ilusión
lo desliza áspera
a la vez
que impulsa la automutilación:
Sin pies,
sin ojos, sin manos,
sólo dejas
las uñas
para
masticar el odio.
¿Has notado
el filo que tienen tus dedos?
(Marta
Sanz)