Los resultados de las elecciones del domingo pasado están dando lugar a numerosos comentarios y permiten, a la vez, muchas lecturas. Se reconoce que el bloque de la derecha política españolista (esto es, PP y Vox) han estado por debajo de las previsiones, no logrando por ello el acceso al Gobierno, mientras que el bloque de los grupos que han formado el Gobierno actual (PSOE y Unidas Podemos, con el aderezo electoral de Sumar) han resistido el embate y están a las puertas de poder reeditarlo. Diferentes son las perspectivas que se vislumbran de cara a los próximos meses.
Lo que se dice en los medios de comunicación
Desde los medios de comunicación de la derecha se está hablando más de una repetición electoral, teniendo en cuenta que el bloque PSOE+Sumar no dispondría de los apoyos parlamentarios suficientes para la investidura de Pedro Sánchez. ¿Por qué? Porque, aun contando con el apoyo de los grupos nacionalistas de izquierda (ERC, EH-Bildu y BNG) o de algunos de los nacionalistas de derecha (PNV y CC), está el caso de Junts per Catalunya.
En los medios progresistas se coincide, por ahora, en la posibilidad de que se reedite el Gobierno progresista. Sería lo lógico, se dice, como una forma de consolidar los avances de la legislatura anterior, aun cuando existan limitaciones con un Senado controlado por la derecha y en especial el PP. Diferente es lo que ocurra cuando el PSOE se pronuncie más claramente sobre lo que va a hacer, lo que conllevaría que algunos de esos medios (El País, cadena SER, El Plural, La Sexta...) tenderían a justificar una decisión diferente de la apreciación general que existe ahora.
En todo esto hay un hecho que resulta primordial y que se está valorando de distintas maneras: el papel a jugar por JC. Algo que, hay que decirlo, resulta paradójico, pues la gobernabilidad del Estado depende en gran medida del grupo que ahora mantiene la mayor confrontación con el Estado. Desde los medios de derecha se está advirtiendo, todavía con poca fuerza, que ceder en eso sería como claudicar. Desde los medios progresistas no se ve eso como algo catastrófico, aunque haya matices.
Lo que se dice en los grupos políticos
En cuanto a los propios grupos políticos, en el PP se nota desconcierto. Hay silencio. Mucho. Siguen digiriendo lo ocurrido y pensando en lo que hay que hacer de cara al futuro inmediato, porque el tiempo vuela. De momento se ha dado un aviso: los gritos de "¡Ayuso, Ayuso!" frente a la sede de la calle de Génova durante la noche electoral, mientras Feijóo intentaba salir del paso explicando los resultados obtenidos.
En el caso del PSOE han optado por esperar. Prefieren ver la reacción del PP. Y lo que en su propio partido se respira internamente. No tanto en los órganos federales de gobierno, que los tiene controlados el sector de Sánchez, como en otros ámbitos. No lo olvidemos, pues en su seno hay importantes diferencias: están los barones que miran sólo para su terruño (en Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón...); también, los felipistas y guerristas recalcitrantes; y, cómo no, quienes han pedido el voto para el PP (Leguina, Corcuera, Redondo Terreros, Molina...). En fin, en el PSOE toca esperar, pese a que Sánchez ha sido el gran triunfador de las elecciones.
Desde Sumar, a través de su portavoz, Ernest Urtasun, se han manifestado con claridad a favor de la reedición del gobierno de coalición, así como de llegar a acuerdos con los grupos que, de distintas formas, han sostenido el Gobierno actual. Esta misma mañana Yolanda Díaz ha sido rotunda: "tendremos Gobierno". Varios grupos que integran Sumar ya se han pronunciado en esa línea, entre ellos IU, que urge para que se forme el gobierno de coalición. Y todo eso sin entrar, por ahora, en las declaraciones hechas por miembros de las alturas de Podemos, que están dejando caer que consideran un fracaso los resultados de Sumar. ¡Ay!
En EH-Bildu también se ha manifestado sin rodeos que no quieren un gobierno de las derechas y que apoyarán uno progresista. El PNV, por su parte, ha rechazado pactar con el PP. Y eso se entiende: EH-Bildu ha igualado al PNV en votos y escaños en el País Vasco, a la vez que sigue superándolo en Navarra; a su vez, EH-Bildu ha igualado en escaños al PSOE (PSE y PSN, respectivamente) en las dos comunidades, desplazando, así, al PNV como primera fuerza del nacionalismo vasco.
El panorama es distinto entre los grupos nacionalistas catalanes. De entrada, todos -y, por tanto, en el conjunto- han perdido votos en relación a 2019: un total de 700.000, si bien en mayor medida lo ha hecho ERC (9'6 puntos). A ello hay que unir que JC ha superado a ERC (en 70.000 votos y 2 puntos) y que la CUP no ha conseguido representación parlamentaria en el Congreso. Esa bajada puede explicarse por la inhibición de una parte de ese electorado, pero lo cierto es que su capacidad de influencia ha disminuido. En mayor medida, por parte de ERC, si bien está por ver lo que haga JC sobre la investidura de Pedro Sánchez. Y en ese contexto se encuentra el duelo de cara a las elecciones catalanas del próximo año, donde se hará valer el grado de fidelidad de dichos grupos en relación al procès pasado, así como el grado de afección o desafección de la población.
Las diferencias territoriales
Cuando se mira el mapa territorial puede percibirse una situación dual. ¿Dos Españas? Veamos.
Están las comunidades en las que el bloque de la izquierda (PSOE, Sumar y nacionalistas de izquierda) ha superado al de la derecha españolista (PP y Vox): Cataluña (62'9% vs. 21'1%); País Vasco (60'4 vs. 14'1; Navarra (57'8 vs. 37'5); Canarias (48'5 vs. 38), Galicia (50'2 vs. 49'3); Asturias (49'3 vs. 48'1). En el caso del País Vasco se sube al 84'1% si añadimos al PNV; y en Navarra, con GBai/PNV, al 60'7%. Llama la atención, en el caso gallego, que en Pontevedra el peso de los grupos de izquierda (PSG, Sumar y BNG) se eleva hasta el 54'2%, superando en diez puntos al de la derecha.
Ha habido dos comunidades donde el bloque de la derecha ha dado un vuelco, imponiéndose de nuevo sobre el de la izquierda: Baleares (46'7% vs. 50'7%); y País Valenciano (47'3 vs. 50'6).
En el resto de comunidades y las dos ciudades autónomas la superioridad de los grupos de derecha sobre los de izquierda ha sido claramente manifiesta: Andalucía (+6'3 puntos), Aragón (+6'7), Cantabria (+25'6), Castilla-La Mancha (+15'3), Castilla y León (+15'8), Ceuta (+25'6), Extremadura (+5'6), La Rioja (+13'1), Melilla (+32'1) y Murcia (+28'3).
Una mirada breve a Andalucía
Si en las comunidades del norte es donde se mantiene la hegemonía del bloque de la izquierda durante los últimos años, Andalucía se ha convertido en la principal pieza ganada por el bloque de la derecha. De ser uno de los feudos del PSOE, ha pasado prácticamente de golpe a serlo de la derecha y desde el año pasado, del PP. Esto último se vio en las elecciones andaluzas de junio del 2022, en las que, además de seguir arrebatando votos al PSOE, lo hizo también a Vox, además de absorber los de Ciudadanos.
Aunque en relación a las generales de noviembre de 2019 la diferencia entre los bloques ha aumentado en 3'7 puntos, no ha ocurrido lo mismo si ponemos como referente lo ocurrido en las elecciones andaluzas de 2022. En esta ocasión la derecha sumó el 60% de los votos (sólo el PP, el 43'1%), casi 24 puntos por encima de la izquierda (24'1%, el PSOE; 7'7%, Por Andalucía; y 4'6%, Adelante Andalucía). La diferencia, pues, se ha reducido sustancialmente.
Por provincias el bloque de la derecha ha ganado en siete: Almería (+26'8 puntos), Cádiz (+2'5), Córdoba (+5'9), Granada (+8'6), Huelva (+4'7), Jaén (+10'8) y Málaga (+12'3). La excepción ha estado en Sevilla, donde el bloque de la izquierda ha superado en 4'1 puntos al de la derecha.