El domingo pasado asistí al acto de Sumar en Cádiz. Fue al final de una tarde calurosa, que no impidió que la plaza de la Catedral se llenase de gente. Y es que el ingrediente principal era la participación del Yolanda Díaz. Fue ella misma la que inició el acto. Cosa extraña, pues lo normal es que hubiera sido ella la que lo cerrara. Fue una intervención corta, pero clara, dirigida a los trabajadores de la Bahía de Cádiz y, más concretamente, a los del sector de la construcción naval. Llevan unos días de movilizaciones, después que varios de sus compañeros fueran despedidos por una empresa auxiliar subcontratada. La candidata de Sumar mencionó que se había reunido con el comité de empresa de Navantia. Mostró su solidaridad con los trabajadores despedidos y con quienes están sufriendo la situación de precariedad. Se comprometió a promover la reindustrialización de la provincia y a una reforma de la Sociedad Estatal de Participación Industrial, de manera que deje de depender del ministerio de Hacienda. Apenas le dio tiempo a referirse a los avances sociales que desde el ministerio de Trabajo se han estando impulsando durante los últimos cuatro años. Varias decenas de miembros de la Coordinadora de Trabajadores del Metal empezaron a corear consignas reivindicativas, que fueron acalladas por el público asistente con aplausos a Yolanda Díaz y el "¡Presidenta, presidenta!". A continuación fueron interviniendo tres componentes de la candidatura de Sumar Cádiz, en esta ocasión sin que hubiera interrupciones. Cuando Esther Gil, que es la que encabeza la lista gaditana, anunció que la candidata a la presidencia del Gobierno iba a tomar la palabra, volvieron a arreciar los gritos de los miembros de la Coordinadora, a la vez que se iban acercando al escenario. Fue así como acabó el acto. Quienes allí estábamos tuvimos una sensación agridulce. No comprendimos la actitud de boicot de esa minoría. Nos fuimos con la impresión de que, con su comportamiento, habían estado haciendo el juego a la derecha. Han pasado varios días. He estado informándome sobre lo ocurrido y los propósitos de esas decenas de trabajadores. Y sigo haciéndolo sobre el transcurrir de la campaña electoral. Sobre el peligro que se cierne en caso de que gane la derecha cada vez más radicalizada. Y me mantengo en lo que ese domingo, ya por la noche, pensé: así, no.