Dispone de una buena formación universitaria y domina varias lenguas. Ha trabajado en diversos países, cubriendo acontecimientos de interés, y lo ha hecho para medios como La Sexta o los diarios Gara y Público. Precisamente en el momento de su detención se encontraba cercano a la frontera con Ucrania, donde estaba recogiendo información relativa a la llegada de personas refugiadas.
Hasta ahora de nada han servido las peticiones para su liberación, pese a la debilidad sobre la que se sostiene la acusación de espionaje, más allá de los dos nombres que ha tenido a lo largo de su vida. No se conocen las pruebas en las que se sostiene, tal como ha escrito Nacho Calle en el diario Público. Se está pendiente, así mismo, de resoluciones de varias instancias jurídicas internacionales, como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o la Convención Europea de Derechos Humanos. Está siendo grave, a la vez que vergonzante, el papel desarrollado por el ministerio de Asuntos Exteriores español, cuya actitud está suponiendo el haberse posicionado del lado de las autoridades polacas. También resulta sospechoso y vergonzoso el silencio de buena parte de los medios de comunicación, en tantos casos presurosos a la hora de airear los casos que le interesan.
Existe un blog, #FreePablo, en el que se ofrece una información sobre las actividades que se están llevando a cabo en su defensa y para su liberación, así como sobre las vicisitudes que está padeciendo.