lunes, 30 de enero de 2023

Poemas de paz, poemas contra la guerra


La canción del soldado muerto

La Paz no se vislumbraba,
la guerra seguía allí.
Y nuestro soldado quiso
heroicamente morir.

El Káiser se puso furioso,
y dijo: "¡No puede ser!
¡Morir con tanto adelanto
implica un mal proceder!".

El cuerpo se deshacía
en lo hondo de la tierra,
y el Káiser dio una orden:
"¡Qué vuelva otra vez a la guerra!".

En comisión reunidos
los de la Sanidad,
Desenterraron los huesos
medio podridos ya.

"¡Levántate!", le ordenaron,
el cielo estaba azul,
y el rostro del soldado
volvióse hacia la luz.

Y sus cuencas vacías
a lo alto dirigió,
y un saludo a la patria
el buen soldado intentó.

Le echaron aguardiente
sobre el cuerpo en pudrición,
y apoyado en dos enfermeras
nuestro soldado avanzó.

El olor que despedía
era de tanta hediondez,
que un cura quemando incienso
fue necesario poner.

Encabezaba una banda
con su estruendo musical,
y el bravo soldado decía:
"Un, dos... De frente... ¡Marcha!".

Con blanco, rojo y negro
a la mortaja pintaron:
los colores de la patria
la mugre disimularon.

Llevando la delantera
iba un señor de frac,
detrás seguía el soldado:
"Un, dos... De frente... ¡Marcha!".

Los perros, gatos y burros
no pueden dejar de asistir,
también para ellos es válido
lo de "vences o morir".

La gente se halla ansiosa
por ver lo inesperado,
y el bravo soldado avanza
lo mismo que un mono drogado.

Las niñas en los balcones
se asoman sin menoscabo,
esplende en el cielo la luna,
y todos gritan "¡Bravo!".

Atraviesa el soldado los pueblos,
mas nadie lo alcanza a ver:
¡Hay tantos que lo rodean
vitoreándolo a más no poder!

Le bailan, le cantan en torno,
y a él nadie ya lo ve más;
quizás las estrellas lo vean
de lo alto del cielo, ¡quizá!

Después las estrellas se apagan,
la aurora se apresta a surgir,
y el bravo soldado está pronto,
por última vez, a morir.

(Bertolt Brecht, 1918)


Mientras los hombres mueren

Mientras los hombres mueren os digo yo, la que canta desoladas provincias del Duelo, que se me rompen sollozos y angustias contra barcos de ébano furibundo; y la fruta par de mis labios quema de suspiros porque los cielos se han dejado hincar imprecaciones sombrías.
A los hombres que mueren yo los sigo en su buscar por entre las raíces y los veneros fangosos, pues ellos y yo tenemos igual designio de ensueño debajo de la tierra.
¡Cállense todos los que no se sientan doblar de agonía hoy, día de espanto abrasado por teas de gritos, que esta mujer os dice que la muerte está en no ver, ni oír, ni saber, ni morir!

(Carmen Conde, 1936)


Tristes guerras

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.

(Miguel Hernández, 1938-1941)


Canción de paz

A Pablo Picasso, que me envió una paloma

Una sílaba.
Una sílaba sola.
Una radiante sílaba sin tregua,
e sosegada piel y corazón de fuego,
está a tu puerta –mira- con una estrella humana
una dulce mirada de concordia.
Recoge su pureza,
su vuelo sobre raudos meridianos.
Otras sílabas viven en su breve
cintura melodiosa.
Yo, al pronunciarlas, digo:
hombre, creación, sonrisa, futuro, espiga, luz,
y en los labios me brota una paloma.

Una sílaba.
Una sílaba sola.
Tres letras comulgando con la vida.
Van de oriente a occidente,
de polo a polo, como un aura virgen,
entran en el hogar de la pobreza,
en el templo, la plaza y el palacio,
se posan en los hombros del anciano,
en el grávido vientre, sobre el sueño
de la novia fragante,
y en todas partes se derraman, dejan
un destello, un aroma, una esperanza.

Una sílaba.
Es una sola sílaba inocente.
Como un disparo suena en la garganta
y es un disparo que el amor dirige
a la muerte.
Los traficantes de la guerra quieren
destruir su plumaje, sepultarlo
entre tinieblas espantosas.
Pero
del árbol de la tierra nacen brazos,
de los valles del aire corazones
para impedir el crimen.
Mira el rostro
de aquella multitud: cantando avanza
al horizonte, suya es la alegría,
suya la fe que a la victoria lleva,
una noble victoria de tres letras.

Sin armas,
sin lamentos,
sin estragos.
Una sílaba.
Es una sola sílaba amorosa.
Acógela,
defiéndela.
A tu puerta
llamando está.
Jugar pudiera un niño
con su armonioso cuello de avecica,
y es tan grande y eterna como el mar.

(Juan Rejano, 1953)


Letanía de las ganancias de guerra

Dedicado a Ezra Pound

Estos son los hombres de las compañías que han sacado dinero de esta guerra
milnovecientossesentayocho Annodomini cuatromilochenta Hebraico
Estas son las corporaciones que se han beneficiado con el comercio de fósforo que abrasa la piel o de bombas fragmentadas en miles de punzantes agujas
Y en esta lista los millones ganados por cada mancomunidad manufacturadora
y aquí están las ganancias numeradas, catalogadas desde hace una década puestas en orden,
aquí nombrados los Padres en el gobierno de estas industrias teléfonos dirigiendo las finanzas,
Nombres de directores, hacedores de destinos, y los nombres de los accionistas de estos Agregados. Predestinados.
Y aquí están los nombres de sus embajadores en la capital, representantes ante la legislatura, aquellos que se sientan bebiendo en salones de hotel para persuadir,
y aparte, por orden, aquellos que dejan caer Anfetaminas con los militares, chismorrean, discuten, y persuaden
sugiriendo políticas, nombrando lenguajes proponiendo estrategias,
esto hecho con dinero como embajadores ante el Pentágono, consultores de los militares, pagados por su industria:
y estos son los nombres de los generales y capitanes militares, que así ahora trabajan para los fabricantes de bienes de guerra;
y encima de éstos, por orden, los nombres de los bancos combinados, trusts de inversión que controlan estas industrias:
Y estos son los nombres de los periódicos propiedad de estos bancos
Y estos son los nombres de las estaciones de radio propiedad de estos combinados;
y estos son los números de miles de ciudadanos empleados por las citadas empresas;
y el comienzo de esta relación es 1958 y el final 1968, que la estadística sea contenida  en una mente ordenada, coherente y definida,
y la primera forma de esta letanía comenzó el primer día de diciembre de 1967 y lleva más allá este poema sobre estos Estados.

(Allen Ginsberg, 1968)


Preguntas

Ya se han puesto en camino
la muerte y sus patrullas:
la muerte, esa aliada
de la guerra más sucia,
y con ella los cómplices
duchos en imposturas.
Dejan por los caminos
una imperial basura
y sus armas contestan
a todas las preguntas.

Patrañas y rapiñas
con la paz se camuflan
mientras la vida cuenta
sus muertes una a una.
La guerra es una patria
e horrible catadura
y el dios de los ejércitos
no retrocede nunca:
con sus armas contesta
a todas las preguntas.

(J.M. Caballero Bonald)


Una botánica de paz: visitación

Tengo una flor
de la que no sé el nombre
En el balcón,
en común acuerdo
con otros aromas:
la flor del beso, un rosal,
una mata de hierba luisa
Pero esos son prodigios
de la mañana siguiente;
es que esta flor
generó hojas de verde
asombro,
minúsculas y leves
No la amenazan bombas
ni románticos vientos,
ni misiles, o tornados,
ni ella sabe, aunque esté cerca,
de la sal inversa
que el mar trae
Y el cielo azul de Otoño
fingiendo Verano
es para ella una bendición,
con la poca agua
que le dio
Debe ser esto
una especie de paz:
un secreto botánico
de la luz.

(Ana Luísa Amaral)


La paz la quieren con guerra…

La paz la quieren con guerra
y la guerra con sangre

la paz de los jardines de paz
y la guerra de los criminales de guerra

declara la guerra a la guerra
para que la paz se tenga en paz
y haz que la paz no siga dando guerra

haz la paz a la guerra para
que la guerra descanse en paz. 

(Antonio Acevedo Linares)


(Imagen: tratamiento digital de obras de Otto Dix ["Cráneo"] y Cynde Soto).