viernes, 13 de enero de 2023

90 aniversario de la matanza de Casas Viejas


Se cumple este año el 90 aniversario de los sucesos de Casas Viejas. De la masacre sufrida por campesinos de la localidad gaditana a manos de las fuerzas del orden, que provocaron la muerte de 26. En 1998 escribí el breve artículo "Recuperar Casas Viejas sin miedo y sin vergüenza", en el que pretendía poner de relieve lo ocurrido en Casas Viejas y reivindicando al campesinado que sufrió la represión indiscriminada. Fue publicado en boletín Debate Ciudadano de Barbate (n. 26, abril), dentro de la columna fija "Torre del Tajo". Reproduzco el escrito original, si bien he añadido ahora unas notas aclaratorias, que ya incluí en la recopilación que en 2003 hice de lo publicado en dicha columna y que titulé Acercar la Historia para ayudar a comprenderla. La Historia vista desde lo reciente (1995-1999)


Recientemente el vecino pueblo de Benalup de Sidonia ha decidido recuperar el nombre de Casas Viejas, cambiado en 1933 para hacer olvidar los sucesos ocurridos en enero de ese año. La lucha del campesinado por la tierra ha sido un componente básico de la historia de Andalucía desde el siglo XIX. Esta lucha le obligó a dotarse de unas formas organizativas y de entender el mundo propias, hasta tal punto que fueron -y siguen siendo- un componente fundamental de la identidad andaluza. La razón no era otra que su reivindicación de aquello que le habían usurpado. Desde 1837 se dio una lucha enconada por hacerse con los abolidos señoríos jurisdiccionales (tierras, propiedad o no de los señores feudales, en las que impartían justicia y percibían del campesinado diversas rentas o tasas), cuya propiedad efectiva pasó con rapidez a manos de los antiguos señores, a la vez que las tierras expropiadas a la iglesia católica, subastadas en grandes lotes, quedaron en manos de compradores con alto poder adquisitivo. Desde 1855 estos grupos se beneficiaron aún más de la venta de bienes municipales (una excepción de los cuales fueron las tierras de hazas de la suerte  de Vejer (1), excluidas definitivamente en 1886). Se formó así una oligarquía agraria, propietaria de grandes extensiones de tierra, muy relacionada entre sí mediante vínculos matrimoniales y estrechamente vinculada al poder político. El reverso de la moneda fue la conversión del campesinado en jornaleros sin ningún tipo de tierra (individual o comunal) y el drama de su existencia social fue la condena a la peor de las miserias: hambre, analfabetismo, paro, humillación, etc. Su rabia se tradujo en una conflictividad social intensa, que fue dando lugar a una enorme y heroica capacidad de movilización. Eran las agitaciones campesinas, término que  Díaz del Moral (2) popularizara con su libro en los primeros años de este siglo. Al principio, cuando disputaban la propiedad de las tierras con sus oponentes sociales, protagonizaron ocupaciones de tierras y rebeliones, espontáneas o dirigidas por políticos demócratas o republicanos (recuérdese Pérez del Álamo en Loja) (3). En el último cuarto del XIX, cuando el poder político dispuso de capacidad suficiente para estabilizar la gran propiedad agraria, se dotaron de organizaciones y publicaciones propias, de una gama variada de métodos de lucha (ocupaciones, huelgas, etc.) y de ideologías que buscaban un futuro igualitario y justo. El anarquismo fue la ideología más extendida en los campos andaluces, entendido como una forma nueva de establecer las relaciones humanas, basadas en la igualdad, la no explotación de unas personas por otras y la desaparición de cualquier tipo de autoridad. La represión contra el campesinado en general y contra el movimiento anarquista en particular fue muy dura, hasta el punto que llegaron a manipular situaciones con el fin de asestar golpes duros e indiscriminados contra las organizaciones obreras nacientes (así ocurrió con los sucesos de la Mano Negra por los años 80 del pasado siglo). Cuando llegó la IIª República la desesperanza se adueñó en seguida de los jornaleros, que vieron cómo la reforma agraria (4) se retrasaba o no colmaba sus aspiraciones. Así podemos entender lo que ocurrió en Casas Viejas entre los días 11 y 12 de enero de 1933, cuando un grupo de campesinos se sumó al llamamiento insurreccional de la CNT  con la intención -y creyendo que lo hacían a la vez con otros pueblos- de hacer la revolución e instaurar el comunismo libertario. El resultado fue una matanza de 21 personas (la del grupo que se refugió en la casa del "Seisdedos" y la que siguió contra los sospechosos), realizada por la guardia civil y la de asalto, al mando del capitán Rojas (5). La tragedia se hizo pública días después, provocando una gran conmoción en la opinión pública. Hoy día sabemos que el gobierno republicano-socialista de entonces, presidido por Azaña, no fue el responsable directo de la matanza, pero sí del tratamiento pasivo de los sucesos. Lo ocurrido en Casas Viejas separó aún más de la República a los sectores sociales y políticos defraudados por su inoperancia en la resolución de viejos problemas (el más importante, sin duda, el de la tierra). Las elecciones que hubo meses después llevaron a  algunos sectores de la población a no votar (6) y a que  los partidos de derecha triunfaran. Fue una lección, que todavía hoy merece ser recordada. La recuperación del viejo nombre en ningún caso debe ser motivo de vergüenza, sino de todo lo contrario.

 
(1) Las hazas de suerte  resultan una institución peculiar en la mitad sur peninsular como residuo de los siglos medievales tras la conquista del estado árabe-musulmán por la corona de Castilla durante el siglo XIII. Se trata de una práctica de reparto de tierras por el monarca a los repobladores que generó un permanente conflicto entre los vecinos de Vejer de Frontera y el ducado de Medina Sidonia. Si durante el siglo XVI un vejeriego llamado Juan Relinque consiguió de la chancillería de Granada recuperar el uso y disfrute para los vecinos de esas tierras, que es de cuando data la práctica del  sorteo, durante el siglo XIX el conflicto se produce, dentro del  contexto de las desamortizaciones, por definir la  naturaleza de esos bienes. La desamortización de bienes municipales afectó a los conocidos como bienes de propios (es decir, de propiedad de los ayuntamientos, dedicados preferentemente al cultivo, pero de disfrute por los particulares previo pago de alguna renta). Por otra  parte, quedaban excluidos los bienes comunales (que podían ser utilizados por cualquier vecino y se dedicaban a tareas de pastoreo, recogida de leña o labores posteriores a la cosecha). La desamortización de 1855 incluyó a las tierras de hazas de suerte dentro de este último tipo, pero el empeño de los vecinos de Vejer hizo que fuesen finalmente consideradas como bienes comunales. El que las hazas de suerte estén hoy repartidas entre los municipios de Vejer y Barbate se debe al hecho de que en 1938 Barbate se segregó del municipio matriz de Vejer, dividiéndose las tierras del  término y con él  las tierras de hazas.

(2) Notario de la localidad cordobesa de Bujalance, vinculado a los planteamientos reformistas del primer tercio del siglo XX tanto en política como en la política agraria, y estudioso de los movimientos campesinos contemporáneos. Fruto de este trabajo fue la modélica obra Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, publicada por primera vez en 1928.

(3) Rafael Pérez del Álamo era un albéitar (veterinario) granadino de Loja que lideró en 1861  una revuelta  con unos diez mil campesinos armados entre las provincias de Córdoba, Granada y Málaga,  llegando a tomar Loja. Sus objetivos fueron  derribar la monarquía y recuperar las tierras perdidas por el campesinado.  

(4) En setiembre de 1932 fue aprobada la ley de Bases para la Reforma Agraria con el objetivo de repartir tierras al pequeño campesinado  entre las grandes propiedades, sobre todo de la antigua nobleza.

(5) Condenado a 21 años de prisión como principal responsable de la matanza, fue liberado de la prisión de Granada por los golpistas en julio de 1936, poniéndose al frente de patrullas falangistas que llevaron a cabo la represión en dicho municipio; llegó a participar en la búsqueda de Federico García Lorca. 

(6) La postura tradicional en los medios anarquistas era la abstención electoral, pero eso no quitaba que entre la afiliación de la CNT y a título individual se apoyara a determinados partidos. Los sucesos de Casas Viejas provocaron un mayor retraimiento en el mundo de influencia anarquista.