jueves, 25 de noviembre de 2021

Poemas para una huelga (la del Metal gaditano)


Hoy ha finalizado la huelga de los trabajadores y las trabajadoras del sector del Metal de la provincia de Cádiz. Después de que ayer sus representantes sindicales hubieran llegado a un preacuerdo, éste ha sido ratificado en las diferentes asambleas de fábrica. Han sido 9 días de paro, consecuencia de la actitud cerril mostrada por una patronal que ha pretendido imponer sus condiciones leoninas: bajos salarios, abusivos contratos temporales, precariedad... 

Durante estos días hemos sido testigos desde fuera de varias formas de ver el conflicto: por parte de mucha gente se han dado muestras de solidaridad; pero no ha faltado tampoco la insensibilidad clasista, la indecente manipulación informativa, el oportunismo hipócrita... Pero lo importante es que se ha constatado, una vez más, que la lucha colectiva de la clase obrera es lo que puede hacer posible conseguir los objetivos y más cuando son justos.

El derecho de huelga es una reivindicación que viene del siglo XIX y a lo largo del siguiente fue haciéndose efectivo en los distintos países, tanto por la aprobación de leyes específicas como por su introducción en las respectivas constituciones. La Declaración de Derechos Humanos Humanos lo recogió en 1948, siendo ratificado en 1966 en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Y en nuestro país la Constitución de 1978 asumió la huelga como uno de los derechos fundamentales. Pues bien, todavía hay quienes no lo ven así o hacen lo posible para que no pueda hacerse efectivo ese derecho.

En el mundo de la literatura y, más concretamente, de la poesía ha habido autores y autoras que han dedicado poemas a la huelga y la lucha obrera. Ofrezco algunos y se los dedico de una manera especial a los trabajadores y las trabajadoras del sector del Metal gaditano. Se lo merecen. 

Dos de los poemas pueden escucharse, a través de sendos enlaces, como canciones: el primero, "A la huelga, compañero", de Rolando Alarcón, fue la letra de una canción mítica de la lucha obrera contra la dictadura franquista, que además podemos escuchar interpretada por su propio autor; el segundo, "Vamos juntos", de Mario Benedetti, también fue una canción muy conocida en la lucha contra la dictadura y que popularizó Luis Pastor.




A la huelga, compañero,
no vayas a trabajar,
deja quieta la herramienta
que es la hora de luchar.

A la huelga diez, a la huelga cien,
a la huelga, madre, yo voy también,
a la huelga cien, a la huelga mil,
yo por ellos, madre, y ellos por mí.

Contra el gobierno del hambre
nos vamos a levantar
todos los trabajadores
codo a codo con el pan.

A la huelga diez, a la huelga cien...

Desde el pozo y el arado,
desde el torno y el telar,
¡vivan los hombres del pueblo,
a la huelga federal!

A la huelga diez, a la huelga cien...

Todos los pueblos del mundo
la mano nos van a dar
para devolver a España
su perdida libertad.

A la huelga diez, a la huelga cien...

(Rolando Alarcón).


Capitalismo

El hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche
después de follarse al universo viene a susurrarnos nanas
su obsesión por nosotros no descansa nunca
en nuestros sueños nos persigue
con su disfraz de perro, de vendedor, de cura
de espiga de trigo, de pistola en el bolsillo
su disfraz de muerte, su disfraz de vida
sé que tú le gustas con ojeras
yo le pongo cachondo cuando estoy cansada
con la voluntad suspensa
me quiere flaca aunque me tienta con chucherías
y a ti elegante aunque te duelan los huesos
me empuja a emborracharme pero no por diversión
sino para olvidar
que mis horas de ocio se cierran siempre con balance negativo
cuando estamos a punto de enfermar por agotamiento
nos premia con unas vacaciones
y nos tiende los billetes como el cazador
lanza un hueso al galgo que ahorcará mañana
me instiga a desear cosas que no necesito
aunque él nunca tiene para mí un regalo
dice que mis enemigos son aquellos
que quieren lo mismo que yo
porque no hay bastante
nunca hay bastante para todos
y nos cobra por lo que es nuestro
por el agua de lluvia
por el sol y la arena
por los claros del bosque
y los manantiales
secuestra a mi amor durante 10 horas cada día
y cada día me lo devuelve más viejo
con sus brazos lascivos abraza a mi hija
y yo grito ¡huye!
-he visto los primeros signos de rendición
en su rostro inocente-
pero no sé mostrarle la puerta de salida
y más que mi felicidad, lo que a él le preocupa
es atisbar en mi cara un rastro de consuelo
que me permita llegar hasta la próxima tregua
cada día me pone café en los labios
para que aguante, y luego una pastilla
que me aplaque los nervios, para que descanse y duerma
mientras él sigue haciendo conmigo lo que le viene en gana
(a veces se tumba sobre mí y yo con los ojos abiertos
miro al techo, y si se da cuenta me dice
que ya va siendo hora de pintarlo)
envenena la comida con que me alimenta
me prohíbe fumar mientras engorda mi ansiedad
y me quita los chupetes que podrían consolarme
provoca mi llanto
y después me obliga a maquillar las señales de la tristeza
si me pongo rebelde, ríe paternalista
cuenta que él también pasó por esa época
y mi rebeldía la rebaja a moda
que luce en camisetas los sábados por la mañana
cuando sale a comprar los cruasanes y el periódico
él me da detalle de cada asesinato, de todas las guerras
de las violaciones y los golpes de estado
pero tanta información me deja sorda y ya no escucho
los crujidos ni los llantos en voz baja
las señales del desmoronamiento
y él calla que cada muerto, cada herido
las mujeres violadas y los que sufren torturas
todos recibieron su visita antes de convertirse en lo que son ahora
se zafa de las culpas con promesas
pero yo sé que una palabra suya
bastará para condenarnos
y si desaparece es para espiar a salvo y oculto
en los bares, en los hoteles, en los baños, en las celdas
tengo que darle las gracias porque
¡tú eres una mujer moderna!, grita animoso
de las que habla inglés, trabaja en casa y en la oficina
va al gimnasio y aparenta menos edad de la que dice el dni
tienes nociones de pedagogía aunque apenas veas a tus hijos
y además fuiste bendecida con una vocación
para que puedas sentirte mejor que otras
(y yo callo que yo no quiero ser artista
si eso va a convertirme en diferente
porque ya me siento lo bastante sola
y no quiero competir en más carreras)
si muestro debilidad, susurra, todos querrán aprovecharse
(como si él dejara algo para los otros)
mejor será que despliegue arrogancia
(con todos menos con él)
de todo me habla pero no de quién recogerá los restos del naufragio
ni en qué lugar nos reuniremos los náufragos para organizarnos
para hacer un fuego, compartir la comida y quitarnos el frío
aunque antes hay que hacer acopio de fuerzas
para no abandonarse cada uno en su rincón
Un día, no sé cuándo, yo le voy a cobrar
sus cadáveres, las humillaciones
el secuestro de la inocencia
el expolio de los sueños
yo le voy a cobrar, no sé cuándo
y la primera puñalada que le voy a meter
va a ser por las caricias que no nos dimos
por los polvos que no echamos
tú y yo
cada vez que se cuela en nuestra cama
y nos dice que mañana, mañana, mañana
mañana el despertador sonará a las 6.30
y veinte minutos de sueño
nos harán mejores soldados a su servicio
Te lo juro, mi amor. Una puñalada
por cada polvo que nos robó
y luego ya el resto, por los presos, por los indigentes
por el dolor que no merecemos sufrir ni ver
por los campos arrasados
por los animales que se hacinan
por los niños que trabajan
por los ojos que se cierran por el cansancio y la muerte
por el tiempo que no volverá
por la vida que nos robaron
por la vida
mi amor
por la vida.

(Ana Pérez Cañamares).


Los invisibles de la huelga

Tened presente el hambre.
Miguel Hernández

Yo, Precario Sanz, sucesivamente despedido y contratado con menos derechos cada vez, también he parado, contadme. El rotundo silencio de este amanecer se ha hecho también con el mío, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Subcontratada Sánchez, peonza de todos los caminos de cuya nómina sorben todos los pistoleros, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Itinerante Ruiz, nómada por doce horas subterráneas, electricista o profesor por cuatro, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Temporera Pérez, que concentro en contratos de dos horas la tarea que debe hacerse en ocho, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Autónomo Gutiérrez, dueño único de mi hambre, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Mínima Bermúdez, mínima seiscientas treinta y tres veces, con treinta céntimos, trabajadora agrícola por todo el día, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Subsidiario González, perceptor de una Beneficencia decimonónica de 420 euros, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Becaria Rodríguez, experta en todas las incertidumbres, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Embargado Rupérez, aplastado por una hipoteca, imposibilitado para el descuento de una jornada de huelga, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Simpapeles García, asistenta que no consta en lugar alguno de trabajo, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Yo, Parcial Fernández, expulsado de toda protección social, supérstite humano gracias a contribuciones en especie, también he hecho este silencio, pero nadie lo habrá contado.

Contadme, el sol, que sale para todos, hoy ha hablado más claro, gracias al rotundo silencio de este amanecer, que también se ha hecho con el mío. Contadme hoy, 14 de noviembre de 2012.

(Mª Ángeles Maeso).


El poder del pueblo

Las cadenas que en un pasado rompimos
quieren ponernos otra vez,
más ya aprendimos a desconfiar
de aquellos que nos las quieren poner.
No rebajarán más nuestros derechos,
no nos subirán más los impuestos
porque si lo hacen sin poder les dejaremos,
y es que una cosa es clara,
el poder lo tiene el pueblo
y cuando se olvide este principio
les tendremos que recordar
como aquí lucharon los anarquistas,
o como unos campesinos derrotaron al Zar.
Mucho se ha luchado ya
por los derechos de las clases bajas,
pero actualmente
priorizan bancos y cajas.
Gente humilde es echada de sus casas
mientras los ricos observan la situación con arrogancia.
Suficiente hemos aguantado ya
y no habrá mas solución que el naranjero
si no nos dejan de ahogar,
pero la lucha debe ser con la consciencia tranquila
pues suya fue la ofensiva
y lo nuestro una lucha a favor de la dignidad y la vida.

(Marc Vallés Solé).


Huelga

Quiero una huelga donde vayamos todos,
una huelga de brazos, de piernas de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga
de obreros             de palomas
de choferes            de flores
de técnicos            de niños
de médicos            de mujeres.

Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj                  las fábricas
el plantel               los colegios
el bus                   los hospitales
la carretera           los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos,
una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
                para oír los pasos
                del tirano que se marcha.

(Gioconda Belli).


Huelga general

Es un espacio, un tiempo, dos palabras,
pero también una puerta, un río, un martillo.
Es una lluvia horizontal, el mañana
en cada glóbulo rojo de la sangre.
¿Qué se puede gritar que sea más hermoso?
Hoy los brazos son para sostener el puño,
para rodear el cuerpo de los otros,
para levantar lo caído, para acunar futuros.
Hoy los brazos hacen lo que quieren,
es la huelga general.
Mercaderes de muerte, ¡hoy no haréis negocio!
Todo se ha parado para denotar vuestra mentira.
Decrecer para ser más,
y comer satisfechos el pan duro
porque no hubo nadie que hiciera el pan
y bajar a pie felices a la plaza
porque el autobús no tiene quien conduzca
y mirar hacia adentro para encontrar el cosmos.

Porque hoy nada se compra y se vende
como un ensayo general de pastores-recolectores.
Apagar para ver, cerrar para ser libres,
no ir para ser, decir no para pensar el sí,
romper para reconstruir,
parar para cambiar el rumbo
y sobre todo, apagar, cerrar, no ir, decir no,
romper y parar todos juntos, todas juntas,
porque somos nosotros los dueños del mundo.
Latir más lento para hacerlo a la vez.
Es el día de la melancolía de los talleres,
los invernaderos, las oficinas y los barcos de pesca.
Cuando los tornos y los ordenadores
sueñan sin amos, cuando el cemento
quiere ser pradera y el dinero
se convierte en agua.
¡Que apaguen las centrales nucleares!
¡que cierren la bolsa!
¡que den vacaciones a la policía!
Hoy es la huelga general y no las necesitamos.
Mañana tampoco.

(Bernardo Santos).


La belleza de la huelga general

Con independencia de todos los valores ético-políticos que pueda tener una huelga en una situación determinada, en ella hay algo valioso en cuanto tal, más allá de las circunstancias concretas que la enmarcan: su carácter de interrupción del curso maquinal de las cosas.

Es un corte potencialmente capaz de romper el desastre hacia el que se encamina el mundo. En el universo del tardocapitalismo, lo maquinal es el principio de muerte, y tenemos que saludar la discontinuidad como una afirmación de vida.

Frente a la dictadura del “tiempo real”, la demora.

Frente a la brutal coacción de lo inmediato, la articulada delicadeza de las mediaciones.

Frente al abaratamiento de la palabra (condicionado por las mejoras técnicas en el campo de las telecomunicaciones), el valor de la reticencia y el silencio.

Frente a la falsa autoridad de la imagen, la dignidad del hueco.

Frente a la tiranía del trabajo muerto, frente a la demagogia de la normalidad, la restallante belleza de la huelga general.

(Jorge Riechman).


XIII. La huelga

Extraña era la fábrica inactiva.
Un silencio en la planta, una distancia
entre máquina y hombre, como un hilo
cortado entre planetas, un vacío
de las manos del hombre que consumen
el tiempo construyendo, y las nudas
estancias sin trabajo y sin sonido.
Cuando el hombre dejó las madrigueras
de la turbina, cuando desprendió
los brazos de la hoguera y decayeron
las entrañas del horno, cuando sacó los ojos
de la rueda y la luz vertiginosa
se detuvo en su cerco invisible,
de todos los poderes poderosos,
de los círculos puros de potencia,
de la energía sobrecogedora,
quedó un montón de inútiles aceros
y en las salas sin hombre, el aire viudo,
el solitario aroma del aceite.

Nada existía sin ese fragmento
golpeando, sin Ramírez,
sin el hombre de ropa desgarrada.
Allí estaba la piel de los motores,
acumulada en muerte poderío,
como negros cetáceos en el fondo
pestilente de un mar sin oleaje,
o montañas hundidas de repente
bajo la soledad de los planetas.

(Pablo Neruda).


No importa

No importa,
no importa.
Si el yunque paraliza su martillo,
si la polea detiene su rodaje,
si el brocal no desciende al pozo,
si carece de agua y brea
el torno movedizo
de nuestra alfarería.
Si el fulgor
debilitado
no halla abierto,
el tosco portón de las sombras
y rehúsa atravesarlo.
Es la senda,
el juego inefable de contrarios,
el herido contraluz
de fútiles paraísos,
la agridulce marea humana
que restaña
pese a todo,
a la entraña fugaz, compacta,
improductiva de la noche.
Alumbrando
una alborada insospechada.

(Ana María Santaella).


Nova oració del Parenostre

Pare nostre que esteu en el cel,
sia augmentat sovint el nostre sou,
vingui a nosaltres la jornada de set hores,
faci’s un xic la nostra voluntat
així com la d’aquells que sempre manen.
El nostre pa de cada dia
doneu-nos-el més fàcil que no pas el d’avui,
perdoneu els nostres pecats
així com nosaltres perdonem
els dels nostres encarregats
i no ens deixeu caure a les mans del director,
ans advertiu-nos si s’apropa,
amén.

[Nueva oración del Padrenuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,
sea ​​aumentado a menudo nuestro sueldo,
venga a nosotros la jornada de siete horas,
hágase un poco nuestra voluntad
así como la de aquellos que siempre mandan.
Nuestro pan de cada día,
dánoslo más fácil que el de hoy,
perdona nuestros pecados
así como nosotros perdonamos
los de nuestros encargados,
y no nos dejes caer en manos del director,
sino adviértenos si se acerca,
amén].

(Miquel Martí i Pol).



Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
 
    compañero te desvela
    la misma suerte que a mí
    prometiste y prometí
    encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
 
    la muerte mata y escucha
    la vida viene después
    la unidad que sirve es
    la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
    la historia tañe sonora
    su lección como campana
    para gozar el mañana
    hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    ya no somos inocentes
    ni en la mala ni en la buena
    cada cual en su faena
    porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    algunos cantan victoria
    porque el pueblo paga vidas
    pero esas muertes queridas
    van escribiendo la historia
 
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

(Mario Benedetti).


(Procedencia de los poemas: Gioconda Belli, El ojo de la muer, Poesía reunida (Madrid, Visor, 2004); Mario Benedetti, Inventario. Poesía 1948-1980 (Madrid, Visor, 1981); Pablo Neruda, Canto General (Barcelona, Bruguera, 1980); http://estudios.cnt.es/poesia-y-huelga/https://blogs.elpais.com/letra-pequena/2012/03/el-poema-de-la-huelga-general.htmlhttps://albokari2.wordpress.com/2008/07/01/nova-oracio-del-pare-nostre/). 

(Imágenes: "La huelga", de Honoré Daumier; y “Obreros” de Tarsila do Amaral).