jueves, 3 de enero de 2019

El año de vértigo que se nos avecina en 2019

Han salido ayer (Sigma 2, para El Mundo) y hoy (Key Data, para Público) dos sondeos electorales referidos al conjunto del estado. Ya sabemos que las predicciones para las pasadas elecciones andaluzas fracasaron de una forma estrepitosa, por lo que conviene no sacar grandes conclusiones más allá de dos cosas: sirven como un referente a la hora de detectar por dónde pueden ir las cosas; y, en lo general, coinciden con los resultados de las andaluzas. Me voy a centrar sólo en los votos (porcentaje, en el caso de El Mundo, y número y porcentaje, en el de Público), dejando al lado el reparto por escaños.

Me interesa destacar, en primer lugar, las previsiones de participación y también la intención de votar en blanco o nulo. Y sobre esto el sondeo de Público nos ofrece datos importantes: la abstención junto con el voto nulo aumentaría 1,1 punto en relación a 2016, y el voto en blanco lo haría en 1,4. Numéricamente serían, respectivamente, 400.000 y 300.000 votos. Comparado con lo ocurrido en diciembre en Andalucía, habría una diferencia de unos 10 puntos menos en la abstención y los votos nulos, y un aumento en los votos en blanco de 2,8. 

Son datos interesantes, porque, de entrada, tendríamos un aumento de las abstenciones y de los votos no partidarios, como ya ocurrió en Andalucía, Teniendo en cuenta que en esta comunidad ha afectado sobremanera tanto a PSOE como a Adelante Andalucía, puede sacarse como conclusión que también podría ocurrir en el conjunto del estado. Es decir, que los alrededor de 700.000 votos resultantes de la suma de abstencionistas o no partidarios lo serían principalmente de votantes de PSOE o de Unidos Podemos y sus confluencias. 

En cuanto al voto partidario, las previsiones que se publican en los dos medios (sitúo primero a El Mundo y luego a Público) no difieren mucho: son similares en el PSOE (22,6%/22,6%), en Unidos Podemos junto a sus confluencias (15,8/15,2) y en la suma de los dos (38,4/37,8); también lo son en la suma de Ciudadanos, PP y Vox (50,9/51,1), pero no así en el reparto por partidos, sobre todo porque El Mundo (12,9) le da 4,3 puntos más a Vox que Público (8,6), lo que, como consecuencia, resta tanto a PP (19,2/22) como a Ciudadanos (18,8/20,5). 

Si comparamos los resultados de las elecciones de 2016 y, en este caso, las previsiones del sondeo de Público, resultan evidentes varias cosas: el mantenimiento del PSOE (-0,1%/-110.000 votos), que ya sería la fuerza más votada, cosa que ya vienen apuntando los sondeos hechos desde el verano; la fuerte caída de Unidos Podemos y sus confluencias (-5,9/-1.450.000); el enorme declive del PP (-11/-2.700.000), que no para de perder votos; la consiguiente e importante subida de Ciudadanos (7,4/1.700.000); y la confirmación de la irrupción de Vox (8,4/2.000.000).

No podemos dejar al lado las previsiones para los partidos nacionalistas territoriales, sólo reflejadas en Público. Y ésta sería la situación, también en relación a 2016: el PDeCat sufriría una bajada en los apoyos (-03/-80.000); ERC, por el contrario, subiría (0,3/50.000); el PNV bajaría también (-0,1/-30.000); EH-Bildu mejoraría algo (0/13.000); y CC perdería (0/-11.000).

Llegado a este punto, ¿han sido las elecciones andaluzas un test de lo que queda venir? Puede responderse afirmativamente, si nos atenemos a dos factores para mi relevantes: la irrupción de Vox, que crece a costa sobre todo del PP; y la elevada abstención y los crecientes votos nulos o en blanco, que afectarían más al  PSOE y a Unidos Podemos y sus confluencias. De esto último se desprendería, además, una sobrerrepresentación de los grupos de derecha y en ella, del propio Vox.

Para el año presente tenemos tres elecciones fijas, que se van a celebrar en la última semana de mayo: europeas, municipales y autonómicas (salvo en Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía). Eso sí, cada una con su especificidad, lo que las hace diferentes. Las europeas, porque la circunscripción es única, lo que permite que una representación más proporcional; pero, a su vez, suele ser la que arrastra mayor número de abstenciones. Las municipales, por el elevado grado de atomización que tienen, dando paso a muchos grupos locales y reflejando en mayor medida el microcosmos de cada municipio. Y las autonómicas, teniendo en cuenta las excepciones antes indicadas, porque van a reflejar realidades diferentes: de un lado, la de los territorios donde los grupos de derecha y el nacionalismo español tienen una mayor presencia (las dos Castillas, Aragón, Madrid, Extremadura, La Rioja, Murcia, Asturias); por otro, la de otros donde se mantiene un pulso entre lo anterior y las opciones progresistas y/o del nacionalismo periférico (País Valenciano, Baleares, Navarra); y, por último, la incógnita que supone Canarias.

¿Se adelantarán elecciones generales? Si la respuesta es afirmativa, ¿cuándo?, ¿antes, después o coincidiendo con las del mes de mayo?

2019 puede ser un año de vértigo. Y peligroso, si los vientos que soplaron del sur hace un mes se mantienen o acaban llegando los de otros países. Va ser necesario hacer un gran esfuerzo desde la izquierda. Y propongo que se haga desde la unidad y la generosidad, aprovechando la experiencia de las confluencias en las municipales de 2015, las generales de 2016, las catalanas de 2017, las andaluzas de 2018... Añadiendo un llamamiento a la responsabilidad de quienes, por cualquiera de las razones, se han inhibido o tienen pensado hacerlo en las elecciones. Hacer esto no deja de ser un acto de irresponsabilidad, que lo único que permite es ampliar el camino que las derechas pretenden seguir recorriendo.