miércoles, 13 de noviembre de 2013

Lo del Prestige, como si no hubiera pasado nada

Hace once años el petrolero Prestige zozobró frente a las costas de La Coruña para acabar hundiéndose en el fondo del mar. Más de 70.000 tm. de fuel fueron extendiéndose por el mar y acercándose a las costas gallegas. El desastre fue de tal calibre, que el combustible llegó a tocar las costas francesas. Las pérdidas económicas y ecológicas resultaron incalculables. Un movimiento ciudadano se alzó contra el crimen cometido, uno de los más graves en materia de medioambiental. La consigna "Nunca mais" sintetizó e ilustró lo que estaba ocurriendo, a modo de grito de denuncia y de horror. Una ola de solidaridad proveniente de todos los rincones de Galicia y del resto de los territorios del estado aportó su grano de arena en la recogida del chapapote, nombre popular del fuel vertido que se estampó sobre las arenas y las rocas, embadurnándolas y embadurnando a la vez al ecosistema marino. Durante esos días y las semanas y meses que siguieron tuvimos que asistir al espectáculo de quienes eran responsables de gestionar el accidente. Gobernaba por entonces, igual que ahora, el PP, tanto en el estado como en Galicia, con José Mª Aznar y Manuel Fraga al frente. Fueron los días en que el ministro de Fomento, Álvarez Cascos, llegó a  irse de cacería o indicó que había que mandar el barco al quinto pino; de los hilitos de plastilina o de que no se podía hablar de marea negra, según Rajoy, por entonces ministro portavoz; de la posibilidad del bombardeo del barco, al decir Trillo, ministro de Defensa; de la culpa del barco, como inquirió la mujer de Aznar, hoy alcaldesa de la capital; de la cifra clara de no saber la cantidad del vertido exacta, según el delegado del gobierno; de volver a bañarse en el mar como ya hiciera en Palomares, en amago del propio Fraga... Pues bien, once años después la sentencia de la audiencia provincial coruñesa ha condenado levemente al capitán del barco, por desobediencia, quedando exonerados quienes estaban acusados del accidente y, por supuesto, la empresa propietaria del barco. El alto cargo de marina mercante también ha quedado eximido de responsabilidad. En cuanto a la administración, e implícitamente el gobierno, la sentencia alude, aunque sin castigar, a una "falta de rigor en la gestión administrativa y formal de la crisis". Como si no hubiera pasado nada.