domingo, 10 de noviembre de 2013

El maquillaje de izquierda del PSOE

El PSOE esta en pleno debate interno. El cónclave de este fin de semana, formalizado como Conferencia Política Federal, está dando lugar a la confrontación de diversas ideas, sin que haya faltado el debate en torno a la persona que lidere el partido en las próximas elecciones generales. En general manifiestan insatisfacción, expresión de la situación electoral que están viviendo. Los resultados en las elecciones de hace dos años fueron los más bajos de su historia reciente, ratificados en las sucesivas elecciones autonómicas habidas (Cataluña, Galicia, País Vasco) y, quizás lo que sea peor, los malos augurios que ofrecen los numerosos sondeos realizados. Las relaciones con el PSC, más que tensas, son altamente preocupantes, después que exdirigentes relevantes como Alfonso Guerra o José Bono hayan pedido la ruptura e instado a crear en Cataluña una organización del PSOE propia. Susana Diaz, presidenta de la Junta andaluza y secretaria general del partido en su territorio, se mostró implacable días pasados en la defensa de la unidad de España, aunque este fin de semana ha lanzado el mensaje de la necesidad de que  PSOE y PSC sigan trabajando juntos. Esta misma dirigente quizás haya sido la que ha lanzado el mensaje más autocrítico, diciendo que las decisiones tomadas en los últimos años alejaron al partido de su base social, lo que obliga a rectificar. Ha aparecido un término que está siendo muy utilizado, que es el de volver a las raíces, cuya interpretación resulta difícil de averiguar. ¿El modelo clásico de la socialdemocracia europea? ¿El del felipismo, con numerosos tintes neoliberales? También parece que el debate sobre el liderazgo ha quedado por ahora aparcado, después de que la propia Susana Díaz haya manifestado que Alfredo Pérez Rubalcaba debe continuar al frente del partido.

Ayer Julio Anguita declaró que la refundación del PSOE es como un cuento de Las mil y una noches, añadiendo que su intención en todo caso es electoral. Redundó en la idea de que los programas económicos del PP y el PSOE, como el de sus correspondientes europeos, son idénticos y aludió al ejemplo del cambio constitucional de 2011, pactado por los dos partidos, con el fin de garantizar el pago de la deuda a costa de los presupuestos públicos. No le falta razón a Anguita. De la gran cantidad de propuestas que están apoyando en la Conferencia, ninguna se ha referido a esa reforma. Que se haya constitucionalizado un principio neoliberal, muestra el grado de impregnación de esa ideología en un texto que pretende ser el referente político de un país. 

La pérdida de apoyos electorales del PSOE hace dos años la tuvo por sus dos flancos. Los votos más moderados se fueron en mayor medida hacia el PP, aunque UPyD basó su crecimiento en una parte de ese electorado. Por la izquierda fue IU quien se benefició más. Existen, no obstanten diferencias territoriales. En Cataluña, por ejemplo, Ciutadans, que es el grupo similar a UPyD, está encontrando buena parte de su crecimiento en el electorado del PSC que se muestra más inclinado a las posiciones españolistas. Que hayan sido Susana Díaz y el asturiano Javier Fernández quienes han mostrado mayor grado de autocrítica, dice mucho de los contextos donde actúan. En sus territorios tienen a las organizaciones de IU más potentes, con apoyos electorales por encima de su media y con expectativas de crecimiento. En el País Valenciano el PSPV  está viendo cómo los sondeos reflejan que sus expectativas de voto casi son alcanzadas por la suma de Compromís y Esquerra Unida, aun cuando éstas fuerzas concurran por separado. El caso de Galicia todavía es una incógnita, pero el crecimiento en las últimas elecciones a la Xunta de AGE (que aúna a grupos nacionalistas de izquierda nucleados en torno a Xosé Manuel Beirás, a Esquerda Unida y a Equo) no sólo ha superado al BNG, sino que apunta hacia al PSG, que en todo caso se vería superado por la suma de AGE y BNG.      

Lo que el PSOE trata, en definitiva, es defender un electorado que no sólo aporta votos, sino que también se los quita a su rival. El electorado de izquierdas es muy diverso, porque combina factores como los grados de autoposicionamiento político-ideológico, las tradiciones nacionales en algunos territorios, la vinculación a aspectos más concretos (derechos civiles, ecología...) e incluso las posibilidades de éxito. Esto ha hecho que, fuera de los territorios con mayor influencia del factor nacional, haya primado con frecuencia el llamado voto útil. Y aquí el PSOE ha salido casi siempre beneficiado desde 1977. En la última década, con el liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero, afloraron expresiones como "primero, parar a la derecha" o "votar con las narices tapadas", lo que perjudicó en gran medida a IU. 

La operación última de buscar apoyos en antiguos dirigentes de IU, con la ayuda de Baltasar Garzón, no es nueva: ¿qué pasó en los ochenta primero con el sector renovador del PCE, luego con los carrillistas y finalmente con gente como Enrique Curiel?; ¿y en los noventa con Nueva Izquierda? Es más de lo mismo. Otra cosa es cómo salga. Un hecho a tener en cuenta es encontrar la confianza en la gente más joven. Lo es para todos los partidos, porque su apoyo, además de lo útil que pueda ser para el presente, marca un potencial de cara al futuro. Y aquí no creo que a la gente joven les puedan decir mucho personas como Felipe González, presente en la Conferencia y queriendo marcar su impronta, o el propio Zapatero, primer gobernante en aplicar el nuevo paquete de medidas neoliberales. O incluso que un Rubalcaba, impopular donde los haya, sea el referente político de su partido.

El futuro de los partidos socialistas europeos está difícil. No han roto con el pasado reciente de adscripción al neoliberalismo, la misma que llevó a denominaciones como social-liberalismo, nuevo laborismo... Las políticas de los González, Blair, Schröder o Papandreu, entre tantos más, fueron copartícipes, cuando no principales protagonistas, de las privatizaciones, desregulaciones financieras o recortes sociales y laborales desde los años ochenta, aumentadas en los noventa y en lo que llevamos de siglo. Las mismas personas que participaron en una política exterior intervencionista y hasta belicista, de apoyo a EEUU y a la OTAN. Con la crisis sus sucesores han mantenido esa línea, intensificada para rescatar a las grandes corporaciones financieras a costa de la mano de obra y a costa de lo público y de los sectores sociales que viven de él o que reciben sus servicios y prestaciones. 

En el actual panorama desolador de aumento del paro, bajada de salarios, recortes sociales y ataque a los derechos sociales los partidos socialistas son responsables como los que más. También lo ha sido el PSOE. En el lavado de cara del fin de semana ha optado por el maquillaje de la izquierda. No dejan de ser cuentos orientales. Más de lo mismo.