viernes, 11 de mayo de 2012

En torno a lo público y su perversión en el lenguaje

"Acampar en una plaza es privatizar el espacio público", ha declarado Esperanza Aguirre. El dogma de la libertad económica absoluta lleva no sólo a la expansión permanente de la propiedad privada per se, a la que se sacraliza, sino la privatización de lo social, al que le quita lo que tiene de común y el aderezo ético de los derechos humanos para convertirlo en una mera mercancía. La plaza representa desde tiempos muy lejanos lo público por excelencia, como lugar de encuentro para discutir, participar, divertirse y hasta, por qué no, negociar. La agorá griega (o el forum romano) fue el lugar donde nació la politeia, la esencia de la polis griega. Es decir, donde nació la política, que por definición es la manifestación, la puesta en práctica, máxima de lo público, la comunión de las gentes para discutir y decidir sobre sus asuntos. Desde hace años las prácticas neoliberales están llevando a privatizar hasta los espacios de encuentro común (dando lugar a los centros comerciales, las grandes áreas de diversión...), a la vez que vaciando de contenido los espacios comunes que había en las ciudades. No es ni casualidad ni baladí que sea precisamente en el momento presente, en que se está poniendo una vez más en evidencia la pantomima de un sistema político corrompido y supeditado a los intereses privados de las grandes empresas, cuando estén naciendo y se estén desarrollando por diversos países los movimientos de gente indignada. Es la acción de una ciudadanía que quiere retomar el uso de las plazas y las calles para discutir, decidir y hacerse presente. Y ante esta marea humana reacciona el poder. Reprimiendo cuando es preciso y haciéndolo cada vez más. Acotando, mediante normas cada vez más restrictivas, las iniciativas de la gente. Y también embadurnando su acciones de pura ideología neoliberal, con proclamas mixtificadoras. Una vocera del neoliberalismo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, nos acaba de advertir que hacer uso de los espacios comunes es privatizar lo público. La más pura perversión del lenguaje en la ideología neoliberal.