miércoles, 19 de noviembre de 2025

Testimonios de mi rebeldía juvenil contra un dictador: una pintura y un poema


Vuelvo a encontrarme con mis 16 años y los primeros meses de 17. Cuando viví las postrimerías del dictador. Es verdad que los recuerdos del tiempo que se ha vivido pueden dar lugar a confusiones. Pero si se ha dejado constancia por escrito, en cualquiera de las formas, disponemos de una ayuda para que puedan ser más sólidos y precisos. 

En julio de 1974 me encontraba en Béjar, acompañando a mi hermana pequeña. Había nacido su primer hijo, que fue mi primer sobrino (el tercero de la saga, después de dos sobrinas). Fueron días de un calor intenso. 

Fue en ese verano cuando la salud del dictador había empezado a dar muestras de una gran preocupación. La célebre tromboflebitis con la que nos abrían cada día los telediarios fue una especie de comienzo de un fin que se alargaría durante casi año y medio. El anuncio de esa enfermedad hizo saltar las alarmas en las altas esferas del régimen. Y entre los sectores de la oposición en ese mes de julio en París se formó la Junta Democrática, que hizo uso del término ruptura democrática para marcar el objetivo de acabar con la dictadura. Tenía al Partido Comunista de España como eje vertebrador e incluía a monárquicos juanistas  y carlistas, a socialistas populares, a "personalidades" independientes, a socialistas andalucistas... Luego fueron incorporándose más grupos, como las Comisiones Obreras o los comunistas maoístas que derivaron en el Partido del Trabajo.    

Frente a los partes oficiales sobre el enfermo y las diatribas lanzadas contra Calvo Serer, calificado de traidor, y el malvado comunista Carrillo, recuerdo las emisiones de Radio España Independiente, la Pirenaica, que escuchaba a pesar de las interferencias.

Pasó el verano y luego los meses, mientras mi conciencia rebelde iba en aumento. Corría el curso 1974-1975. Estudiaba 6º de Bachillerato en ese edificio recién estrenado del instituto masculino. De ese tiempo conservo apuntes, poemas, reflexiones, relatos breves... Y también, las pinturas que plasmaba sobre papel con colores de cera. Son testimonios de mi rebeldía. Y entre tantos, los dos que se asoman en esta entrada: la pintura que la encabeza y el poema con el que  acaba. 

Si tú, Franco, eres hijo de tus padres,
hermano de tus hermanos
y nieto de tus abuelos…,
padres, hermanos  y abuelos
todos los hombres tenemos,
pero no todos somos lo que tú fuiste,
lo que eres y lo que serás.
Te llaman hijo prócer de tu España,
cuando los españoles dignos
sabemos que eres un asesino vil
de hermanos nuestros,
que mataste en la guerra
que tú empezaste,
que matas ahora sin ella
y que matarás hasta tu fin.
Pero, en nombre del pueblo español verdadero,
te juro que te acordarás,
antes o después, de sus muertes
y de todo lo malo cuanto has hecho.
Asesino de españoles
y engañador de otros tantos,
tú, general Franco,
sólo mereces un nombre, 
el de tirano.