domingo, 23 de marzo de 2025

Un paseo por Málaga entre el ayer y el hoy (con poemas de por medio)


Juego de memoria

Sobre el pupitre
el lápiz y el cuaderno sin lunas.
El aire suspendido
-péndulo del ensueño-.

El milagro, en el mapa,
ahuecando sus flores.
El cristal ocultado,
hecho sangre del día.

Tiende el dedo el puntero
sobre la verde esfera
y señala su fruta
cuajada en mariposa.

Deshila la armonía
sus delgados compases
y estudia sus lecciones
de pluma la memoria.

Alumno y sol de lata,
en recuerdo mecánico,
mueven su juego antiguo
bajo un jardín de agua.

Hállase el viejo oficio:
marinero de parques
en bergantín velero
de reflejos y plantas.

Giran las frescas brújulas
sus posibilidades
y percibe el deseo
la flor de la manzana;

pero el reloj se quiebra
de un golpe sobre el tiempo
y brota del presente
la luz de la campana.

Se despierta el momento
con un barco en la mano
y gira su mirada
prendida entre veletas.

El sol, sigue clavado
redondo sobre el cielo,
y en él cuelga la burla
su máscara deshecha.

(Emilio Prados)


Crepúsculo

¡Ven, que quiero desnudarme!
Ya se fue la luz, y tengo
cansancio de estos vestidos.

¡Quítame el traje! Que crean
que he muerto, porque, desnudo
mientras me velan el sueño,
descanso toda la noche;
porque mañana temprano,
desnudo de mi desnudo,
iré a bañarme en un río,
mientras mi traje con traje
lo guardarán para siempre.

Ven, muerte, que soy un niño,
y quiero que me desnuden,
que se fue la luz y tengo
cansancio de estos vestidos.

(Manuel Altolaguirre)

"Pablo Ruiz Picasso", de Francisco López Hernández, en la plaza de la Merced

A la pintura

A ti, lino en el campo. A ti, extendida
superficie, a los ojos, en espera.
A ti, imaginación, helor u hoguera,
diseño fiel o llama desceñida.

A ti, línea impensada o concebida.
A ti, pincel heroico, roca o cera,
obediente al estilo o la manera,
dócil a la medida o desmedida.

A ti, forma; color, sonoro empeño
porque la vida ya volumen hable,
sombra entre luz, luz entre sol, oscura.

A ti, fingida realidad del sueño.
A ti, materia plástica palpable.
A ti, mano, pintor de la Pintura.

(Rafael Alberti)


"Niña lectora", de Chema Lumbreras, en lo que fue el barrio de La Coracha

Principio de humanidad

Los niños deshacen el pan de sus brazos,
lo blando crece sobre el suelo.
Recogen las migajas, se hacen a sí mismos.

Sus cabezas son frutas verdes con el hueso abierto.

Al principio no hablaban,
se golpearon la boca hasta encontrar el verbo.
Querían verle corre. Batir su gracia, recordarle más grande
pero lo primero que se dijo fue un animal enfermo.
El cielo se tensó cuando huía. Una línea azul le corta el cuello.
Su cabeza llegó la última la llamaron Victoria.
Después hicieron fuego.

Aplauden las llamas, aprietan las piedras.
Todos dicen
-Aquí jugaremos.

(Beatriz Ros)


Y así es Málaga...

Y así es Málaga;
mitad jazmín y mitad brisa.
Mitad paloma y mitad
gaviota mensajera.
Mitad labio y mitad pétalo.
Corazón traspasado por una
biznaga de amaneceres incansables.

(Rafael Pérez Estrada)



A Málaga...

A Málaga tampoco mi corazón olvida.
No apaga en mi ausencia la llama del amor.
¿Dónde están tus almenas -¡oh, Málaga querida!-,
tus torres, azotes y excelso mirador?
Allí la copa llena de vino generoso
hacia los puros astros mil veces elevé
y en la enramada verde, del céfiro amoroso
sobre mi frente, el plácido susurrar escuché.

(Ibn Said)

"Monumento a Blas Infante", de Jesús Martínez Labrador, en la avenida de la Aurora

Arañaron tu puerta en Coria...

Arañaron tu puerta en Coria
hasta arrastrarte al verde oscuro
de una cuneta andaluza.

Te negaron el agua hasta las monjas
a las que llegaste arrastrando
con un tiro en el pecho.

No te remataron por temor
a que la sangre de tu sien
sembrara el huerto.

De espigas verdes y rojas amapolas
de las que cubren
las caras de los muertos.

Me lo contaron ayer los dos cabreros
que presenciaron escondidos
tu tormento.

Te asesinaron antes que a Companys
tu amigo catalán al que llevabas
libros y comida cuando encerrado estaba
en el Penal del Puerto.

Te debemos la historia y la bandera
a ti, Blas Infante de los siglos.
Te debemos la sed que despertaste
en nuestros viejos corazones dormidos.

Y te debernos el futuro que se abre
si no remachan tu sien con otro tiro.
Y te tendremos en pie aunque estés muerto
a ti, Blas Infante de los siglos.

(
Salvador Távora)