jueves, 25 de octubre de 2018

La radicalización de la derecha española

Hace unos días escuchamos hablar a Carolina Punset criticando la deriva derechista y nacionalista del que fue su partido, Ciudadanos. El PP, por su parte, desde que Pablo Casado ha tomado sus riendas no deja de desplazarse hacia la extrema derecha, con un lenguaje y unas propuestas que hasta pueden resultar sorprendentes. Vox, en fin, sacó a escena en un acto público hace un par de semanas una parafernalia y un discurso con un ligazón claro con lo que en otros países europeos lleva tiempo visibilizándose. Existe un cierre de filas en los grupos españolistas de derecha en torno a una idea: la unidad de España. Las banderas rojigualdas llenan sus escenarios, la apelación a la aplicación del artículo 155 de la Constitución ya es una constante, como lo es también la retórica del golpe de estado perpetrado en Catalunya hace un año. Unas derechas que han virado aún más a su derecha, disputándose un espacio que había permanecido dormido desde décadas. Tal es la dimensión de ese escoramiento, que la imagen que trasmiten del dictador y su dictadura oscila entre la reivindicación desde una parte, aun cuando parezca minoritaria, y su banalización desde otra. Todo vale, incluido escarbar en los valores más retrógrados de la derecha profunda. Y hasta tal punto están llegando, que ayer mismo el líder del PP acusó a Pedro Sánchez de ser "partícipe y responsable de un golpe que se está perpetrando ahora mismo en España". Es lo que hacen quienes niegan el golpe militar de 1936 o lo consideran parte del pasado, redoblando sus esfuerzos en propagar la idea de que vivimos en un golpe. Estamos asistiendo a la radicalización de la derecha. Y cuando lo ha hecho en otros tiempos, ha golpeado duro, muy duro.