jueves, 19 de octubre de 2017

Catalunya, el 155 y el aire que hiede

Hoy se cumple el plazo dado por el gobierno y aceptado por las dos muletas que le sustentan, esto es, el PSOE y Ciudadanos. Lo que ocurra en lo concreto y en qué momento se aplicará el famoso 155, están por ver. La intervención legal de la autonomía catalana, en todo caso, será una realidad. Otra cosa es lo que haga la sociedad catalana. Esos amplios sectores que están desarrollando una permanente actividad de movilización pacífica y desobediencia civil contra a intransigencia de un gobierno, y otros poderes del estado, y su actitud represiva. Que defienden su soberanía y que cada vez más se consideran independentistas. Lógico, teniendo en cuenta la naturaleza del partido que gobierna en el estado. El mismo que hace una década se puso a recoger firmas contra el Estatut, que consiguió que el Tribunal Constitucional lo acabara recortando, que quiso españolizar a los niños catalanes o que hizo, en fin, del anticatalanismo una bandera electoral. El mismo que tiene centenares de cargos públicos imputados o condenados por delitos de corrupción o que tiene unos cuantos que están o han estado en la cárcel por ello. Que es sabido que se han aprovechado onerosamente de la privatización de servicios públicos y de las concesiones de obras públicas para financiarse como partido, para colocar a su clientela o para llevárselo privadamente a sus bolsillos. Y en medio de tanta podredumbre, el llamado a la patria y su bandera, como llevamos más de un siglo padeciendo, intenta ventilar el aire que hiede. Ignoro cómo va a acabar todo esto, pero la cosa huele demasiado mal.