domingo, 29 de enero de 2017

El valle de La Sauceda, lugar de la memoria

El valle de La Sauceda sigue acogiendo a cientos de personas desaparecidas. Enterrarlas sin nombre fue el castigo que les dieron los golpistas del 36. Había sido un lugar donde vivían desde tiempo atrás gentes humildes que aprovechaban el bosque, cuidaban ganado o trabajaban la tierra. La República les abrió la esperanza, pero acabó siendo un sueño. Con el inicio de la guerra acogió durante unos meses a muchas más gentes, que huían de otros lugares. Lo hacían de la muerte. Muchas, finalmente, la encontraron en los bombardeos o en la represión sobrevenida tras la ocupación militar. Masacradas, el zarpazo del fascismo intentó borrarlas del recuerdo. El cortijo de El Marrufo sirvió para ello, a modo de campo de concentración y luego de exterminio. Pero, oculta, la memoria se mantuvo. Fue pasando de una generación a otra. El esfuerzo de familiares, de asociaciones de memoria y de gente de buena fe ha permitido desenterrar algunos cuerpos. 28 de ellos se encuentran en el pequeño cementerio de La Sauceda, dentro de un espacio propio dedicado a la dignidad. Algunos están allí sin que se haya podido identificar su nombre. Pero queda aún mucho por descubrir.