viernes, 22 de mayo de 2015

Neoliberalismo, corrupción y perspectivas electorales

Hay gente que sorprende de los apoyos que mantienen los partidos que están ligados a la corrupción. A mí, no. Y voy a intentar explicar por qué. Durante los años de los pelotazos, la especulación, el ladrillo, la burbuja inmobiliaria o cualquiera otro término que queramos utilizar de esa naturaleza ha habido un consenso muy extendido en amplios sectores de la población acerca de que todo valía. Era la manifestación más clara de la mentalidad capitalista inserta en el actual modelo neoliberal, que está llevando a sus últimas consecuencias lo de la obtención del beneficio individual por encima de todo y a costa de lo que sea y de quien sea. Es cierto que la crisis está llevando de una forma creciente a la precarización laboral, la movilidad social descendente, el empobrecimiento de algunas capas sociales, la pérdida de derechos, el deterioro de los servicios públicos... y que por ello mucha gente está sufriendo una situación difícil dentro de la diversidad. Pero también es cierto que mucha gente sigue teniendo la esperanza de que la situación se puede revertir dentro de los parámetros del sistema capitalista, con la ilusión de que lo que han considerado como una época dorada pueda volver. Resulta evidente de que los valores del capitalismo neoliberal persisten. Es un sistema perverso, intrínsicamente corrupto y criminal por las secuelas que genera en aquellos lugares y sectores de población que se sitúan en su periferia y que por ello se ven desprovistos de las supuestas ventajas que presentan. En su fantasía ideológica se defiende la idea de que todo el mundo puede alcanzar lo que se proponga desde la iniciativa individual. Se defiende la aspiración a un mundo donde pueda haber cuanta gente rica logre serlo y que a su vez pueda desaparecer la pobreza. Y si ésta última se mantiene, es por la desidia e inoperancia de quienes no han sido capaces de salir adelante. Se culpabiliza, así, a las víctimas, a las que humillan doblemente, por la situación que sufren y por el sentimiento de fracaso al que les abocan. En sus valores no existen la solidaridad, la cooperación social, el reparto igualitario de la cosas... A lo sumo lo trastocan en la simple caridad o el trabajo en equipo competitivo. Se olvida, en suma, que cuando hay riqueza, siempre existe pobreza. Y eso explica que el PP siga manteniendo importantes apoyos, incluso en las zonas donde la corrupción ha llegado a extremos inauditos; que sus pérdidas tiendan a ser recogidas por Ciudadanos; que el PSOE esté recuperando algo de pulso, después de las previsiones de una fuerte debacle, y que Andalucía siga siendo su principal granero de votos; que CiU, maniobras políticas soberanistas aparte, siga situándose a la cabeza de intención de voto...