lunes, 17 de noviembre de 2014

Muros de la vergüenza

Hace unos días se ha conmemorado el 25 aniversario de la apertura del Muro de Berlín. Lo llamaban también muro de la vergüenza. Los eventos se han hecho con espectacularidad. Se han presentado, una vez más, como el triunfo del bien sobre el mal. El triunfo de la libertad, la democracia y, claro, el capitalismo, con la consiguiente derrota del comunismo. Se regocijan de ello quienes han levantado -o sostienen a quienes lo han hecho- otros muros. Lo hay a lo largo de más de mil kilómetros en la frontera de EEUU y México, para impedir el trasiego de inmigrantes latinoamericanos. También, en el enclave que EEUU tiene en Guantánamo, dentro de la isla de Cuba. Hay dos que rodean los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania que insistentemente acosa y coloniza Israel. Otro divide en dos al territorio ocupado por Marruecos en el Sáhara Occidental. Los tenemos en España, en torno a Ceuta y Melilla, dotados de concertinas hirientes. Todavía está en pie el que separa las comunidades católica y protestante de Belfast. Otros se extienden a lo largo de las fronteras de Arabia Saudí con Irak o Yemen... Sus víctimas en vidas humanas se cuentan por bastantes miles. Son también muros de la vergüenza.