Diez años han pasado ya. Y, en cierta medida, desde entonces el mundo ya no es lo que era antes. Una de las novedades fue la respuesta inmediata del gobierno de Estados Unidos. En su discurso ante el Congreso del día 24 de septiembre George Bush dijo: “Nuestra respuesta consistirá en mucho más que una represalia instantánea y ataques aislados (…), sino una batalla prolongada diferente de cualquier otra que hayamos visto”. Unos días después en nuestro país se hizo público el manifiesto “¡Con la guerra y el terror no se construye la paz!” en el que se denunciaba que “La respuesta norteamericana se asienta, por lo pronto, en un dramático desprecio hacia el sistema de Naciones Unidas en provecho de la OTAN y de un grupo selecto de estados amigos”. Advertía, así mismo, que el uso indiscriminado de la violencia podría conllevar que recayera sobre la población civil de Afganistán. Lo que ha ido sucediéndose a lo largo de la última década se inscribe en lo anunciado por el anterior presidente estadounidense y han hecho realidad los temores que mucha gente preveía.
Y sobre lo que realmente ocurrió el 11 de septiembre parece como si se hubiera corrido una cortina de silencio. Más allá de recordar a las víctimas que perecieron en los hechos ocurridos ese día, poco se ha desvelado oficialmente. Las dudas, sin embargo, son muchas. Dudas que para mucha gente se han ido convirtiendo en sospechas, cuando no constataciones de que se han urdido numerosas mentiras. Con grandes dificultades para la investigación y su publicación han ido apareciendo poco a poco obras sobre el tema desde una perspectiva crítica en relación a la versión oficial. En 2005 el doctor Morgan Reynolds, que había sido colaborador de Bush y director del Centro de Justicia Penal en el Centro Nacional de Análisis Político de Dallas, negó como falsa la versión oficial de su gobierno y dijo, entre otras cosas, lo siguiente: “Si tres rascacielos de acero en el WTC fueron destruidos por demolición el 11-S, el caso para un ‘trabajo interior’ y un ataque gubernamental contra EEUU sería convincente” (Rebelión, 18-06-2005). Hoy he leído en Rebelión el artículo del profesor colombiano Renán Vega Cantor "Cinco grandes mentiras sobre el 11-S", en el que se hace una síntesis del libro 11 S. Las verdades ocultas (en España, Akal, 2010), del periodista francés Éric Raynaud. ¿Y cuáles son esas cinco mentiras? Helas así enunciadas: 1ª "Los atentados del 11 S fueron organizados por Al Qaeda, dirigida por Osama Bin Laden"; 2ª "Varios comandos suicidas, formados por 19 terroristas islámicos, secuestraron cuatro aviones y los hicieron estrellar contra los objetivos escogidos, el World Trade Center y el Pentágono"; 3ª "Las torres gemelas del World Trade Center se derrumbaron como resultado del impacto de dos sendos aviones en las horas de la mañana del 11 S"; 4ª "El Pentágono fue impactado por un avión comercial poco después del ataque a las Torres Gemelas"; 5ª "Un cuarto avión que fue secuestrado y que iba a ser estrellado contra un objetivo determinado se estrelló porque sus pasajeros se sublevaron e impidieron que se realizara el atentado previsto". La lectura del artículo nos ofrece los argumentos que emplea Vega Cantor. Lo recomiendo.