lunes, 3 de mayo de 2010

Fascistas desapercibidos: José Antonio Samaranch

El otro día murió un fascista reciclado a demócrata. Chaqueteros, fue el nombre que se dijo en los 70 a ese tipo de personas cuando aparecieron por doquier como demócratas de toda la vida. Entre ellos estuvo José Antonio Samaranch, uno de esos tipos de personajes que han tenido la habilidad de pasar por todos los sitios con gloria, sin que haya trascendido mucho lo que fueron antes. Recomiendo dos artículos publicados en Sin Permiso que no tienen desperdicio (http://www.sinpermiso. info/articulos/ficheros/Samaranch.pdf). Hay más, pero sirven de muestra.
 
Fascista en su juventud, supo hacer carrera en el régimen franquista. Se especializó en deporte, donde presidió alguna federación y llegó a ser nombrado Delegado Nacional de Deportes en 1967. El régimen de Franco fue la época de los ridículos internacionales en los juegos olímpicos y campeonatos europeos y mundiales de las distintas disciplinas. La única excepción fueron el fútbol (con el europeo de 1964 y los campeonatos europeos de clubes, eso sí, previos pagos millonarios en fichajes), el hockey sobre patines, los premios de la montaña de ciclismo y algún campeón de boxeo. Y en ese ambiente de gloria se movió el señor Samaranch, uniformes, himnos y brazos en alto fascistas incluidos. Ya en los setenta le llegó la presidencia de la Diputación de Barcelona. Según he leído, sin poder contrastarlo por ahora, fue de los que se sumó a la operación sucesoria de Alfonso de Borbón, marido de la nieta de Franco. No me extraña teniendo en cuenta la amistad que tuvo siempre con el marqués de Villaverde, uno de los cerebros de esa operación. Si fue verdad, se le puede aplicar la frase de "si te he visto, no me acuerdo".

Lo cierto es que en plena metamorfosis del franquismo en 1977 consiguió ser nombrado embajador en Moscú y desde ahí paso a la presidencia del COI tres años después. Se ha contando en un libro reciente, El ajedrez de la KGB, del ruso Vladimir Popov, que estando en la URSS fue cogido in fraganti utilizando la valija diplomática para pasar antigüedades. Este desliz ilegal le llevó a convertirse en colaborador del KGB. Quizás así se explique su ascenso, ya que en la elección a la presidencia del COI necesitaba los apoyos de la URSS y su bloque aliado.

Lo que vino después lo conoce casi todo el mundo. A mí poco o nada me interesa. Pero lo cierto es que el antiguo fascista dejó de serlo o parecerlo, quién sabe, devino en demócrata de toda la vida y pasó a ser una especie de héroe nacional e internacional del deporte. ¿Méritos? Como el del ladrón que nunca le cogieron robando.