martes, 8 de septiembre de 2009

Arboricidio

La práctica de cortar árboles resulta altamente ilustrativa de la sociedad en que vivimos. No me voy a referir a la tala en grandes dimensiones destinada a obtener madera, crear espacios de producción ganadera o urbanizar los suelos para la especulación, lo que está haciendo que se vayan perdiendo enormes masas de reservas forestales en el mundo y tengamos que sufrir las consiguientes consecuencias perniciosas en el cambio climático, la desertización… Ahora no quiero detenerme en eso, sino en la tala indiscriminada de árboles en los espacios urbanos. Aquí, en Barbate, acabo de ser testigo de dos hechos: uno, cómo cortaban varios falsos pimenteros en la calle Pío XII (sí, el papa de Hitler); el otro, lo que queda del ficus que había en el patio principal del instituto Trafalgar, donde trabajo. Según he oído, en el primer caso quieren hacer un aparcamiento para coches. Que lo hagan o no, no venía a cuento la tala de los árboles, que se encontraban en la línea lateral, junto a la acera. Si lo que quieren hacer es un aparcamiento, mucho peor, pues quedaría eliminado un pequeño espacio donde jugaban niños y niñas, y descansaban las personas mayores preferentemente. De ser ciertas las dos cosas, sería una doble agresión. En el segundo caso, el del ficus, parece que molestaban sus raíces. Normal, rodeado de cemento, ¿qué podía hacer nada más que levantar el suelo? Había otras soluciones, desde abrirle más espacio para “respirar” hasta trasplantarlo. Lo cierto es que embellecía y daba mayor variedad a ese patio del instituto, por lo que su desaparición no se puede caracterizar más que como otro arboricidio.

Si son "malos tiempos para la lírica", también lo son para los árboles. Este desprecio es un síntoma de la insensibilidad en que vivimos: ecológica y también social.