miércoles, 6 de diciembre de 2023

Romper, irse... algo que se veía venir


Se veía venir. Y con el paso de los meses, más todavía. El objetivo, encontrar un hueco en el diverso espacio de la izquierda. Cueste lo que cueste. Tienen la primera prueba a medio año vista. En las elecciones europeas del próximo mes de junio. Ahí buscarán medir fuerzas. Quién sabe si en solitario o en compañía. En julio pasado, después de muchos recelos y hasta zancadillas, decidieron estar dentro de la amalgama de grupos de izquierda que se pusieron de acuerdo para sumar. Y lo hicieron quizás para no perder el tren. Visto lo visto dos meses antes, mejor así. 
Ahora han dado el paso de salirse e ir por su cuenta. Y lo hacen con el argumento de un grado mayor de radicalidad. Así, a primera vista, suena bien. Alejarse de todo aquello que no gusta. Un poco -o  un mucho- en la línea de esa pureza que está en la mente de mucha gente de la izquierda. Pureza que impide -o, al menos, dificulta- que se pueda llegar a puntos en común. Como si la vida sólo fuera lo que cada cual, como persona o como grupo, piensa. Puede creerse que me he vuelto un reformista. Lejos. Mi radicalidad es mía. Y la transmito. Pero intento entender la realidad. Y esto me lleva a saber llevar mi radicalidad entre la gente con la que comparto muchas cosas. Eso conlleva hablar, dialogar... También, ceder. Y, por supuesto, ganar más de lo que se pierde. Malo es cuando sólo nos miramos creyéndonos estar, más que nadie, en la pureza. 

(Imagen: "Narciso en la fuente", de Caravaggio).