viernes, 18 de mayo de 2018

Indagando en la crisis de Nicaragua

La situación en Nicaragua sigue generando un amplio debate. Hace unos días, el 12 de mayo, el CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) publicó en su página electrónica un artículo firmado por Silvina Romano, Aníbal García, Tamara Lajtman, Arantxa Tirado, Lucía Converti y Javier Calderón, y
titulado "Primavera democrática en Nicaragua, ¿anticipo del verano... o el invierno?". Hoy Rebelión ha publicado otro artículo, "La izquierda sobre Nicaragua. Entre la soberbia y la ignorancia", firmado por Jorge Capelán y Stephen Sefton. Veamos de qué va cada uno, independientemente de mi sugerencia para leer los dos.

Primer artículo


El artículo publicado en el portal del CELAG parte de la semejanza de lo ocurrido en Nicaragua con las conocidas como revoluciones de colores:

"Las revoluciones de colores y las primaveras democráticas tienen su origen en los países ex comunistas de la Europa del Este, donde se experimentaron por primera vez, aunque trataron de ser extrapoladas sin éxito a países de América Latina como Venezuela. No obstante, fueron instaladas en otras latitudes y son celebradas como movimientos de emancipación autóctonos (pero con apoyo internacional), espontáneos y exitosos (cuando condujeron al derrocamiento de los gobiernos de turno). Iconos de estos procesos son el liderazgo de los jóvenes y posteriormente la incorporación del uso de las redes sociales para convocar movilizaciones masivas (revoluciones 2.0) que por momentos se transformaron en revueltas violentas con respuestas represivas por parte del Estado. Fueron bautizadas como las revoluciones del siglo XXI: los jóvenes y las nuevas tecnologías puestas al servicio de la emancipación. Se centran en los derechos civiles, el derecho de los “ciudadanos”, el derecho a la información, etc.".


No se ahorra en criticar la acción del gobierno nicaragüense en relación a las personas que han estado manifestándose, lo que considera que carece de justificación:

"Es cuestionable y, evidentemente ha sido rebasado por los acontecimientos -como muestra la gran cantidad de heridos y fallecidos por las protestas-". 

Pese a ello, en el artículo se intenta poner de relieve un aspecto importante que ayudaría a entender las raíces de la crisis, señalando "algunas de las características de la asistencia para el desarrollo que está penetrando la vida política de Nicaragua hace décadas". En este sentido señala cosas como las que siguen: 

“las importantes diferencias con vecinos como Honduras, Guatemala e incluso El Salvador, países que luego de los Acuerdos de Paz se encausaron hacia un neoliberalismo violento por medio de diversas iniciativas, la mayoría auspiciadas por el gobierno-sector privado estadounidense”;

“un crecimiento económico y reducción de la pobreza, sus índices de seguridad son infinitamente mayores a los de los países del Triángulo Norte y sus residentes no han tenido que huir hacia la frontera estadounidense en busca de mejores vidas en la misma proporción que lo han hecho los salvadoreños, guatemaltecos y hondureños”;

“también se diferencia de la avanzada del militarismo en la región, en el marco de la ‘guerra contra las drogas’ impulsada por EEUU en los países del Triángulo Norte”;

“el gobierno nicaragüense viene cediendo ante el empresariado local e internacional y las Instituciones Financieras Internacionales, que presionan para un ajuste;  

"La relación de Nicaragua con el FMI se explica a partir de la condonación de deuda que obtuvo el país”.

La reforma en el sistema de pensiones, que se encuentra en el origen de las movilizaciones y protestas, habría que relacionarla con las indicaciones planteadas desde el FMI, teniendo en cuenta la situación económica y, así mismo, su especificidad:

“La reforma propuesta se basó en ampliar el aporte tanto patronal como de los trabajadores y reducir un 5% las pensiones en concepto de atención médica. Asimismo, algo que fue pasado por alto, es la eliminación del límite de aporte con que contaban los sueldos altos. Esta medida es claramente progresiva”.

No falta en el artículo, con el epígrafe “Nicaragua en la Geopolítica estadounidense: hard power, soft power y escenario regional”, la parte correspondiente a las relaciones internacionales, donde EEUU, de un lado, y China, Rusia y Venezuela, de otro, actúan como principales fuerzas en liza. Tampoco falta, relacionado con esto, el acuerdo firmado entre el gobierno y una empresa china para la construcción de un canal entre los océanos Atlántico y Pacífico. Un asunto de máxima importancia, dada la trascendencia que conllevaría de cara al futuro en el contexto de la región. Citando al think tank estadounidense Brookings Institution, se expone:

"El Canal proporcionaría un poderoso impulso comercial a Nicaragua, lo que ayudaría a facilitar la transición ante la merma de la financiación proveniente de Venezuela. Pero si tiene éxito, el proyecto defendido por Ortega, que ha capturado la imaginación popular, podría solidificar la política de partido único en Nicaragua en el futuro previsible. A la luz de la inestabilidad en los Estados centroamericanos del Triángulo Norte (Honduras, Guatemala, El Salvador) y el prisma extra-regional de Costa Rica, un Estado nicaragüense fuerte y unificado podría convertirse en la potencia dominante en el istmo".

Y, por supuesto, en todo esto no podemos olvidarnos del papel que está jugando la embajadora de EEUU, quien, al margen de sus declaraciones sobre la crisis, dispone de una trayectoria que no resulta tan sorprendente:  

“Viene de ser Ministra Consejera en México (2012-2015), y cónsul de ciudad Juárez, caracterizada por la conflictividad y la violencia del narcotráfico, la trata de personas y la venta de armas (de EEUU hacia México). Tiene un recorrido por las embajadas de EEUU en Turquía (2002-2006), Egipto (1999-2002), y en El Salvador (1991-1994) en tiempos del proceso de paz y la firma de los acuerdos. Posgraduada del Colegio Industrial de las Fuerzas Armadas, en 2007, esta diplomática tiene el perfil de ser una embajadora con conocimientos especializados en manejo de relaciones con países “problemáticos” para los EEUU”.

Al final del artículo, a modo de conclusión, se expone lo que puede resultar la clave del problema:


“Lo que está sucediendo en Nicaragua es de máxima gravedad. Es, junto con Costa Rica, el único país de América Central que mantiene líneas políticas, económicas, sociales y de seguridad que tratan de ir más allá de la ortodoxia neoliberal, aunque de manera contradictoria y ambivalente, en una región  sumida en la miseria y la violencia. Pero, a diferencia de Costa Rica, Nicaragua lo hace sin plegarse a los intereses de la política exterior estadounidense. Sin desestimar los errores del gobierno de Ortega en su respuesta a las demandas y sin compartir la respuesta represiva por parte de las fuerzas de seguridad, es fundamental considerar la importancia de Nicaragua en la geopolítica regional, los intereses que pueden estar en juego y los sectores que podrían estar buscando desestabilizar al gobierno de turno”. 

El segundo artículo

Escrito como respuesta al primero, tiene un fuerte tono crítico, lo que puede conllevar que se considere como antitético. Considero que no es así. 

Al principio, reconociendo la capacidad rigurosa del CELAG, busca poner los límites del conocimiento de la realidad nicaragüense:

"desconocen detalles fundamentales y hechos básicos del país. El artículo tampoco muestra que se conoce mucho de lo que se ha escrito en los últimos 10 años sobre Nicaragua, su economía, su política y geopolítica, por diversos medios que recogen análisis de los propios Sandinistas, por ejemplo los aportes del historiador Aldo Diaz Lacayo, de intelectuales como Orlando Nuñez Soto, Carlos Midence y Carlos Fonseca Terán o de analistas como William Grigsby Vado, entre muchos más".   

Estando de acuerdo en lo relativo a los aspectos geopolíticos, se señala su divergencia en la apreciación que se hace del papel jugado por el FMI:

"el CELAG intenta argumentar que el avance de la contrarrevolución en marcha ahora es fruto de las presiones del FMI, no lo creemos (...). Al contrario, la empresa privada se ha juntado a la minoritaria oposición política en Nicaragua en este momento precisamente por motivo de la firme defensa solidaria del gobierno del Presidente Daniel Ortega de los derechos sociales y económicos de la mayoría empobrecida del país. Se trata, entre muchas otras cosas, de la gratuidad de la educación y la salud, los aumentos anuales del salario mínimo siempre 5 o 6 puntos porcentuales por encima de la inflación, el masivo programa de titulación de la propiedad a favor de familias humildes y en general la profunda y amplia democratización de la economía del país, especialmente a favor de las mujeres".

Así mismo, se destaca un aspecto primordial, que tiene que ver con la naturaleza de la economía nicaragüense y con el papel que juegan las inversiones extranjeras:

"el artículo de la CELAG ignora hechos fundamentales sobre la economía política del país. En Nicaragua, la riqueza no la produce la burguesía sino el sector de la economía popular, cooperativa, asociativa y autogestionaria, que produce más de la mitad del PIB y genera más del 70% del empleo. Por ese motivo el gobierno no permitió la entrada de Uber a Nicaragua, por ejemplo. En términos de inversión, tampoco es la burguesía nicaragüense la que más aporta, sino el Estado y los capitales extranjeros - incluso dentro de estos, una parte considerable son capitales muy pequeños, incluso de lógica no-capitalista, de estadounidenses que montan pequeños hoteles y otro tipo de actividades con capitales traídos de sus propios países". 

Sobre las protestas, se aporta una valoración de las mismas, así como del número de víctimas, que resulta muy diferente de las que han circulado mayoritariamente por los medios de comunicación. Un aspecto importante es la mención que se hace al MRS (al que se califica expresamente como "ex-sandinista". En todo caso, ésta es lo que se dice:

"entraron en acción los violentos grupos de choque de la oposición política en el país dirigida principalmente por el Movimiento Renovador de ex-Sandinistas ahora aliados de la extrema derecha estadounidense y beneficiarios durante décadas del financiamiento del gobierno de los Estados Unidos y sus ONGs satelitales. Durante los días 19, 20 y 21 de abril los grupos armados de la oposición política se mezclaron con estudiantes y jóvenes e integraron también cientos de delincuentes reclutados de diferentes ciudades con el fin de intensificar los ataques. Atacaron todo tipo de infraestructura con armas de fuego, armas hechizas y bombas molotov. Desde su inicio, las protestas han sido muy violentas. Sin embargo, se ha proyectado un imagen de represión desproporcionada y hasta de habla de “masacres” por medio de una tremenda maquinaria de desinformación en las redes sociales y los medios noticieros de la empresa privada y sus aliados internacionales. Un componente importante de la desinformación ha sido la manipulación de las cifras de fallecidos y heridos".

En su parte final, se expresa algo que tiene que ver con la reacción habida a nivel internacional desde el mundo de la intelectualidad y también de la izquierda:

"Con pocas excepciones, las y los intelectuales en América Latina y Europa han demostrado la misma ignorancia y falta de visión política, comprensión socio-económica y humildad moral que demostraron en el caso de Libia. No entienden Nicaragua. En el mejor de los casos han distorsionado y mutilado la realidad del país para que quepa en algún u otro marco ideológico que no responde a las características particulares de la sociedad y economía nicaragüenses. En el peor de los casos, apoyan los argumentos de la oposición política del país impulsada por ex-Sandinistas ahora bendecidos por Donald Trump y Mike Pence, aliados de Marco Rubio, Bob Menendez e Ileana Ros Lehtinen, al servicio de intereses corporativos como el Grupo Coen y sus homólogos regionales". 

El reproche resulta claro. Lo es por el poco esfuerzo realizado a la hora de  comprender lo sucedido, más allá de la información recibida por los medios de comunicación del sistema. También, por la coincidencia de pareceres con quienes representan el poder imperial. Y, por supuesto, por la falta de una solidaridad necesaria.