
Frente a Trump, la Hillary Clinton representa otra América, la de Wall Street y el Pentágono. A ella le debemos guerras, como la de Libia cuando fue secretaria de Estado, igual que a su marido le debemos su intervención como presidente en, por ejemplo, Somalia o Serbia. No creo que Trump haga cosas distintas a ésas o a las de su antecesor republicano, George Bush jr., artífice con su corte de lo que está ocurriendo en Afganistán o Irak. Al fin y al cabo, Trump, no siendo un hombre de Wall Street, es uno más del ejército de millonarios del país. Tampoco creo que desobedezca el toque de corneta del Pentágono.
Creo que hay otros EEUU, minoritario, que es el que no ha votado, lo ha hecho por otros candidatos o ha optado por la Clinton para evitar que ganara Trump. Quizás la candidatura de Bernie Sanders hubiera sido otra cosa. Pero no le dejaron en su partido, que optó por la Clinton, forzado por los grandes poderes de EEUU. Quizás Sanders hubiera atraído a parte de es mayoría blanca, parte de quienes trabajan a sueldo o sufren el paro. Pero esta vez ha preferido al millonario de Nueva York, charlatán, explotador, misógino, racista... Como un flautista de Hamelin se ha llevado a mucha gente a donde ah querido. Algo parecido hizo otro en este continente hace nueve décadas y el resultado es bien conocido.
Quizás pueda parecer una broma o llevar a un malentendido el título de esta entrada, expresada al modo de una alegría gaditana, pero mi intención ha sido la de parodiar una triste realidad.