
González fue el jefe de gobierno de los años del GAL, un grupo terrorista financiado por los aparatos coercitivos del estado, y por algunas de sus acciones fueron condenados varios altos cargos políticos y policiales. Unas condenas que cumplieron cómoda y rápidamente. Él mismo acudió a despedir a José Barrionuevo y Rafael Vera cuando entraron en la cárcel. También fue señalado extraoficialmente como la X del organigrama de los GAL y, pese a haber negado en su día que lo fuera, hace pocos años manifestó que sabía lo que estaba ocurriendo, dejando entrever que las sospechas no eran infundadas.
El exjefe de gobierno vive ahora más que cómodamente. A su pensión derivada de su condición política se le une lo que recibe como consejero de Gas Natural. Es amigo o protegido de tiranos de diversa índole, y algunos países sólo viaja por motivos de placer, olvidándose de recordar las tropelías que cometen. No tiene reparos, sin embargo, en lanzarse a la yugular del gobierno venezolano y hacer similitudes que, no por ridículas, no dejan de escandalizar.
González sigue sintiéndose todavía muy importante. De ahí su incontinencia verbal.