Una noche más
las velas han hecho presencia en la calle.
Esta vez, en Zahara de los Atunes.
No se ha asomado la Luna,
sí el viento de levante.
Han estado presentes los corazones,
las banderas -esas que quieren prohibir-,
las palabras,
los aplausos
y el silencio.
Y se han quedado los carteles,
pegados en la pared,
como grabados que quieren perdurar.
Mientras lo hagan,
serán un grito contra el dolor.