lunes, 28 de noviembre de 2022

Málaga, entre "La hija de la espuma" de Bergamín y la postmodernidad neoliberal de nuestros días


Pasear por las calles y rincones de Málaga me genera sentimientos diferentes. Y hasta contradictorios. Residí en ella durante un tiempo. Y sigue siendo motivo de periódicas visitas. He leído sobre ella. En forma de literatura, de historia... Mantengo vivos recuerdos de lo que fue hace unas tres décadas, cuando se percibía el contraste de lo que fue siglos atrás y los estropicios de la ola macabra y desalmada de los años 60 y 70 del siglo pasado. Y ahora todo eso lo comparo con esta otra ola de la postmodernidad neoliberal que se ha ido instalando durante la dos últimas décadas. La misma ola que atrae a millones de turistas por sus calles céntricas en busca de sucursales de museos, bares y restaurantes, y se detiene puntualmente en busca de pequeños objetos para el recuerdo que se ofrecen por sus tiendas. Eso es Málaga, pero no toda. Eso es el oasis que está blindado por un cinturón que lo aísla de otra realidad, la de esa buena parte de la población que vive en el otro lado. Esas barriadas dejadas de la mano de los gestores del omnipresente e idolatrado mercado.   

Este fin de semana he vuelto a visitarla. Y divisando su paisaje desde la cercanía de su popular Farola, volví a ver el contraste de ese ayer que conocí décadas atrás con el hoy en que vivimos. Y me vinieron a la mente unos versos -vagos, dispersos, incompletos- de José Bergamín, escritos en 1926 para el primer número Litoral. Una revista, pequeña joya de la literatura, que fue promovida por dos jóvenes y entusiastas malagueños: Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. En ese número participó Bergamín con su poema "Hija de la espuma", que dedicó a esos dos poetas y editores de la revista. 

Me ha costado un poco encontrar el poema completo, pero el esfuerzo ha merecido la pena (1). Estamos ante unos versos que para mí tienen una gran actualidad. Porque el poeta madrileño -con raíces malagueñas, no lo olvidemos-, sin haber conocido la postmodernidad de la ciudad mediterránea -murió en 1983 y además en Donostia/San Sebastián-, nos muestra una Málaga que, allá por la década de los 20 del siglo pasado, está situada en medio de las turbulencias de su tiempo. Una Málaga que parece que es y que puede que no sea. Y  Bergamín nos la muestra mediante un estilo que era propio del momento: desde el surrealismo naciente que parece llevarnos al mundo de los sueños. Y nos la muestra haciendo del verso y de la prosa una síntesis, buscando con ello superar la barrera de las formas. Hay quien también relaciona el poema, por la alusión que en su título hace a la espuma, con unos versos de Luis de Góngora, ese poeta cordobés por entonces reivindicado por la generación del 27: "Que, siendo Amor una deidad alada, / bien previno la hija de la espuma / a batallas de amor, campo de pluma" (2).  

Pero dejemos que sea el propio José Bergamín quien defina a esa ciudad del sur, mediterránea y rodeada de montes: 

¿Málaga existe?
Fuera de España, y poquito fuera del mundo, tal vez.
Se supone que la descubrió a principios del siglo XX (X y O) el aventurero Pablo Picasso; o que la inventó, entre perspectivas septentrionales, y por sorpresa.
(¡Ay, terrible broche de Picasso, doloroso como un cinturón ajustado, se me quedó clavado en las entrañas!).

Málaga limita al N. con el oceano glacial ártico y al S. con el oceano glacial antártico; al E. con el mar de Japón y al O. con el mar de Japón otra vez.
No tiene remedio.

La había soñado para poder llegar a verla. La he visto para no poder volverla a soñar.
Me moriría sinó.

Hemos pasado por el puentecillo ideal, abstracción pura -sin tierra y sin río-, blanco de plata, cartón, ausencia angélica.

Mi amigo, con una despreocupación astral digna de Hamlet adolescente -todo él hecho gabán, con el sombrerito torcido- sonríe como si estuviese en Noruega:
mi otro amigo, se siente perdido de pronto, cogido por un pulpo de niebla rosa
-eso dice él-, envuelto en su algodón... ¿No te matará esa asfixia blanda? ¿o llegará, protegido por el duro papel azul -desnudo y encubierto, en el pecho de una cruz sangrienta (¡no tiréis!)- a una melancólica playa de África en donde los soldados españoles se hirieron, al desembarcar, con un pedacito de lata?...

Voy andando entre capas, entre copos, entre copas de cristal rosa; y me hundo -sin querer, claro- dentro del cielo.

"Entre espinas, crepúsculos pisando"
(¡era verdad!, ¡era verdad!).

Se empeñó en arrancar del fondo del mar las estrellas que se reflejaban en la nebulosa terrestre.

El gris de pita y el carnoso blanco rosado envuelto en verdinegro, no eran bastante para explicar mi maravilla; hasta que sacaron en las redes todo el mar hecho una sola rosa.

Cristo: rosa en la cruz
        (No es eso).
    Figura de lo invisible
        (Eso sí).

¿Por qué sube a la torre conmigo este niñito que habla tan divinamente? ¿quiere avergonzarme con su charla, confundirme con su graciosa creación poética?
Estoy arriba, arriba, arriba...
        Vivo de milagro.

Hemos  pisado a Juana de Arco otra vez; y siempre. Ella grita, desesperadamente, clamando su inocencia.
-Esta perrita -dicen mis amigos- debía tener un nombre de perra marinero...
-No debíais darle de comer pescado frito -respondo.

La transparencia extraterrestre, la suavidad, este embalsamamiento de todo me envenena.
Cuando me vaya, llevaré en el pecho una herida incurable.

Ya no podré ser más que extranjero -sonámbulo o borracho-, bohemio sobrenatural y divino!

No llores. ¿Qué puede una sola mujer contra toda la feminidad del mar, de la tierra y del cielo?

La continuidad del milagro, su constante repetición, su permanencia, me volvería loco.
¡Fuera, fuera de aquí!
¿Pero cómo podré estar ya, nunca, dentro de nada?

No es la belleza lo que mata sino su belleza; prostituye el alma.
Hay que huir, camino de los montes, y sin volver la vista atrás.


Notas

(1) https://bibliotecavirtual.malaga.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1103600 

(2) Luis Melero Mascareñas, “Historia de la revista Litoral: José Bergamín, una presencia constante (1926-1984)” (en Caracol, Sao Paulo, n. 21, junio de 2021; file:///C:/Users/pc/Downloads/174744-Texto%20do%20artigo-499424-1-10-20210625.pdf).