martes, 24 de mayo de 2022

Piet Mondrian, en su recorrido de la figuración a la abstracción

Autorretrato (1918)

En el mundo del arte sus protagonistas han ido evolucionando a lo largo de los años. Decir que entre las primeras obras y las últimas existen muchas diferencias quizás pueda resultar en bastantes casos exagerado, pero en otros sí ocurre. Se da esto último en mayor medida en los momentos en que se han producido en el mundo artístico-cultural cambios sustanciales, cuando no de paradigma, dando paso a otro nuevo, diferente y, en ocasiones, hasta antitético en relación al que le precedió. Y donde mejor se perciben estos cambios es sobre lo ocurrido a principios del siglo XX en Europa y América, después que desde las décadas anteriores se iniciara el proceso de horadación del paradigma clásico/clasicista, en cualquiera de sus formas, que fue predominante desde los siglos XV y XVI en Europa Occidental.

Los primeros años del siglo XX fueron un momento de gran efervescencia artística, heredera de la sucesión de estilos que se fue desarrollando durante el siglo anterior (romanticismo, realismo, impresionismo, neoimpresionismo...). Tuvieron como expresión en el fauvismo, el cubismo, el expresionismo o el futurismo, manifestaciones que adquirieron con rapidez entidad propia. Pero lo más llamativo de ese momento no fue tanto esa sucesión de ismos -sin que esto suponga desmerecer ese hecho en sí mismo- como la aparición de la abstracción como un nuevo paradigma artístico, en cualquiera de sus variantes y/o formas de expresión, algo que todavía sigue presente en nuestros días

En esta ocasión no me voy a extender en cada uno de esos estilos, sino detenerme en un artista, que desarrolló su labor en la primera mitad del siglo XX: el neerlandés Piet Mondrian (1872-1944). El objetivo que pretendo es mostrar su evolución desde sus primeros años hasta que acabó adquiriendo la personalidad que le ha hecho famoso y por la que resulta fácilmente identificable. En suma, ilustrar desde dicha evolución lo vivido por buena parte de cualquiera otro u otra artista de esos años, cada cual con su especificidad.

A través de las obras que muestro de Mondrian puede verse cómo fue evolucionando desde la figuración hasta la abstracción. En un primer momento, adscrito al fauvismo y el empleo de colores vivos y llamativos; después, bajo la influencia del cubismo picassiano, la descomposición de las figuras en planos y la pérdida de los colores; y finalmente, en la adquisición de un estilo propio, dentro de la abstracción geométrica y con una base doctrinal justificativa, no exenta de peculiaridad. Pero vayamos por partes.

La primera de las obras es "Atardecer, árbol rojo", realizada en 1908. Se inserta en los cánones cromáticos del fauvismo, con un predominio de las tonalidades rojizas del árbol, en el primer plano, y las azuladas del cielo, en el fondo, cuya frialdad, así como la ausencia de las hojas, nos lleva a la estación invernal. No falta el color amarillo, intercalado en el suelo y el tronco, en mayor medida, y las ramas del árbol con el rojo y el azul; ni tampoco faltan el negro o unas tonalidades azules muy oscuras, que muestran las sombras o anuncian la llegada de la noche.

Atardecer, árbol rojo  (1908)


La cosa cambia con el segundo de los cuadros: "El árbol gris", realizado en 1912. Por su curvatura, visto desde el lado opuesto, y la ausencia de hojas podría tratarse del mismo árbol y de la misma estación. Pero eso ahora es secundario. Lo importante son tres cosas: la pérdida del cromatismo, que se ha sustituido por tonalidades grises y el negro; la percepción de un mayor grado de descomposición de las formas; y la casi ausencia de profundidad. 

El árbol gris (1912)


Eso se explica por la influencia del cubismo triunfante de Picasso y Braque, quienes en su fase analítica habían despojado a sus obrasen la mayor medida de lo posible, de colores y de formas convencionales, descomponiendo estas últimas en una yuxtaposición de planos, mientras que el sentido de la perspectiva desaparecía. Un año antes, después de haber asistido a una exposición en Amsterdam, Mondrian había quedado seducido por las posibilidades que le ofrecía el nuevo estilo. Por ello decidió trasladarse a París, donde visitó el estudio del pintor malagueño y se empapó de cubismo. A la vez, empezó a incorporar a sus cuadros algunos aspectos específicos que, no siendo relevantes, habrían de perdurar en el tiempo.   

En "Manzano en flor", también de 1912, ya aparecen dos novedades: la figura del árbol se ha simplificado hasta el extremo; y el número de planos se ha reducido. A diferencia del cuadro anterior, empero, se ha recuperado algo el color mediante tenues tonalidades amarillentas, azuladas, verdosas... Y a ello hay que añadir la importancia que empiezan a jugar las líneas negras, delimitadoras de  cada uno de los planos. La abstracción se está asomando.

Manzano en flor (1912)


Ese tránsito hacia algo diferente puede verse también en las dos versiones que en el mismo 1912 hizo de "Naturaleza muerta con un bote de jengibre". En ambas estamos ante trabajos propiamente cubistas, pero el grado de descomposición, y hasta de simplificación, de las figuras se ha agudizado claramente en la segunda.   

Naturaleza muerta con un bote de jengibre I (1912)

Naturaleza muerta con un bote de jengibre II (1912)


Esa evolución hacia la abstracción llega en "
Cuadro nº 2 / Composición nº VII", de 1913. Mondrian ha abandonado la figuración y ha entrado en un camino de no retorno. Pese a ello, hay quien considera que la figura del árbol sigue presente en la parte central del cuadro (Gompertz, por ejemplo), cuasimperceptible. No lo está, desde luego, si nos atenemos al título. Se perciben todavía elementos del influjo cubista, por supuesto, pero en su proceso creativo ya se ha alejado de la figuración y con ello, del mismo cubismo. No debemos perder de vista que este movimiento, en cualquier caso, siempre ha  tenido un anclaje con los objetos que se representan en el cuadro. 

                                        Cuadro nº 2 / Composición nº VII (1913)

En "Composición nº 6", de 1914, estamos a las puertas del Mondrian más reconocible. Es cuando aparece, como un elemento nuevo en el cuadro, una retícula de figuras geométricas cuadrangulares sobre un fondo casi blanco, a su vez delimitadas por líneas negras verticales y horizontales, salvo algunos pequeños detalles. El color aún no asoma con rotundidad, pero está apuntando hacia lo que ha de venir en los años siguientes. 

Composición nº 2 en rojo, amarillo, azul, blanco y negro (1914)


Con el inicio de la Gran Guerra en 1914 Mondrian se vio obligado a regresar a su país, lo que no significó que abandonara el camino nuevo que había iniciado. Conoció a Theo van Doesburg, con quien coincidió en lo principal de los planteamientos. El resultado fue la fundación en 1917 de la revista De Stijl [El Estilo], donde, con la colaboración de otros creadores, expusieron las bases de su forma de concebir el arte. De es manera dejaron constancia de los principios teóricos en los que se basaban, influidos por la filosofía racionalista de Spinoza, un pensador holandés del siglo XVII, y por la corriente teosófica que había surgido unos años antes en Europa. Desde la primera buscaban el sentido de la armonía, teniendo en cuenta que para el filósofo la percepción debía partir de la reflexión y sustentarse en una racionalidad expresada a través de las matemáticas y la geometría. En cuanto a la teosofía, pretendían encontrar las claves de construcción interna de la realidad. 

Toda una cosmovisión del mundo y de la vida cargada de espiritualidad, pero partiendo de lo racional, que llevó a los integrantes del grupo a hacer de la geometría la base de sus trabajos. En la pintura se tradujo en la representación de figuras planas, y líneas rectas horizontales y verticales, pero eso no fue óbice para que se fuera extendiendo a otros campos de la creación y que dejara sentir su influjo en otros artistas. Había nacido una nueva corriente artística, que recibió el nombre de neoplasticismo. Así como lo denominó el propio Mondrian, que en 1920 publicó el libro Neo-plasticismo. Para él, con el nacimiento de la abstracción moderna había emergido "una plástica exacta de las relaciones puras, lo esencial de toda emoción de belleza plástica".

Composición (1916)


En 1916 Mondrian pinta “Composición”, en el que asoman sin pudor los colores primarios sobre un fondo grisáceo, entremezclados en una sucesión de líneas negras verticales y horizontales con una trazo más definido. Pero no se encuentran todavía las figuras geométricas. A lo sumo se atisban.

En "Composición con gris y marrón claro 1", de 1918, ya se nos muestra depurando su delimitación de las formas y pone de manifiesto un grado de simplificación extremo. Lo hace a base de cuadrados y rectángulos separados por líneas negras gruesas, aunque el color, aplicado en el interior de cada figura, queda reducido al amarillo, ya plano, y a distintas tonalidades de grises.         

Composición con gris y marrón claro 1 (1918) 


Pero es en "Composición nº 2 en rojo, amarillo, azul, blanco y negro", de 1921, cuando, en su proceso de abstracción, adquiere lo que acabó siendo su estilo inconfundible. El cuadro está formado por lo que Mondrian denominaba como los colores, esto es, los  tres principales; y los no colores, esto es, el negro, el blanco y el gris. Un cromatismo plano, desprendido de tonalidades. 

Composición nº 2 en rojo, amarillo, azul, blanco y negro (1921)


A partir de ese momento las variaciones en sus cuadros se limitarán a las distintas formas de distribuir esos elementos, en la medida que cada color y cada no color tenga mayor o menor presencia. Y siempre respetando el principio de una retícula basada en líneas verticales y horizontales. Es lo que puede contemplarse, como en tantos otros cuadros, en "Composición C (nº III) en rojo, amarillo y  azul", de 1935. 

Composición C (nº III) en rojo, amarillo y  azul (1935)


Son los años en los que el influjo del neoplasticismo se ha hecho sentir en otros campos, como la escultura, el diseño industrial, la arquitectura, el mobiliario doméstico, la decoración, la tipografía... Y aunque en un primer momento el centro se encontraba en Mondrian, eso no fue óbice para que afloraran disensiones entre sus componentes. La más llamativa, la ruptura entre las dos figuras más representativas del grupo. El motivo, quizás nimio, se originó cuando Van Doesburg introdujo las líneas diagonales en sus cuadros. Algo que resultó imperdonable para Mondrian, al considerar que con ello se rompía el equilibrio hacia "la belleza pura". 

En 1940 Mondrian huyó a Londres y desde ahí se trasladó a Nueva York. El nazismo se había instalado en su país, después que en mayo de ese año las tropas alemanas lo hubieran invadido. La armonía y la belleza que buscó durante tanto tiempo habían sido inundadas de la destrucción más atroz. Sus últimas obras nacieron al otro lado del Atlántico. Y entre ellas, la inacabada "Victory Boogie Woogie", de 1943-1944". 

Victory Boogie Woogie (1943-1944)



Bibliografía consultada

Argan, Giulio Carlo (1977). El Arte Moderno, v. 2. Valencia, Fernando Torres.
Blanco Planelles, Javier (s.f.). "Piet Mondrian. El neoplasticismo holandés (1817-1928)". AULADADE, Aula de Humanidades (https://www.auladade.com/wp-content/uploads/2020/12/Vanguardias-y-tendencias.-Clase-11.-Piet-Mondrian-23-abril.pdf).
Farina, Violetta (2009). Arte del siglo XX. Visual Encyclopedia of Art. Florencia, Scala.
Gompertz, Will (2017). ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos. Madrid, Taurus. 
Jaffé, L. C. (1978). "Abstracción geométrica", en Autoría Colectiva, Historia del Artev. 9. Barcelona, Salvat. 
Vicens, Francesc (1973). Arte abstracto y arte figurativo. Barcelona, Salvat.