Mañana tenemos elecciones en Andalucía. Votaremos, una vez más, para elegir la composición del Parlamento. Unas elecciones en gran medida diferentes. Y no por el partido que resulte vencedor, teniendo en cuenta que va ser otra vez el PSOE. Los sondeos han apuntado a dos posibles novedades: el triple empate entre PP, Adelante Andalucía y Ciudadanos; y la entrada en el Parlamento de Vox. Qué partido va a ser el segundo, está por ver, pero tanto el PP como Adelante Andalucía son las principales opciones, resultando poco probable en Ciudadanos.
EL PSOE se mantiene en la cabeza. Es la maquinaria política más y mejor implantada. Gracias a su presencia permanente en el poder autonómico, lo ha conformado a su medida y le ha permitido crear una red de influencias muy compleja y eficaz. En un principio, ante una derecha que le dejó todo el terreno libre, incapaz de entender al pueblo andaluz. Y luego, actuando con astucia a la hora de conseguir apoyos cuando los necesitaba. Su candidata, del ala más a la derecha del partido, sabe utilizar los mecanismos de la imagen a través de los medios de comunicación que controla, lo que le permite limitar el crecimiento electoral de los grupos nominalmente de la derecha.
La batalla en la derecha españolista, dividida más que nunca desde que a principios de los noventa el PP acabara absorbiendo los restos de otros, está en pleno auge. Tres partidos se encuentran en liza. El PP sufre un declive, ante la competencia mayor de Ciudadanos y la más reciente de Vox. Los tres han pujado por demostrar que son más españoles que nadie, lo que les ha escorado a la derecha. Los resultados, en todo caso, están por ver.
El PP ha perdido la pujanza de otras ocasiones, limitada siempre por una mayoría en votos y escaños de los grupos de la izquierda. La competencia en su espacio electoral, la división interna, la debilidad de su candidato o los errores que siguen cometiendo al norte de Despeñaperros, donde el desprecio a esta tierra parece permanente, explican su actual situación. No deja de ser para mucha gente el partido de los señoritos, el grupo social que tanto daño ha hecho a la gente desde siglos.
Ciudadanos busca erigirse en el primer partido de la derecha, algo que le está costando mucho y puede resultarle imposible. Si ya en el conjunto del estado está falto de una implantación amplia y eficiente, en Andalucía lo sufre más. Tampoco le ayuda su líder, de perfil muy plano, y su pacto legislatura con el PSOE.
Parece que Vox ha sido el más beneficiado, no tanto por la cuantía (los sondeos le dan una horquilla que va del 2% al 7% y de ninguno a 6 escaños) como por el significado. Andalucía puede convertirse en el primer territorio donde consiga representación en un parlamento autonómico, posible punta de lanza de otros logros: ayuntamientos, Parlamento Europeo, Congreso... Dada su naturaleza de extrema derecha, introduciría en las instituciones lo que ya es común en otros países, sean o no europeos. Autoritarismo, racismo, xenofobia..., pero también centralismo, nostalgia del franquismo...
Adelante Andalucía es una apuesta novedosa, porque ha introducido la unidad en los grupos de izquierda, más allá de lo que representa el PSOE. Ha posibilitado que Podemos e IU hayan optado por la confluencia, y ha atraído a algunos restos del antiguo Partido Andalucista a través de Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista. Una lástima que Equo, desde el ecologismo, u otros grupos no hayan participado en la confluencia. Sería importante que alcanzara el segundo puesto y que superara el techo marcado en los sondeos, en torno al 21%. Sería positivo desde posiciones de izquierda, porque condicionaría el rumbo del futuro gobierno de la comunidad y, a la vez, aportaría una esperanza al resto de territorios del estado de cara a próximas coita electorales.