domingo, 28 de mayo de 2017

El joven psocialista que soñó con volar alto










































Hace diez años lo vi por última vez. Oí que se había ido a la capital andaluza, buscando rehacer su vida después del duro palo que recibió de su propio partido. Bueno, del aparato que lo controlaba entonces, después que las expectativas electorales lo situaban por debajo de lo deseado. 


Había sido, desde muy joven, el típico aspirante a ir ascendiendo en el partido con vistas a situarse en lo más alto posible. Por ello se decidió por unos estudios universitarios que le venía como anillo al dedo. Una vez finalizados, consiguió pronto dirigir la organización local de su lugar de origen, adquiriendo un gran protagonismo que le llevó en 2003 a ser nombrado candidato a la alcaldía. Para ello hizo gala de unos recursos teóricos que estaban muy por encima de la media de la militancia y, sobre todo, de un atrevimiento teñido de egocentrismo. Formado en la escuela felipista, que se mantenía en Andalucía a través del chavismo de Manolo, cultivó la moderación en el discurso de izquierda, un fuerte anticomunismo hacia lo que representaba IU y, claro está, la confrontación con el principal rival político que representaba el PP.  


Durante un tiempo se rodeó de un grupo de incondicionales, especialmente jóvenes, a los que fue gratificando con algún que otro trabajo en la red clientelar del partido o encantando con futuras promesas en esa dirección. Poseedor de un verbo lenguaraz, en su aspiración a la alcaldía no pudo superar dos dificultades: la de IU, por su izquierda; y la de los sectores políticos moderados, que desde 1999 tenían al PP como referente. Esa fue la razón de su defenestración y la designación a dedo de quien podía recoger los votos moderados, como finalmente ocurrió. Atrás quedaron algunas que otras traiciones, y por delante, un camino que descubrir.


En la noche del domingo pasado me llamó la atención entre el grupo de personas que rodeaban al candidato ganador de las primarias psocialistas una cara que me resultaba conocida, pero que no sabía identificar. Hace un par de días me llegó la solución: era él, cambiado en algún detalle externo, producto del paso de los años. E indagando por la red, su nombre aparece en varias situaciones. Unas, de gestiones empresariales dudosas. Y otras, 
como un personaje activo en el entorno sanchista, radicado ya, eso sí, en la capital del reino. ¿Habrá encontrado por fin el camino que le permita llegar tan alto como soñó cuando era joven? 

(Imagen: fotomontaje de Luis Valverde Luna, publicado en Debate Ciudadano de Barbate, octubre de 2006)