viernes, 11 de septiembre de 2015

En recuerdo de Salvador Allende
























Tenía 15 años cuando ocurrió el golpe fascista en Chile. Recuerdo las noticias de los días previos en el telediario oficial del franquismo preanunciando lo que acabó siendo. Siempre aparecía el apellido Allende -que coincidía con el del ministro franquista de Agricultura: Allende y García Baxter. Recuerdo el telediario de las tres del mismo 11 de septiembre. Y también mi apesadumbramiento a lo largo de la tarde y mi paseo, avenida de Italia arriba y en medio de mucha gente, hacia la feria de la ciudad. Luego, en navidades, vinieron las cintas de magnetofón -sí, todavía los había- y de los primeros "casetes" con las canciones Víctor Jara -otro mártir de esos días tenebrosos-, Quilapayún e Inti Illimani. 


Chile ha estado muy presente en mi vida desde entonces. De muchas formas y en muchas situaciones. Por supuesto, siempre desde la conciencia de una esperanzadora experiencia colectiva ferozmente ahogada en sangre y ahora desde la nueva realidad del neoliberalismo implantado a lo largo de los años de la dictadura.

Fueron muchas decenas de miles de víctimas directas, sin contar las que sufrieron el golpetazo de las medidas económicas aplicadas por los "Chicago boys" y sus secuaces. Y entre tantas, en su mayoría anónimas, se erige como símbolo la figura de Salvador Allende. El presidente elegido hace 45 años (el cuatro de septiembre) en medio de una marea humana que no paraba de crecer y que se puso al frente para intentar hacer posible la felicidad para el mayor número de gente que se pudiera. El presidente que se negó a entregarse para evitar ser paseado como un trofeo de guerra por los militares golpistas. Esa panda de fascistas y traidores, con Pinochet al frente, y las garras del imperio por detrás manejando los hilos. El presidente que resistió, hasta que pudo, el bombardeo y la destrucción del Palacio de la Moneda. 

Y es que había que acabar con un pueblo en marcha hacia su revolución.l Y con su presidente. El mismo que un año antes había pronunciado un discurso memorable en la Asamblea General de las Naciones Unidas, defendiendo el derecho de los pueblos a su integridad, apelando a la lucha por la justicia y denunciando al imperialismo y sus empresas transnacionales.

Allende murió y hoy sigue en el recuerdo de mucha gente. Pese a que la mayoría en su país no lo ha conocido, sigue siendo con diferencia el personaje de su historia más querido. En el otro lado están los verdugos que se cebaron con tanta gente a base de asesinatos, torturas, palizas, cárceles, sufrimientos... Para esa gente y para quienes la apoyaron y se aprovecharon les queda la ignominia.

Hay varias canciones dedicadas a Allende que me gustan. Escucharlas es una forma de tenerlo más presente y de sentirlo desde la emoción. Las canciones que le dedicaron Eduardo Carrasco, en el disco El pueblo unido jamás será vencido, 1976, de Quilapayún; Pablo Milanés, en La Nueva Trova Cubana, 1976, obra colectiva); Patricio Manns; y Rodolfo Parada y Patricio Wang, en Latitudes, 1992, y Absolutamente Quilapayún, 2013, en dos momentos diferentes del grupo, adaptando un poema de Orlando Jimeno-Grendi. Silvio Rodríguez, le dedicó su Cita con Ángeles, 2003, en cuya canción homónima dice: "Septiembre aúlla todavía / su doble saldo escalofriante. / Todo sucede un mismo día / gracias a un odio semejante".   

(Fotografía: manifestación de apoyo al pueblo chileno en Salamanca, 11 de septiembre de 1983, publicada el día 13 en La Gaceta Regional; la pancarta con el retrato de Allende fue obra mía).