miércoles, 14 de febrero de 2024

Afrodita iluminada


A Jorge, mi hermano

Fuiste concebida cuasi desnuda,
pero tu cuerpo desprende una sensualidad contenida.
Naciste con el nombre de Afrodita,
para tornar después a la Venus luminosa,
presente durante las noches al alba.
Te han representado siempre como la más bella
y por eso tu embrujo seduce a quien se acerca.
De ti se han inventado mil historias
-de celos, de desencuentros, de peleas…-
y hasta han llevado tu morada a la boca de un volcán.
Tu figura, pintada o esculpida,
se la han disputado, hasta sublimarla, los mejores artistas.
Muchos han mostrado tu desnudez con recato
y tantos otros lo han hecho en toda su plenitud.
Hay quien se acordó de tu nacimiento
y te retrató llegando del mar sobre una concha,
empujada por Céfiro y recibida por la Primavera.  
Está ese genio que -pudoroso, acaso temeroso o virtuoso-,
jugó con el mito y la realidad,
situándote vuelta de espaldas,
pero sin olvidarse de tu cara,
que, aun difusa, quedó reflejada en un espejo.  
Se dice también que eres la que, desde una ventana,
apareces en medio de un bombardeo,
portando una vela con tu mano derecha 
y alertando sobre la destrucción de la vida.
En cierta ocasión te hicimos posar para retratarte
y te situamos sobre una silla.
No sé qué fue de lo que hicieron los otros
-¿lo recuerdas, hermano?-,
tan sólo lo que mis ojos vieron.
Dejé de lado ese tinte de bronce simulado que tenías
para iluminarte con trazos encendidos.
Y ahora puedo contemplar el contorno de tu silueta
y los colores que te recubren.