viernes, 27 de abril de 2018

Con la sentencia de los machos de "la manada", mal andamos con esta justicia

La sentencia del tribunal navarro de ayer obre la violación múltiple a una mujer ha calado hondo en buena parte de la opinión pública. En un doble sentido: la calificación formal del delito, reducido a una agresión sexual; y el voto particular de uno de los magistrados, que optó por la absolución. La gravedad de la decisión pone en el disparadero -y no es la primera vez- a quienes componen este gremio, con una fuerte carga de ideología androcéntrica y, por qué no, misógina, como se desprende de la forma de actuar a lo largo del proceso y en el propio juicio del magistrado benevolente. Estamos ante el patriarcado instalado de lleno en la judicatura, indistintamente que se sea varón o mujer. Estamos ante una judicatura conservadora en amplios sectores, en muchos casos con vinculaciones ideológicas con determinados grupos del integrismo católico y/o provenientes de esa España Negra que tuvo en el régimen franquista su apoteosis. Nada nuevo, después de lo ocurrido en otras ocasiones, pero es que lo de ayer ha traspasado todos los límites.  Y así no puede haber justicia. Así se da alas a los varones que hacen valer su fuerza para, en este caso, violentar a las mujeres desde su consideración de sentirse superiores. Para someterlas y determinar si violentarlas o matarlas. La connivencia de hecho de quienes en el mundo de la judicatura minimizan estos actos resulta evidente. Lo que requiere más que una reflexión profunda. No puede ser que en este mundo tengamos que ver cómo hay personas condenadas o acusadas de actos calificados de terrorismo o de apología, y otras son encarceladas o perseguidas bajo la acusación de rebelión, todo ello en contra de criterios de organismos internacionales y hasta de tribunales de otros países. Como tampoco puede ser que una mujer, violentada reiteradamente en un lugar cerrado por cinco machos de una "manada", humillada mediante grabaciones para hacer valer su chulería, y hasta puesta en entredicho desde el mismo tribunal sobre si consintió o actuó debidamente, tenga que ver cómo sus verdugos se libran del delito que les correspondería. Si ésta es la administración de justicia que tenemos, mal andamos. Hay que acabar con esto.