martes, 28 de abril de 2015

Harvey y su historia del neoliberalismo

El libro Breve historia del Neoliberalismo*, del geógrafo anglosajón David Harvey, fue publicado por primera vez en 2005. La primera edición española data de 2008, gracias a la editorial Akal. Es una obra extraordinaria, escrita desde el rigor de un científico social renombrado y uno de los exponentes de la Geografía radical. El autor busca dar una explicación al proceso de formación de un modelo de capitalismo, el neoliberal, imperante en las tres últimas décadas. Un intento riguroso en sus argumentos, pero también atrevido y en ocasiones, hasta controvertido.

Dado el momento en que fue escrito, durante la presidencia de George Bush jr. -en pleno fragor de la alianza neoliberal y neoconservadora-, puede resultar en parte descontextualizado, dado el contexto de crisis que se está viviendo en mayor medida en Europa. Sin embargo, no debemos olvidar que precisamente esa crisis lo que está haciendo es dar más vueltas de tuerca en el progresivo desmantelamiento del que conocido otrora estado de bienestar, que en los países europeos había permitido una forma de organización de la sociedad que garantizaba  derechos sociales y laborales en un grado elevado.  

El autor empieza indagando en los orígenes del neoliberalismo y para ello menciona, para ilustrarlos, a varios personajes clave, de diversa procedencia y pertenecientes a países diferentes, cuando no muy distantes. Así nos lo describe: “En 1978 Deng Xiaoping emprendió los primeros pasos decisivos hacia la liberalización de una economía comunista en un país que integra la quinta parte de la población mundial […]. En la costa opuesta del Pacífico, y bajo circunstancias bastante distintas, […] Paul Volcker asumió el mando de la Reserva Federal de Estados Unidos en julio de 1979, y en pocos meses ejecutó una drástica transformación de la política monetaria […]. Al otro lado del Atlántico, Margaret Thatcher ya había sido elegida primera ministra de Gran Bretaña en mayo de 1979, con el compromiso de domeñar el poder de los sindicatos y de acabar con el deplorable estancamiento inflacionario en el que había permanecido sumido el país durante la década anterior. Inmediatamente después, en 1980, Ronald Reagan era elegido presidente de Estados Unidos […],  añadiendo su propia receta de políticas para socavar el poder de los trabajadores, desregular la industria, la agricultura y la extracción de recursos, y suprimir las trabas que pesaban sobre los poderes financieros tanto internamente como a escala mundial” (p. 7).  

Harvey resalta la utilización de ideas que llevaban tiempo circulando y, en algunos casos, puestas en práctica, siempre desde la óptica de la liberalización económica. Establece, así, relaciones entre Reagan y el republicano Barry Goldwater, entre Deng Xiaoping y las experiencias económicas de los primeros “tigres asiáticos” y también entre Volcker y Thatcher y la doctrina neoliberal que el economista Friedrich Hayek, entre otros, llevaba tiempo confrontando a la dominante keynesiana tras la Segunda Guerra Mundial.

La definición que hace de neoliberalismo es bastante clara: “ante todo, una teoría de prácticas político-económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano, consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo, dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio. El papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de estas prácticas (p. 8). Puede decirse que la identifica con la idea que, algo más de dos siglos antes, había expuesto Adam Smith en La riqueza de las naciones. La vuelta de la “mano invisible”, pues, estaba en la médula de los nuevos liberales económicos y con ella, la libertad económica plena y la mínima intervención del estado.

Resulta de suma importancia la doble aseveración que hace del trasfondo político e ideológico que subyace en torno al neoliberalismo: por un lado, se trata de “un proyecto político para restablecer las condiciones para la acumulación del capital y restaurar el poder de las elites económicas”; y por otro, de “un sistema de justificación y de legitimación de todo lo que fuera necesario hacer para alcanzar ese objetivo” (p. 15).

Un aspecto sustancial de esta forma de capitalismo es lo relativo a lo que se ha venido a denominar como financiarización, término que al principio no utiliza Harvey, pero que define en su contenido, esto es,  el “desplazamiento del poder desde la producción hacia el mundo de las finanzas”, de manera que “los incrementos en la capacidad industrial ya no significan necesariamente un ascenso de la renta per cápita, como sí lo significaba la concentración de los servicios financieros (p. 38).

Una de las consecuencias que ha estado generando el neoliberalismo, como es el aumento de las desigualdades, es ilustrado mediante tres ejemplos: en 1996 el valor neto de las fortunas de las 358 personas más ricas del mundo era similar al del 45% de la población más pobre del planeta, formado por 2.300 millones de personas; entre 1994 y 1998 las 200 personas más ricas del mundo duplicaron su patrimonio neto, superior al billón de dólares; y por esos mismos años los activos de las personas más ricas superaban la suma del PIB de los países menos desarrollados y sus 600 millones de habitantes (p. 39). La concentración empresarial ha aumentado más que nunca bajo el mito de la libertad económica, especialmente en “el campo de la energía, los medios de comunicación, la industria farmacéutica, el transporte e incluso la venta al pormenor” (pp. 42-43).

Harvey denuncia las “profunda sospechas hacia la democracia” que albergan los teóricos del neoliberalismo. Se muestran más partidarios de gobiernos dirigidos por élites y por expertos, del predominio de los poderes ejecutivo y judicial frente a los parlamentos, y de la concesión de amplias competencias a instituciones más autónomas y, a la vez, menos controlables por los parlamentos, como es el caso de los bancos centrales (p. 74).

En este contexto el papel que ha de jugar el estado y sus instituciones, especialmente los tribunales de justicia y los aparatos policiales, lejos de ser irrelevante, se fortalece. Más concretamente Harvey se refiere sobre todo a una “reconfiguración radical de las instituciones y de las prácticas estatales (en particular respecto al equilibrio entre la coerción y el consentimiento, entre el poder del capital y de los movimientos populares, y entre el poder ejecutivo y judicial, por un lado, y los poderes de la democracia representativa por otro)” (p. 85).

Y es en este aspecto donde Harvey introduce la presencia de la corriente neoconservadora, que cobró fuerza desde los años ochenta y acabó estableciendo una alianza política con el neoliberalismo. Esta alianza se ha visto facilitada por la existencia nexos comunes, tales como “el poder corporativo, la empresa privada y la restauración del poder de clase”. Pero no esta desprovista de algunas divergencias, como la “preocupación por el orden como una respuesta al caos de los intereses individuales” y la “preocupación por una moralidad arrogante como el aglutinante social” (pp. 88-89). Para Harvey las presidencias de Ronald Reagan supusieron una alianza táctica, mientras que las de George Bush jr. fueron el culmen de la unión de las políticas neoliberales y el militarismo, que este caso coincidió con su expansión por Medio Oriente .
 
El momento decisivo en la expansión mundial del neoliberalismo lo sitúa Harvey a mediados de los años noventa, dentro del “consenso de Washington” que años antes, en 1989, había adoptado un paquete de recomendaciones económicas de naturaleza neoliberal que deberían ser puestas en práctica por los estados bajo la supervisión del FMI o el Banco Mundial. El que Harvey resalte  ese momento se debe a la coincidencia de dos gobernantes de perfil “progresista”, como fueron Bill Clinton y Tony Blair, cuya labor coadyuvó a que el neoliberalismo acabara consolidándose en cada país y globalmente. Con ellos acabó formándose la Organización Mundial del Comercio, y paralelamente se firmaron el Tratado de Libre Comercio entre los países de América del Norte, incluido México, y el Tratado de Maastricht en Europa (pp. 101-102).

Pese a ello, el mundo creado bajo la estructura neoliberal, lejos de ser una arcadia de felicidad y bienestar, no ha estado exento de situaciones difíciles, crisis financieras incluidas. Harvey enumera una larga lista de estas últimas: las habidas a mediados de los años noventa en Latinoamérica (México, Brasil, Argentina…), Extremo Oriente (Filipinas, Tailandia…) o Europa (Polonia); las de finales de la misma década, que afectaron sobremanera a los “tigres asiáticos” (Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas, Hong Kong, Taiwán, Singapur, Corea de Sur…), pero también a Europa oriental (Estonia, Rusia…), Latinoamérica (Brasil, Argentina…) y hasta Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) y Turquía (102-103).

El caso de China es analizado por Harvey desde lo que considera que ha sido su desplazamiento “hacia la neoliberalización y la reconstitución del poder de clase”. Sugiere, además, que, al igual que EEUU, este país está conociendo un deslizamiento hacia el neoconservadurismo, teniendo en cuenta tres rasgos: “el autoritarismo, la apelación al nacionalismo y la reaparición de ciertas trazas de imperialismo” (p. 158). Discutible o no esta apreciación, aporta una dimensión que normalmente no se tiene en  cuenta.

No he tocado todos los aspectos que Harvey analiza en su libro, si bien me he centrado en los que considero más importantes. Dado el momento en que se escribió, quedan fuera de su análisis los cambios habidos en el mundo desde entonces, independientemente de la crisis económica iniciada en 2008. No se hace referencia, como es obvio, a la presidencia de Barack Obama y el recrudecimiento de las intervenciones militares, la conformación de una amalgama de gobiernos progresistas en América Latina, la preparación de un nuevo tratado de libre comercio y esta vez entre EEUU y la Unión Europea, etc. Pero como base para la comprensión del mundo en que vivimos, la lectura de la Breve historia del Neoliberalismo es una buena forma de saber más.


* Este artículo se ha basado en la versión de colegiodesociologosperu.org.