viernes, 14 de marzo de 2014

A qué lleva la privatización de la sanidad

No puedo decir aquello de "si no lo veo, no lo creo". Tampoco que me extrañe. La noticia que saca El País sobre lo padecido en El Vendrell por una mujer mayor que tenía la necesidad de un implante de cadera resulta escandalosa. Fue atendida en un hospital privado que tiene un concierto con la consejería catalana de Salud, pero le comunicaron un tiempo de espera de un año. Sabiendo que en el mismo centro también se realizan operaciones en breve plazo mediante pago, la mujer acabó aceptando la operación por el precio de unos nueve mil euros. La realizó el mismo médico que le atendió por el servicio público. Se dice en la noticia que cada vez más hospitales públicos se financian de esa manera. No sé qué se quiere decir con público. Ya sólo ver el galimatías de titularidades y modalidades de gestión en los centros sanitarios resulta escalofriante. Peor, si encima se ofrecen dos vías reales para que te atiendan: la rápida de pago y la lenta de las listas de espera. Malo que se permita que un mismo profesional pueda hacer las dos cosas, en lo que es un claro conflicto de competencias. Y malo también que un profesional se preste a ello. La privatización de la sanidad lleva a estas cosas.